CALVOMOÑACOS / 5. A LA MANERA DE GRIS
Los boxeadores se golpean la cara con desorden. La frase, creo recordar, la escribió Eduardo Arroyo. Antes se la oí a mi padre de otro modo: él había peleado por puro azar en Melilla, tumbó a un campeón vasco e hizo de ello una leyenda familiar. Cuando caía la noche, en torno a la hoguera, hablaba de dos terribles puñetazos. “Lo mandé al hospital durante catorce veces. Esa es la verdad. Todos los días soñaba que regresaba y que me partía la cara en trozos diminutos y sangrientos como piezas de pescado. Mi cara y todo mi cuerpo eran una auténtica carnicería”.
Un día, cuando estaba próximo a morir, me dijo: “Aún ahora sueño que regresa, y solo me dice una frase: ‘No te perdono’. Antes de yo pueda reaccionar me lanza el primer golpe”.
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