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Antón Castro

UN CUENTO, O POEMA, DE PEDRO SORELA

UN CUENTO, O POEMA, DE PEDRO SORELA

Pedro Sorela ha tenido una vida fascinante. Y, a la luz de lo que escribe, aún la tiene. Nieto de explorador e hijo de viajeros, ha residido en varios países. Uno de los textos más bellos que recuerdo de él contaba la mudanza de la biblioteca familiar y sus transportes en barco. Es narrador y ensayista, ejerció de periodista y ha viajado mucho. Sus libros tienen títulos muy especiales: Aire de Mar en Gádor, Trampas para estrellas, que son novelas, o Historia de las despedidas, un volumen de relatos cosmopolitas y sorprendentes que acaba de aparecer en Alianza Editorial. Las peripecias de sus personajes, muy personales e inclinados hacia la alucinación y la extrañeza, transcurren en Venecia, México, Guatemala, París, Hungría o Rekha. Historias de todo tipo: la belleza de un hombre que parece un dios y deslumbra a una mujer, un caballo puede ser testigo de un asesinato, dos criaturas son víctimas de lo que han visto y de lo que no han querido ver, hay historias de animales y de aves, y de despedidas completamente inesperadas. Recuerdo una maravillosa noche en Madrid, de tertulia infinita hasta entrada el alba, con Pedro Sorela y Fernando Valls en La Castellana: las venas con poca sangre y los ojos con mucha noche…

 

Por múltiples razones –una de ellas es mi amor infinito hacia Portugal desde hace mucho tiempo-, uno de mis textos favoritos del libro es éste, que tiene algo de acumulación de metáforas y sensaciones, de poema en prosa y de sutileza de creador: “Efectos de la lluvia en Portugal”

 

 

EFECTOS DE LA LLUVIA EN PORTUGAL

 

Sirve de brújula, de mapa: esa lluvia de aire sólo puede ser Portugal.

 

Esconde los teléfonos móviles bajo los paraguas y hace a  sus propietarios más inteligentes

 

Ennoblece las piedras y las condecora con verdín

 

Destiñe los amarillos en ocre nostalgia

 

Enloquece a las golondrinas de pura alegría

 

Baja las voces

 

Tersa y rejuvenece las mejillas de las jóvenes en el momento del beso

 

Resucita los estanques

 

Compone música con la arena de los parques al ser pisada. Música para suela y arena.

 

 Convierte en soles las naranjas del claustro de la catedral de Évora

 

Se pueden leer libros en los ojos que miran por las ventanas

 

Devuelve el azul a los verdes

 

Su gris, y sólo ahí, su gris inspira buenas novelas

 

A los españoles les da ganas de aprender portugués (los portugueses saben español desde niños)

 

A caballo de ella, el aire transporta los fados a larga distancia

 

Algunos banqueros recuerdan, a veces, versos del colegio

 

Puede perfectamente ocurrir que un transeúnte dicte canciones

 

Anuncia las saudades: llega cuando la lluvia se va

 

Amansa los geómetras.

*La foto es de Gerald Bloncourt.

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