EL CINE REAL, MI MADRE, IRÁN EORY Y OTROS RECUERDOS
El próximo día 6 de diciembre, viernes, a las 20 horas, se celebra en Arteixo el funeral de aniversario por la muerte de mi padre. Iba a celebrarse el sábado a las doce de la mañana cerca del río y entre los árboles, pero el sacerdote ha cambiado de idea en el último segundo. Por esos días llevaré a mi madre a Galicia: ya la veo intranquila, dándole vueltas a las cosas, pensando si se queda en Arteixo o si regresa a Zaragoza. Hoy me ha dicho: “Si le pusiéramos una nota en el periódico recordando el funeral, ¿crees que murmurarían de mí?” Está por aquí desde finales de agosto, con su pequeña cojera en la pierna izquierda y con sus infinitas ganas de hacer muchas cosas: barre, tiende, les da de comer a los perros y a los gatos, aconseja a los niños de pequeñas minucias, aunque por lo regular es una mujer envuelta en un continente de silencio.
Hoy, tras el partido del Garrapinillos y mientras jugaba el Real Zaragoza (aprovechaba la publicidad para verlo, aunque pareció que no había mucho que ver), vimos juntos la película Entre dos amores, que fue una de las últimas que vi en el Cine Real de Arteixo. Una película para el lucimiento de Manolo Escobar, respaldado por Isabel Garcés, y dos mujeres estupendas: la niña entonces, o adolescente ya, Inma de Santis, mito de este blog, e Irán Eory. Siempre he sido un incondicional de Inma de Santis, fallecida en un accidente de coche tras haber debutado como realizadora de cortos, y aún recuerdo cuánto me impresionó aquella belleza rubia de Irán Eory. Creo que fue una de las mujeres que me perturbó de veras en mi adolescencia. Lo que más ilusión me hizo fue ver la cara de felicidad de mi madre, que siempre ha sido una entusiasta de Manolo Escobar. En un determinado momento, me dijo: “Fíjate, qué guapo era de joven”. Para ella era guapo de joven y lo era de algo más maduro. Lo era siempre. Ni parpadeó. A mí la película me pareció todo un pastelazo lleno de buenas intenciones, muy propia de la época. La veía con mi madre, y recordaba muchas cosas, y esa compañía hacía la película más llevadera. Y le cogía las manos. Y bailaba María Antonia tú serás mi vida para que mi madre se riera... Irán Eory era excepcionalmente bella; esta actriz nacida en Teherán en 1938 y fallecida en México en 2002 me hacía pensar a menudo en otra bella mujer: Analía Gadé.
Lola Martín, del gabinete de prensa de la cuidadísima editorial Trea, me ha hecho llegar varios poemarios de su sello, entre ellos Casa de paredes abiertas. Antología poética (1974-2006) del escritor polaco Jósef Baran, y allí me encuentro con este poema que me lleva a pensar en una experiencia que viví hace ahora un año más o menos. Volví a casa convencido de que un día, tarde o temprano, mi padre vendría a ver la piscina, el pequeño jardín y las tres higueras de mi casa. No fue así.
MI PADRE EN EL HOSPITAL
padre mío marchito
qué pequeño te has vuelto
te acercas por el blanco pasillo
apoyándote en las paredes
quisiera poder cogerte en mis brazos
y acunarte con el cuento
de que aún vas
a vivir y a vivir
de que volverás a crecer
y de que te pondrás fuerte y sano
para que siendo de nuevo tu niño pequeño
puedas volver a llevarme de la mano
por algún sendero del campo
mientras murmuran a nuestro alrededor
los infinitos trigales de la vida
8 comentarios
Berta Ramos -
Proby -
zerouno -
Lamia -
filomeno -
ana a. -
Rafael Castillejo -
Magda -
Estoy de acuerdo con tu madre, Manolo Escobar era guapo, y vaya que sí.
Un hermosísimo poema... Los padres y las madres, son nuestros inmensos y hermosos tesoros.