CLINT EASTWOOD: UNA NOTA SOBRE 'EL INTERCAMBIO'
No suelo frecuentar los foros de cine, pero hoy lo he hecho para recabar alguna información de ‘El intercambio’ de Clint Eastwood, la película que vi ayer con mis hijos (Diego y Sara) y mis sobrinos (Jose, María e Isabel) en el cine Palafox. Me ha costado algún tiempo, pero desde hace algunos años Eastwood es uno de mis narradores favoritos. Es un realizador clásico, que cuenta con un estilo invisible, de gran efectividad, es un gran narrador que dirige con cuidado e intensidad a sus actores. Conservo magníficos recuerdos de muchas de sus películas (Sin perdón, Los puentes de Madison County, Mystic River…) y siempre me sorprende su atrevimiento, su rigor, su inclinación a abordar temas complicados y a denunciar los excesos del poder y algunas perversiones constantes de la sociedad norteamericana. Es un cineasta al que le interesan las pasiones, la vulnerabilidad, la infancia atropellada, el crimen y la violencia, la incomunicación, el poder, los complejos lazos de familia, los personajes atrevidos dispuestos a ponerse el mundo por montera o por bufanda.
No sabía casi nada de la película. No había leído apenas nada, quizá por ello llevé a mi hija Sara de 10 años. No parpadeó, ni los demás, ni tampoco yo. Clint Eastwood cuenta una historia un tanto inverosímil: sospecho que las lagunas del guión –como el hecho de que una presionada madre acepte un hijo que sabe que no es el suyo: esa foto que se volverá en contra de ella-, y algunos otros, deben ser verdad. Es decir, debieron ocurrir en ese caso que le inspiró la película, que transcurre en los Ángeles entre 1928 y 1935, creo recordar. La realidad siempre dona las mejores historias y también esos sesgos que parecen irreales, la realidad rara vez adapta las convenciones de la ficción.
Dicho eso, la película corre todo el rato un riesgo inequívoco: tiene algo de folletón de cine de sobremesa, de historia lacrimógena, con algún que otro desvío sentimentaloide, pero una y otra vez se alza, una y otra vez se percibe una mirada, una intención, la crítica, una moral, una convicción. Angelina Jolie (no conozco bien su carrera, pero me parece que está mejor que nunca: tiene que hacer un ejercicio constante de contención desde el dolor y no lo hace mal) acaba rebelándose contra la perversidad policial, ayudada por el predicador (John Malkovich), y contra la brutalidad del manicomio. Las escenas de su interior te hacen pensar en ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’. Su retrato psicológico es interesante, igual que la terquedad del niño impostor, que es un niño pícaro. Pronto entran en acción otros elementos: el azar, sin duda, el equívoco, y una vuelta de tuerca en la historia con ese relato del asesino en serie de niños, que tiene mucho que ver con la idea del Destino. Es impresionante la confesión del niño asesino. La película avanza con tensión, con vivacidad, y también va cargada de buenas intenciones: no sé si es el maniqueísmo de Eastwood, o su esperanza en que los malos pierden, o si fue la realidad, el drama acaba bien. La corrupción puede vencerse: el director elogia el valor de la democracia, el sentido de la justicia, el valor de la esperanza. Quizá la escena final pueda sonar a apología de la pena de muerte, que él defiende en el caso de los asesinos y violadores de niños, y quizá se le vaya la mano con la escena final del otro niño desaparecido que regresa. Ahí el guión se debilita y se debilita un poco una película admirable e intensa, de nervio narrativo, bien trazada y ambientada, que ya había cerrado unos minutos antes con convicción y con belleza cuando la radio anunció que la película ‘Sucedió una noche’ recibía el Oscar.
Ese título, ‘Sucedió una noche’, tampoco es ajena a más de una lectura simbólica.
No sé qué lugar ocupa ‘El intercambio’ en su producción, no creo que sea una obra maestra, pero sí es una estupenda película, con yerros y algunos deslices, pero poderosa, estupendamente contada.
3 comentarios
Carlos Apresta -
http://en.wikipedia.org/wiki/Wineville_Chicken_Coop_Murders
patro -
Antonio Serrano Cueto -