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Antón Castro

CHAMPÁN PARA TODOS

CHAMPÁN PARA TODOS

 

La primera vez que oí su nombre, yo era una adolescente y él iba a publicar en la editorial que entonces dirigía mi padre. Mucho tiempo después me hice camarera y él mi jefe. El mejor jefe del mundo. Un año y unos meses después ha muerto. Durante todo ese tiempo nos hemos cruzado relatos, anécdotas, secretos y complicidades. Pienso en todos los libros que no me descubrirá. En todas las canciones que no pondrá. Echo de menos los libros que no publicará y las canciones que no grabará. Pienso en los libros que no leerá y le hubiera gustado leer. Y lo echo de menos. Pero sobre todo pienso en su risa y en la cantidad de veces que le vi reírse, todas las veces que me hizo reír y las que yo le hice reír a él. Pienso en su generosidad. Y en cómo su felicidad dependía de la de los que le rodeaban. En que quería que todos estuviéramos bien. En su sentido del humor. En su manera de ver el mundo y de tomarse la vida y estoy segura de que nos ha contagiado algo a todos. Él solía bromear: “Sergio Algora ha muerto. Champán para todos”. Esta vez va en serio.

 [Esta mañana, en el homenaje civil, los amigos de Sergio Algora le recordaron, le glosaron, contaron cuánto le habían querido y relataron todo un ramillete de anécdotas, secretos y relaciones inolvidables. Aloma Rodríguez, Aloma Simpé en su blog, leyó este texto. Trabajaba con él, con Enrique, con Maribel, con Almudena, en su  bar  Bacharach. El libro al que alude era Paulus e Irene, la editorial Olifante, fundada por Trinidad Ruiz-Marcellán, que se había tomado algo más de un lustro de descanso. Luego, volvió con Marcelo Reyes y sigue adelante con el proyecto. Sergio con Aloma e Ismael Grasa, en la librería Antígona. La foto es de José Antonio Melendo.]

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