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Antón Castro

ANTONIO CERUELO, CASI UN RETRATO

El ojo de los artesanos

 

Antonio Ceruelo es el fotógrafo del sombrero: como un comisario McCloud que va de aquí para allá, con sus cámaras y su paciencia, para captar paisajes inolvidables, el cuadro pintado de las piedras arcaicas (ya sea en Compostela, en Albarracín o en el mudéjar turolense con su catedral) y la vida de los artesanos. Ceruelo ha recorrido Aragón de punta a punta para encontrarse con esa gente sigilosa que trabaja con tenacidad y lentitud, en un espacio fuera del tiempo. Cuando llega, dispone sus máquinas y charla con estos amanuenses de lo soñado y de lo necesario: ceramistas, tejedores, joyeros, orfebres, ebanistas, escultores, forjadores, esmaltadores, virtuosos del cuero… Percibe la calidez de los talleres con su música de fondo: los artesanos conviven con el silencio y con la radio. Lo mira todo. Antes de realizar sus retratos y de aislar en un bodegón las piezas, se adentra en las historias, conoce sus formas de trabajar, la producción de fondo, esas vidas minúsculas, casi invisibles y hechizadas. Luego, con confianza, cuando ya es el dueño de la luz y de algunos secretos del corazón, Antonio Ceruelo dispara. Dispara y encierra la magia, la intensidad y la exaltación de otras formas de existencia en una instantánea. Sus fotos son a veces como cuadros: como interiores de Velázquez, estancias artesanales de Vermeer, penumbras trabajadas en sombra y oro viejo como Rembrandt. Antonio –que ya viaja con otro Ceruelo, Héctor- documenta y fija la historia de estos resistentes, partidarios de la pieza única, partidarios de una relación casi alquímica con los materiales y de la belleza. Estos días, los artesanos, con su pujanza indómita, vuelven al Auditorio. Son los últimos mohicanos de las manufacturas. Casi todos han posado para Antonio Ceruelo. Esa es otra forma de aspirar a la inmortalidad.

Una foto de Antonio Ceruelo.

1 comentario

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Gracias por tu blog, me hizo aprender mucho