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Antón Castro

EDUARDO ARROYO. BOXEO Y LITERATURA

EDUARDO ARROYO. BOXEO Y LITERATURA

 

 

SERÁ INAUGURADA EL PROXIMO MARTES

CON LA PRESENCIA DEL AUTOR.

 

VALLADOLID SE SUMA AL DIA DEL LIBRO CON LA EXPOSICIÓN “EDUARDO ARROYO. BOXEO Y LITERATURA” QUE ABRE HOY SUS PUERATS EN LA SALA MUNICIPAL DE EXPOSICIONES DE LA IGLESIA DE LAS FRANCESAS.

 

Valladolid se suma al DIA DE LIBRO que se celebra mañana viernes dia 23 de abril con la apertura en la Sala Municipal de Exposiciones de las Francesas de Valladolid, de la exposiciónEDUARDO ARROYO. BOXEO Y LITERATURA, una muestra articulada a partir de la colección de libros, impresos y  fotografías sobre boxeo de la colección de Eduardo Arroyo, así como de obras realizadas por el artista (dibujos y pinturas), dedicadas a las figuras más significativas del cuadrilátero, presentará ese particular universo, hoy ya casi desaparecido, en el que un deporte de gran dureza, que exigía una gran preparación física, se conjugó con la literatura, el arte, el mundo de los negocios (en muchas ocasiones absolutamente turbios) y la auténtica realidad existencial. Arroyo  asistirá el próximo martes a la inauguración oficial de la muestra.

Eduardo Arroyo, apasionado del boxeo y, en consecuencia, gran conocedor de todos los vericuetos y actos de esa peligrosa tragedia estructurada en asaltos, ha realizado a lo largo de su carrera toda una galería de retratos pugilísticos en la que, como se ha escrito, “reconoce, como artista y aficionado, la distancia justa, la geometría de lo que se dibuja en el cuadrilátero…”. Y en esa galería, destacan personas que, históricamente, representaron mucho más que unos simples gladiadores que pelearon por la bolsa: Jack Johnson, Yanek Walzack, Arthur Cravan, Kid Chocolate o Panama Al Brown. Como ha afirmado el propio Eduardo Arroyo: “El ring es un hombre solo. El boxeador es un hombre solo. El ring es un cuadrado blanco, marcado por la sangre, el sudor, el agua y la resina donde se representa el drama. Sangre, sudor, lágrimas. Éxitos raros y fracasos frecuentes. Una toalla vuela como una paloma derribada por un disparo”.

La exposición incluye alrededor de cien obras entre las cuales varios dibujos a lápiz  ( Panama, Arthur Cravan après son combat contre Jack Johnson, Jack Johnson, Emile Di Christo, Juan Albornoz “Sombrita” boxeador, Pierre Montané champion d’Europe……. ) y litografías (Saverio Turiello, la Pantera de Milán, Jocs d’Olímpia, Direct Panama…), unas pinturas al óleo (Cerdan, Raymond Famechon…),  numerosas fotografías del archivo personal del pintor (Panama Al Brown haciendo guantes con uno de sus sparrings en París, Al Brown y Young Pérez antes de su combate en París, Campeonato del mundo Al Brown-Sangchili, Valencia, 1935, Al Brown se entrena en Valencia, Al Brown y Jean Cocteau, Al Brown y Maurice Chevalier en 1938, Jack Johnson contra Arthur Cravan en la Monumental de Barcelona, 1916…) así como varios artículos de Jean Cocteau y primeras ediciones de libros de Hemingway.

En su colección de libros boxísticos destaca Antonio Ruiz, que Ramón Gómez de la Serna dedicó, en 1926, al boxeador de Vallecas que llegó a ser campeón de Europa de los pesos pluma. Obran en su poder las autobiografías de Sugar Ray Robinson, Tiberio Mitri, Dariusz Michalczeswki, Dum Dum Pacheco, páginas manuscritas de Jean Cocteau dedicadas a Panamá Al Brown. Y, asimismo, carteles de los primeros años del siglo XX y retratos fotográficos de Ernest Hemingway con Kid Tunero. Esta exposición celebra un deporte que como competición y espectáculo es, no sólo una de las actividades más antiguas del mundo, sino un elemento de la cultura popular moderna. Arroyo nos invita a emprender el recorrido por esa pasión tan suya y jamás desmentida

Eduardo Arroyo nació en Madrid el 26 de febrero de 1937. Cursó estudios primarios y secundarios en el Liceo Francés y en el Instituto de Nuestra Señora de la Almudena de Madrid. Posteriormente ingresó en la Escuela de Periodismo. Con la idea de poder abandonar cuanto antes la atmós­fera irrespirable de la España franquista, adelantó su ingreso en el ejército para cumplir el servicio militar obligatorio. En 1958 se trasladó a París con la intención de dedicarse al periodismo. Sin embargo, no tardó en interesarse por el poder de la imagen y su inteligibilidad inmediata. Así, en 1960 participó en el Salón de la Jeune Peinture. Rechazando tanto los dogmas artísticos como la arbitrariedad política, se convirtió en uno de los principales ins­piradores del movimiento denominado Figuration Narrative. Su obra pictórica, que ofrece periodos violentamente críticos y otros más humorísticos, se basa siempre en la alquimia del collage: «Es precisa­mente ese aspecto serial, fragmentario, dividido, esas diferencias estilísticas, esas mezclas... toda esa incoherencia es la que constituye, finalmente, la coherencia de mi obra», afirma el pintor. Un eclecticismo deliberado lo ha llevado a trabajar también con otros materiales y es así cómo las téc­nicas de la estampa, la cerámica o la es­cultura hacen que vuelva al óleo y al lienzo con más fuerza aún. Su pintura es literaria y autobiográfica. Sin embargo, no renun­cia a la escritura: es autor de la biografía "Panamá" Al Brown; de la obra de teatro Bantam; de la colección de reflexiones ti­tulada Sardinas en aceite; de la obra El Trío Calaveras, Goya, Benjamín, Byron-Boxeur, de Un día sí y otro también, un diario pin­tado-escrito.

*Virgin-Hill. De Arroyo.

3 comentarios

Nike Dunk Sb -

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antonio cardiel -

Es curioso, pero ando estos días buscando la manera de ponerme en contacto con Eduardo Arroyo por un tema de boxeo que me gustaría comentarle y que creo a él le haría gracias, así que aprovecho, Antón, que te haces eco de su exposición para lanzarle este mensaje, a Arroyo o a cualquier persona que me pueda facilitar la manera de encontrarlo. Un saludo. Antonio Cardiel.

gonzalo villar -

imagino un purgatorio de boxeadores en que los personajes de aquellos libros escuchen incesantes campanas que los traben en infinitas luchas, mientras un ejército de aficionados los apoya. Quizás sea el estadio africano de Alí y Foreman, quizás se trate del reducto porteño en que reinaba Monzón o nuestro Caupolicán con Martín Vargas rezando a su Virgen celeste ante las cámaras del dictador. Tal vez Cortázar relate las peleas y actúe de réferi, médico y jurado.