JOSÉ LUIS CANO ESCRIBE PARA 'ZARAGOZA REBELDE'
Hace unos días me llamó Jota, uno de los coordinadores del proyecto ‘Zaragoza Rebelde’, muestra que se exhibe en el Centro de Historia y en el Cuarto Espacio, para ofrecerme un catálogo de la muestra, que me llegará dentro de unos días. Hoy visito la estupenda página de José Luis Cano –dibujante, humorista, escritor y teórico del arte: esta semana es uno de los invitados del programa ‘Borradores’ (Aragón Televisión), junto a Carlos Grassa Toro y cierra su intervención con la palabra ‘Pene, pene, pene’-, y copio este texto suyo.
Santa Cruz, plaza del arte.
Por José Luis CANO
Con semejante slogan, alguien tuvo la idea de convertir la Plaza de Santa Cruz en un Montparnasse zaragozano, a principios de los años setenta. La idea era muy hortera pero decidimos aprovecharla. Podía ser un buen lugar para organizar happenings y performances.
El primer día organizamos la fiesta del papel. Hicimos una amplia convocatoria dirigida a los niños y el domingo por la mañana apareció Joaquín Jimeno en un camión cargado con papeles de todo tipo. No recuerdo dónde lo había conseguido. Descargamos en la plaza y empezamos a improvisar. Teníamos pinturas, tijeras, pegamentos, grapadoras… y niños, muchos niños que se desembarazaron de la compañía de sus padres y entraron en un incontrolable frenesí creador o destructor, no recuerdo. Lo que sí recuerdo es que un niño se hizo, con mi ayuda, un vestido que recordaba mucho a la bata de médico de Groucho Marx. Loco de contento fue a enseñárselo a su madre: “¡Mamá, mamá!” La buena señora le soltó una bofetada de las de padre y muy señor mío. Por mamarracho.
Los siguientes domingos, las actividades ya fueron dirigidas a los adultos. También había muchos. Cada uno hacía lo que le daba la gana. Algunos incluso empezaron a llevar cuadros para vender. Recuerdo que un día repartí octavillas con un fragmento de Julio Cortázar: “Qué maravillosa ocupación ir andando por el bulevar Arago contando los árboles, y cada cinco castaños detenerse un momento sobre un solo pie y esperar que alguien mire, y entonces soltar un grito seco y breve, girar como una peonza, con los brazos bien abiertos, idéntico al ave cakuy que se duele en los árboles del norte argentino”. Muchos, por miedo o porque eran apolíticos, se negaban a cogerlas.
1 comentario
Entrenomadas -
Hay textos e imágenes muy buenos tanto en el libro como en la exposición.
M