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Antón Castro

FLEUR JAEGGY, SEGÚN F. COMPANY Y J. RODRÍGUEZ

FLEUR JAEGGY, SEGÚN F. COMPANY Y J. RODRÍGUEZ

He empezado a leer el último libro de la escritora argentina, afincada en Cataluña desde hace años, Flavia Company: ‘Con la soga al cuello’ (Páginas de Espuma), donde hay cuentos espléndidos. Leo en su blog, fcompany.blogspot.com, una nota acerca de un libro muy querido: ‘Los hermosos años del castigo’ de Fleur Jaeggy.

 

"Y en el espejo sus ojos cristalinos, impregnados de fe, concisos como un epitafio": es una de las fantásticas frases de este pequeño gran librito.

Esa concisión de epitafio, mezclada con la profundidad de una mirada inteligente, da su carácter a la narrativa de Fleur Jaeggy. Una autora excepcional. Nacida en Zurich y educada en alemán, escribe sin embargo en italiano -razón por la cual pude yo gozar traduciendo su "El temor del cielo", relatos publicados hace años, también por Tusquets.

Cómo leer a Fleur Jaeggy, pues, en mi opinión:

-En primer lugar, siéntese. No la lea de pie, por ejemplo en el metro, o mientras espera un autobús. No. Siéntese y, a ser posible, con comodidad. Necesitará usted apoyarse, en algunos momentos, para pensar con parsimonia en lo que acaba de leer.

-Intente rodearse de silencio. Quite la música de fondo, apague el móvil, descuelgue el teléfono, desconecte si puede el timbre de su casa. Jaeggy pide recogimiento y concentración. Interrumpir su lectura -este libro tiene sólo 118 páginas de letra grande- sería absurdo.

-Olvídese de todo lo que ha leído y de todo lo que va a leer. Jaeggy es distinta. Tiene su mundo y lo muestra a su manera.

-Procure visualizar lo que lee. La sensualidad de Jaeggy es de escándalo, y contrasta sobremanera con su prosa escueta y desnuda.

-Si puede, léase algunos fragmentos en voz alta. Va a disfrutarlos. (Si puede, sobre todo, léala en italiano, claro).

-No tenga prisa. La brevedad de Jaeggy es producto de un gran esfuerzo de síntesis. Nuestra lectura debe desplegar lo que ella tan bien ha enrollado. Hay que tomarse tiempo. Masticar, paladear, ingerir, rumiar.

-Para acabar: si no conocía a Fleur Jaeggy hasta ahora y la lee a causa de este post, sepa que me estará eternamente agradecido/a. :)

"Los hermosos años del castigo" es una nouvelle, ese género tan adecuado para los tiempos veloces que corren, y trata de las fronteras: las que separan la cordura de la locura, la belleza del horror, el cautiverio de la entrega, la crueldad de la rigidez. Esas fronteras, las más difuminadas, las menos ciertas, las de la duda. Una joya.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Busco más cosas y encuentro este precioso y lúcido texto de mi admirado Julián Rodríguez, escritor y director del sello Periférica.

   

 

BREVE DICCIONARIO JAEGGY

 

Fleur Jaeggy nació en Zurich en 1940, vivió en París y en Roma, y posteriormente se instaló en Milán. En España han sido publicados cuatro de sus seis libros: El ángel de la guarda (1974), que su autora se ha propuesto no reeditar más; el fundamental Los hermosos años del castigo (1991), sobre su vida en un internado suizo; el volumen de relatos El temor del cielo (1998), que la convirtió definitivamente en una "autora de culto"; y la novela Proleterka (2001), quizá su libro más popular, y que obtuvo el Premio Viareggio.
    En los habituales recuentos de su biobibliografía nunca deja de citarse que su marido y editor (en Adelphi) son la misma persona: el ensayista Roberto Calasso.



Comienzo
Hay un cuento estremecedor de Fleur Jaeggy, incluido en El temor del cielo, que se titula "Sin destino". Puede resumirse en una frase: una madre muy joven, Marie Anne, aborrece a su hija, que es todavía una niña. Todo lo que sucederá en el cuento brota de ese verbo: aborrecer. Podría decirse que una sola palabra genera todo el relato, "es" todo el relato.


