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Antón Castro

RETRATO DE VICENTE. Por CIPRIANO BRICEÑO

RETRATO DE VICENTE. Por CIPRIANO BRICEÑO

[Muchas veces, el chivato de blogia no me indica que me llegan mensajes. Curiosamente hace un instante he visto este tan entrañable de Cipriano Briceño sobre nuestro común amigo Vicente Pascual Rodrigo, y lo cuelgo aquí, en el escritorio, sumamente complacido. Aquel día vi a Vicente, cerca de su casa, en el campo del Utebo, asombrosamente feliz, como un niño que se asoma de súbito a las maravillas del circo.]

 

Por Cipriano Briceño

Conocí a Vicente hace unos cuarenta y cinco años en el colegio de los Maristas en la calle San Vicente de Paúl. Allí fuimos compañeros y amigos hasta los catorce años, compartimos juegos, clases, excursiones... De aquellos tiempos conservo el recuerdo de un chico activo, inteligente, inquieto, con el que pasé muy buenos ratos.
Hace unos quince años, en una de sus exposiciones, nos reencontramos, supe de sus viajes, su estancia en Mallorca y el comienzo de su experiencia americana en Indiana. Fue un feliz reencuentro y de allí nació una nueva amistad, la de dos personas que, en la madurez, compartían gratas vivencias de la infancia. En los siguientes años nos volvimos a ver cada vez que hacía alguna exposición en Zaragoza. Recuerdo especialmente la de Veruela en 1999. Me convertí en un admirador de su obra, y desde que volvió a España y se instaló en Tarazona nos vimos con mayor frecuencia, lo que me permitió disfrutar de su compañía y conocerlo mejor.
Desde que le diagnosticaron una grave enfermedad, luchó por su salud sin miedo, tratando de aprovechar el tiempo que le quedaba y contagiando su energía a su familia y amigos. En los siguientes años, realiza y participa en más exposiciones que en los años anteriores y escribe tres libros que recogen sus poemas y pinturas. Los que le conocemos, descubrimos en su pintura y sus poemas el resultado del firme y cariñoso apoyo de Ana y de toda su familia, de su diálogo con la muerte y de su permanente búsqueda de la esencia del hombre y de su espiritualidad milenaria.


Con esta intensa actividad llena la prórroga que su vitalidad y los médicos le conceden, conservando una fuerza interior que iluminaba su rostro en las conversaciones, en las que incluso reía abiertamente con frecuencia, como destaca Antón en su excelente escrito. Al recordar el rato que en febrero pasamos juntos (Vicente, Antón y yo), viendo jugar a nuestros hijos (el de Antón y el mío) al fútbol, esbozo una sonrisa viendo a Vicente comentando lo bien que jugaban los dos e interesándose por todos los detalles y reglas de un juego que apenas conocía. Por no hablar de su divertido asombro ante la exhibición de control de balón que nos hizo Antón en el descanso. Creo que esta anécdota explica bien cuál era la actitud de Vicente durante su enfermedad.


Bien, quizás este escrito resulta demasiado personal para un blog dedicado al arte y a los artistas, pero creo que puede aportar algo para entender y apreciar mejor la obra de Vicente, ampliando alguno de los comentarios de Antón.

En fin, creo que ha quedado claro que Vicente fue un gran regalo para todos los que lo conocimos, pero su pérdida no debe entristecernos, en su obra y en la memoria nos queda su mensaje y su alegría.

 *Vicente Pascual con Ángel Guinda durante la presentación de su último libro de poemas.

 

2 comentarios

De Antón -

Gracias, Antonio.

Un gran abrazo. Antón

antonio -

Buenas tardes, Antón. Me han gustado las entradas dedicadas a Vicente, cuyo fallecimiento me ha pillado en plena vendimia. Una rasgante y temprana llamada al móvil despertó a los perezosos rayos solares que comenzaban a calentarnos en la viña de garnacha.
A Ana y Vicente los conocí en 2003 en Albarracín, durante su Estancia Creativa. Compartimos momentos, en torno a la mesa de la cocina o a los lienzos en proceso de trabajo. En agosto recorrí la exposicion en Utebo, aunque Ana solo pudo acompañarme un rato, reencontrandome con la Turris Eburnea que forjó en el taller de Albarracín.
Vicente era un gran regalo, de serenidad y delicadeza. Mantengamos su recuerdo, conformando un amplio eco.