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Antón Castro

EL EPISTOLARIO DE SENDER Y EDUARDO FUEMBUENA

EL EPISTOLARIO DE SENDER Y EDUARDO FUEMBUENA

La familia de Eduardo Fuembuena, director de ‘Aragón Exprés’, conserva casi un centenar de cartas que se cruzaron él y el escritor

 

 

Ramón José Sender (Chalamera, Huesca, 1901-San Diego, California, 1982) fue un apasionado escritor de cartas. Como Rilke o como Tolstoi. El joven Eduardo Fuembuena, escritor, guionista y ayudante de dirección, conservaba entre sus papeles un bello tesoro familiar: la correspondencia de su abuelo Eduardo Fuembuena, director del vespertino ‘Aragón Exprés’, con el escritor oscense afincado en Estados Unidos. Ese paquete recoge en torno a un centenar de cartas de ambos, y media docena más, contestadas por Luz Campana de Watts, la profesora que acompañó a Sender en su viaje a España, con la que llegó a tener una estrecha relación.

La complicidad que se estableció entre Fuembuena y Sender fue prácticamente inmediata. Fuembuena se puso en contacto con él para anunciarle que quería crear un premio Sender de artículos periodísticos, y el primero, concedido en 1972, recayó en Javier Barreiro, “a quien deseo y auguro un futuro brillante, sin necesidad de exiliarse”, dijo Sender. En noviembre de 1972, el gerente Ray Campbell de American Literary Agency le escribe al director de ‘Aragón Exprés’ para preguntarle “si le interesaría publicar regularmente la colaboración del señor Sender, sobre temas de alta crítica literaria”, e incluso le ofrece dos artículos: ‘Última hora cristiana’ y otro sobre el poeta Ezra Pound.

Poco después, en un gesto de generosidad (a los que, a la luz de estas cartas, vemos que era muy dado), Sender le dice que pueden publicar “lo que quieran sin necesidad de pagar”. Sender inicia las colaboraciones de ‘Aragón Exprés’ y también, de forma algo más esporádica, con HERALDO. Sender se retrata así: “Antes que español soy aragonés, antes que aragonés oscense y antes que oscense ribereño del Cinca (…) Puede tener la seguridad de que mi amor por Aragón ha crecido con el tiempo y la distancia”.

         La correspondencia está redactada, en su mayor parte, a máquina de escribir, aunque también hay algunas notas manuscritas. Sender siempre completaba sus originales con notas de puño y letra. Tras su primer viaje a España en 1974, le dice: “El resumen de mi visita a España es que la minoría gobernante tiene miedo. ¿Miedo de qué? ¿De las llamadas masas? Las de España son más cultas que las de Francia o Inglaterra. Mejor preparadas para la convivencia. No comprendo ese miedo, la verdad”. Poco después le dice que ha aceptado colaborar en ‘Blanco y Negro’ como una forma de “contribución a la armonía”, aunque ha tenido la elegancia o la mano izquierda de negociar con la publicación nacional la posibilidad de publicar ese mismo texto luego en ‘Aragón Exprés’.

La profesora Luz Campana de Watts le cursa una carta a Fuembuena, donde le dice: “HERALDO le ha escrito pidiéndole un artículo mensual y diciendo que comprenden su colaboración en ‘Aragón Exprés’, porque ustedes tuvieron el acierto de adelantarse. Ramón ha accedido y enviará al HERALDO un artículo semanal”. Sender siempre quiso publicar en ambos medios. Tras su viaje de 1974, escribió en octubre: “Nuestros amigos de HERALDO me pidieron por teléfono un artículo para el número extraordinario del Pilar. Lo envié a vuelta de correo y esperó que llegó (sic) a tiempo. No puedo separarlos a ustedes –digo, a los colegas de uno y otro diario- en mi recuerdo agradecido, y no exagero si le digo que las horas que pasé en Aragón fueron las mejores de mi vida al comprobar que mis paisanos me recordaban y me querían, a través de tantos años”.

En su segunda visita a Aragón, en 1976, Sender insiste en que desea colaborar con la reconstrucción de la casa en que nació con la premisa de que no se le dé su nombre, y sí el de Casa de la Cultura de Chalamera. Cuando se publica el libro ‘Monte Odina’, una de sus obras más próximas al espíritu de Aragón y a su memoria del territorio, pregunta por los derechos de autor para entregárselos al Instituto que lleva su nombre para incrementar su biblioteca. Cuando recibió el volumen dijo: “Monte Odina’ queda muy bien y me gusta pensar que puede ser un clásico (como también ‘Solanar y Lucernario’ [que editó HERALDO]) de nuestro Aragón autónomo”. El seis de enero de 1982, poco antes de morir, Sender le escribió a su amigo: “Esto de escribir es un vicio más avanzado que el tabaco o el alcohol y tan poderoso como la atracción de la mujer. Y no menos arriesgado”. En otra carta, alude a “los amigos stalinoides de ‘Andalán”, que le habían criticado con cierta saña, y confiesa: “Yo soy viejo y no lo veré, pero creo que nos vamos al diablo. Los españoles solo se agrupan ‘contra alguien’ y no ‘pro algo’, lo que naturalmente conduce al caos”.

Tras la muerte del escritor en 1982, Eduardo Fuembuena recibió, de Luz Campana de Watts, una cajita que “contenía una pequeña porción de cenizas” de Sender para que fueran depositadas en la ermita de Chalamera.

 

 

1 comentario

Eduardo -

Estimado Antón,

Te felicito de nuevo por el estupendo artículo y por tu generosidad, de verdad encomiable.

Me hace mucha ilusión leerlo aquí, en tu blog.

La foto que has elegido me parece preciosa.

Un abrazo.

Eduardo Fuembuena.