EL PINTOR Y EL SILENCIO: EVOCACIÓN DE VICENTE
EL PINTOR Y EL SILENCIO
Vicente ha recorrido medio mundo. Él es el caminante apacible de casi todos países: se ha bañado en cien ríos, ha copiado cielos inolvidables, ha oído las lenguas del planeta, se ha asomado a los monasterios donde el silencio es perfecto con su voz de atardecida. Es el pasajero interior que ha explorado el alma de los hombres y, sobre todo, su propio corazón alanceado de plenitud. Ha pintado lo que veía, lo que soñaba, lo que brotaba de su intuición de poeta zen o de amanuense sufí. Desde hace bastantes meses vive cerca de la torre mudéjar de Utebo: pugna con la enfermedad y el olvido, se abandona al dulce amor de Ana, sonríe, alimenta sus poemas y sus delirios. Conversa. Cuando se alza la mañana o se desvanece el último sol de la tarde se asoma a la terraza y observa. Mira los pájaros de fuego, el cauce del Ebro, encañonado entre peñascos, mira los juncos y los cañaverales. Y lentamente, como quien esboza una sonrisa cómplice con el mundo, acumula imágenes, palabras, aforismos: se empapa de vida, de sensaciones, de olores. Luego, se reclina en un sofá, a la sombra de sus cuadros, y sueña que pinta, sueña que sueña, sueña que vuelve a recorrer todos los pasos del camino. Y entorna levemente los ojos, protegido por el austero paraíso de recogimiento que se concentra en sus lienzos. Cuando los abre, se encuentra ante el ordenador, ante esa pantalla que llena de signos, de sustantivos, de corrientes de agua y de espejos de luz que le devuelven su rostro y la memoria de su infinita odisea en medio de la tempestad.
*El próximo mes de julio, en los últimos días del mes, se inaugurará en el Palacio de Sástago una exposición retrospectiva del pintor Vicente Pascual Rodrigo de su obra realizada entre 1989 y su fallecimiento en 2008. Por puro azar, en una carpeta donde conservo un proyecto de poemario en prosa, encuentro este texto. Las coordinadoras de la muestra son su hija Cira Pascual Marquina y Marisa Cancela, directora del Museo Pablo Serrano. (Esta foto es de Bernard Plossu).
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