Así sucede siempre en los libros de Fleur Jaeggy. El comienzo de cada texto encierra el texto entero. Desde Il dito in bocca (1968), donde la autora parece reescribir algunas proposiciones del Tractatus de Wittgenstein, hasta Proleterka, que comienza de este modo: "Han pasado muchos años y esta mañana siento un deseo repentino: quisiera tener las cenizas de mi padre". Fue Patricia Highsmith la que dijo que en el principio de todo buen libro debe haber más misterio que en su final.



Crueldad
No está de más ese nombre, Highsmith, al lado del de Fleur Jaeggy. ¿Correspondencia aventurada? No, la crueldad las empareja. Se ha dicho de Fleur Jaeggy que es "el escritor italiano más cruel". Una crueldad que nace tal vez de Henry James (con quien la comparó Joseph Brodsky, que también citaba a Conrad y a Jane Austen), y para la que se necesita que la escritura sea de buril (no por menos tópico el símil, menos exacto) y la perspectiva de telescopio.

El buril procura el detalle, el típico "detalle Fleur Jaeggy", y la perspectiva telescópica tanto la distancia (cerca y lejos a la vez) como el escepticismo (de "skeptomai", que significa observar).

Estilo
El estilo de esta autora que fue modelo fotográfica antes que escritora parece identificarse bien precisamente con algunos de los rasgos necesarios para esa profesión (no la de escritora): laconismo, sobriedad, estatismo. Pero no son sólo éstas las apreciaciones que se hacen del estilo de Fleur Jaeggy. Es habitual leer que sus palabras son (más tópicos) "como diamantes", "como cristales", "como piedras esmaltadas". Por su dureza, por su belleza, por su precisión.

Identidad
En los libros de Fleur Jaeggy hay sobre todo una identidad de clase, de una burguesía crecida entre el luteranismo y el calvinismo, con objetos que alcanzan una importancia esencial como referentes vitales (un piano Steinway es en Proleterka representación de la madre). Identidad construida tanto por modelos literarios heterodoxos (Eckart, Robert Walser, Ingeborg Bachmann) como ortodoxos (Annemarie Schwarzenbach, Franz Werfel). Identidad construida, pues, como un puzzle, en narraciones que oscilan a lo largo del relato (como en Proleterka) entre la primera y la tercera persona, y que podemos ligar a dos libros también alejados del mainstream literario y traducidos precisamente por Fleur Jaeggy: las Vidas imaginarias de Marcel Schwob y Los últimos días de Enmanuel Kant de Thomas de Quincey, otros dos visionarios.



Lugar
Se ha dicho antes: las novelas de Fleur Jaeggy son eminentemente estáticas. El movimiento es una anécdota. Los auténticos viajes de sus libros, tildados muchas veces de "novelas metafísicas", son cambios en la conciencia, viajes interiores. Sus verdaderos lugares son sólo literarios. Y entre ellos no sólo Grecia, Venecia o Zurich, sino, sobre todo, ese otro "lugar" literario por excelencia: la adolescencia.

 

 

4 comentarios

carmen -

Me apunto en este momento a leer a Fleur Jaeggy.Antón estupenda presentación de esta escritora y no menos delicioso el texto de Julián Rodríguez de como hay que leer a Fleur Jaeggy.Saludicos

piero -

Vaya, pues es cierto eso de que no hay dos sin tres. La invitación a leerla ha sido tan...que sólo me queda sonrojarme por haber tenido la suerte de leerla en su lengua original.

Entrenomadas -

Por suerte la conozco y bastan bien. La conocí gracias a las letras de dos canciones de una belleza fría, precisa y sobria como son "Hiver", "Le Aquile". Las dos compuestas para su amigo Franco Battiato. En algún sitio he leído que los críticos la consideran como una autora de “lo ausente”, es decir, cobra mayor importancia lo que no se dice que lo que se dice.

Quizá por eso hace ya años que Fleur Jaeggy está en mi mesa. Yo también aconsejo su lectura. Y me alegra muchísimo este post que seguro servirá para que muchos otros se acerquen a ella.

M

Luis Antonio -

La presentación que has hecho de Fleur Jaeggy me resulta tan sugestiva que hoy mismo pienso adquirir y devorar alguno de sus libros.Muchas gracias y saludos