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Antón Castro

OTRO MILAGRO PARA MARADONA

OTRO MILAGRO PARA MARADONA

Creo que nunca ha habido un futbolista que me gustase más que Diego Armando Maradona. Me fascinaba. Lo admiraba con auténtica locura y me hizo muy feliz muchos días, muchas tardes. Lo tenía todo: una clase casi sobrehumana. Poseía regate, toque, visión de la jugada, era capaz de fácil lo imposible.

 

Desde hace unos meses entrena a la selección argentina, que no ha levantado cabeza, seriamente hablando, desde su marcha. Maradona jugó maravillosamente bien en 1994, ante Nigeria, cuando dio positivo; acababa de marcar dos goles. Luego su existencia ha sido un poema un tanto patético en casi todos los órdenes.

 

Quiza porque es una leyenda, el dios laico de Argentina, le dieron la dirección de la gran religión del país: la selección de fútbol. Y ahí, partido tras partido, ha ido de naufragio en naufragio. No ha sabido crear un bloque, organizar un sistema, no ha sabido recordar cómo se jugaba cuando él estaba. Ha ido de desconcierto en desconcierto. Y, prácticamente, nadie le ha aplaudido. Es más, para no criticar a Maradona, se ha criticado a Messi. Aún así a Maradona le dolieron algunas críticas, algunos comentarios. El país sentía más la incertidumbre de su selección que la grave crisis mundial.

 

Hace unos días, Martín Palermo le salvó la cabeza, y ha pasado a ser San Martín Palermo. Su gol llegó de milagro en el minuto 94, creo, pero llegó. Y ayer, en feudo uruguayo, Argentina marcó un solitario tanto de Bolatti cuando se moría el partido. Suficiente. La selección blanquiazul, que juega muy por debajo de la presunta y de la objetiva calidad de sus figuras, estará en el Mundial de Suráfrica.

 

Maradona insultó a todos los periodistas. Los insultó gravemente, con apabullante obscenidad y menosprecio. Igual que hicieron algunos futbolistas. Aquel desafuero podría ser fruto de la pasión, de la ansiedad y de los nervios. Al fin y al cabo, Maradona estuvo lidiando desesperadamente con el fracaso y ha salido adelante por dos golpes de suerte, no por la calidad de su juego, ni por el empuje ni por el contagio de su furor antiguo de ganador.

 

En la rueda de prensa volvió a expresarse en los mismos términos. Aún peor, con el mismo odio, con la misma falta de deportividad. Dijo: "A los que no creían, con perdón de las damas, que la chupen, que la sigan chupando. Yo soy o blanco o negro. Gris no voy a ser en mi vida. Ustedes me trataron como me trataron, sigan mamando".  Solo le faltó invocar “la concha de la madre” de los periodistas. Maradona ha sido un decepcionante seleccionador. Malo, sin ideas, atragantado, dubitativo; rara vez acertó con el bloque. La victoria de ayer y la de anteayer le han dado el respiro que deseaba.

 

Julio Grondona le ha justificado y le ha perdonado. Eso sí: lo que tenía que haber hecho, probablemente, es haberle dicho: “Muchas gracias, Diego. Objetivo cumplido por los pelos, con más pena que gloria. Ahora, relájese”. O mejor aún: “Váyase a casa. No lo eche todo a perder”.

1 comentario

JESUS -

Saludos

El caso es que lo mismo se presentan en el mundial, llegan a la final a la italiana y Don Leo nos hace media docena... en un momento de cordura futbolistica de Diego, aumentando su leyenda, a un paso el uno de la canonizacion y el otro de la beatificacion en Roma.

Le llueven las ofertas de la Premier y aledaños y el les dice a todos que no y se marcha de Mister al Garrapinillos.

Saludos, echaba de menos las cronicas futboleras.