CLAUDETTE COLBERT, MÁS CINE, POR FAVOR
Claudette Colbert es una actriz lánguida: alta, un tanto desgarbada y con sus manías personales. Una de ellas era, nada más ni nada menos, Frank Capra. Éste, que poseía un sentido amable del mundo y de los seres humanos, le dio una de las oportunidades esenciales de la vida. La contrató para “Sucedió una noche”, y ella, a pesar de que tenía por compañero a un mito del momento como Clark Gable, no intuyó en ningún momento donde estaba metida exactamente ni lo que sucedía en aquel relato sobre el periodismo. Más ansiosa que tranquila, en cuanto concluyó el rodaje y se trasladó a la casa de campo donde la esperaban unos amigos, dijo: “Acabo de terminar una muy mala película”. Luego, la crítica y los espectadores dijeron todo lo contrario: “Sucedió una noche” (1934) recibió cinco Óscars y Claudette Colbert fue elogiada por doquier.
No es una diva o una mujer de fuego de la colección Kobal, pero no está nada mal. Era una actriz de mérito que suplió su falta de atractivo o de belleza con profesionalidad e ironía. En cierto modo, en ocasiones recuerda a la extraordinaria Margaret Sullavan, la actriz de “El bazar de las sorpresas” o “Tres camaradas”. Un ángel increíble en la pantalla: la ternura, la bondad, el misterio, la fascinación hecha cuerpo en una actriz que tampoco era endiabladamente hermosa.
*Foto de Claudette Colbert.
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Rafael ¨Castillejo -