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Antón Castro

TRECE AL SOL, 14: AGNES DAROCA

TRECE AL SOL, 14: AGNES DAROCA

TRECE AL SOL DE... AGNES DAROCA

Agnes Daroca (Zaragoza, 1978) es diseñadora gráfica e ilustradora. Realiza talleres de artes plásticas en Los Imaginantes. Ha publicado el cuento infantil  ‘El niño cabeza de cubito de hielo’.

 

“Sin paella ni alcachofas, ¡todo puede ser perfecto!”

“El verano es tiempo de calle más que de pantalla”

 

-1. ¿Qué hace una ilustradora en verano?

-Nadar, resoplar de calor, comer helados, perseguir a las mariposas que le van a casa, luchar de noche con el vecino que quiere matar al grillo que no le deja dormir, contar salamandras en las fachadas, mirar a la Osa Mayor, dormir la siesta, comer sandía, observar la felicidad de sus conejas, cantar bajito, bailar sin ritmo, leer, ir descalza, pensar en el otoño, reírse para no perder días, trabajar, imaginar, dibujar… uff ¡y muchas más!

 

-2. Empezamos muy bien. ¿Dónde sueles veranear?

-Donde surge, si surge. No tengo un lugar de veraneo. Antes aún pasaba algunas semanas en Alcañiz cuando mis padres estaban allí, ahora ya no están y yo vivo en Villafranca de Ebro, al estar en un pueblo hago días de verano en Zaragoza. Lo bueno es que no tengo que ir unos días al pueblo para dormir fresca.

 

-3. ¿Es de playa, de montaña, de ciudad o de pueblo?

-Soy de todo, si estás disfrutando del sitio da igual donde sea. Aunque bueno, yo por querer, quiero lo que no tengo, ¡ser sardina en el mar!, que Los Monegros son duros todo el año.

 

-4. ¿De qué se alimenta una artista, es el verano fuente de estímulos, de ideas, de imágenes?

¡Este año, de mucha sandía! El calor me para bastante para dibujar, así que me aprovecho y me alimento de libros, sol, piscina, terrazas... Freno en la parte de ilustración, todo lo demás (el estudio de diseño, la editorial y los talleres con niños) lleva un trabajo que no puedo parar tanto pero para el que me sirve mucha parte de la alimentación para ilustrar.

 

-5. ¿Cuál ha sido el viaje de verano de su vida? ¿Y la ciudad?

-En verano no suelo moverme, a no ser que salga algún viaje que merezca la pena (aunque sea a Huesca). Sin duda, la que me ha dejado huella es Madrid. También hay una segunda ciudad, en la que no me importaría tener una casita de color azul (la tengo localizada) y una barquita en la playa de Las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria.

 

-6. El verano está asociado a la infancia y a la adolescencia. ¿Cómo fue esa época?

-¡Fantástica! Yo pasaba los veranos en casa, en Alcañiz y había semanas que me llevaban a Valjunquera –el pueblo de mis abuelos–, y otras veces a Nuez de Ebro –aquí en Zaragoza–. Son pueblos pequeños en los que correr por las calles hasta altas horas de la noche no suponía ningún problema. Ibas a las piscinas, te hacías las marcas correspondientes en las rodillas por las caídas de bici, los helados, hacer gaseosas fresquitas El Tigre (¡suertuda una, que mi abuela aún me hacía!). Alguno de los veranos también los pasaba con mis otros abuelos en Zaragoza. Conforme crecí ya no iba tanto con los abuelos y me quedaba más en Alcañiz. Allí, al no ser muy grande, también se disfrutaba de cierta libertad veraniega.

 

-7. ¿Cuál es su mejor recuerdo? ¿Nació en esa época su vocación artística?

-Creo que recuerdo los veranos por ser las épocas donde más tiempo podía estar con los lápices Alpino, la plastilina y todo lo que se podía transformar para hacer algo. Como no tenía que madrugar, cuando mi padre venía de noche y se ponía a hacer sus dibujos, yo me ponía a su lado intentando conseguir su material, haciendo las mil caras de pena perfectas, pero nunca llegaban los rotuladores buenos a mis manos. Yo era muy descuidada y sus trabajos eran muy limpios comparados con lo que yo hacía. Debió salir de ahí mi vocación artística.

 

 

-8. ¿Cuál es para usted el menú de un día perfecto?

-Gastronómicamente hablando, y seguro que rozando la herejía, podría decir que cualquier cosa haría un día perfecto si nos saltamos la paella y las alcachofas. Por lo demás, ¡todo puede ser perfecto! He ido aprendiendo que el momento perfecto lo crea uno mismo. Cuando surgen cosas o encuentros, y puedes posponer lo que tenías que hacer, hay que aprovecharlo. El otro día me vi jugando en la piscina a unos juegos de mesa y me lo pasé en grande. Luego de noche fui a ver unas vacas que hay en una granja cercana y al final, llegué a casa con una sonrisa de oreja a oreja. Lo bueno de disfrutar de las cosas es que da igual lo que hagas en el día.

 

-9. ¿Qué canción, qué álbum ilustrado o qué artistas están asociados a un verano inolvidable?

-Una canción, del verano pasado: ‘El hombre que casi conoció a Michi Panero’ de Nacho Vegas. ‘La melancólica muerte del niño ostra’ de Tim Burton no entraría dentro del álbum ilustrado pero me lo compré un verano y me enamoró. Pascual Berniz como artista, de mi vida y de algunos veranos. De cría, durante tres años gané un concurso de artes plásticas de la Diputación de Teruel donde el premio era una semana en Valderrobres pintando en el castillo. ¡Tan maravilloso! Ahí aprendí muchísimo de creatividad, pintura, dibujo y amistad.

 

-10. ¿Cuál ha sido el gran personaje de sus vacaciones?

-Leopoldo María Panero. Comimos un día con él (ando con un proyecto personal sobre él) y para mí verle en El desencanto, leer sobre y de él, y conocerlo en persona fue toda una experiencia. Los personajes de ficción en mi vida han ido creciendo muy rápido últimamente aunque el gran personaje es Cubito, todo el verano pasado decidiendo que hacer con él hasta que nació Los Imaginantes Ediciones y salió a la luz.

 

-11. ¿En qué han cambiado los veranos con internet y con la crisis?

-Internet ha mejorado la comunicación con la gente y ha permitido el poder conocer a personas nuevas, aparte de ser un gran contenedor de información. La cuestión está en que se utilice como un complemento más en la vida y no como un consumidor de vida. El verano es tiempo de calle más que de pantalla. Quizás lo de la crisis ha hecho que valoremos el disfrute de las cosas normales, me refiero a valorar lo que se tiene en cada lugar. Lo malo es que el mundo se ha creado una idea de felicidad fuera de sus casas, las mismas por las que hemos pagado millones y no se sabe disfrutar sino es marchándose de ellas. Espero que los veranos se llenen de comidas y cenas reuniendo de nuevo a la gente en las casas. Yo ya empecé hace unos años y me encanta.

 

-12. Si tuviera que resumir el espíritu del verano en un ‘tuit’, ¿qué diría?

-¡Nos vemos en septiembre! En verano tendríamos que desconectar de pantallas y buscar un buen lugar con sombra para leer todos esos ratos que se nos llevan los ‘tuits’.

 

-13. ¿Cuál es la mejor anécdota o aventura estival vinculada a tu profesión?

-Tenía 16 años cuando, en Alcañiz, todos los de mi edad iban a embolsar melocotón para sacarse un dinero en verano. A mí lo del melocotón no me hacía mucha gracia y lo de estar en el bar de mis padres tampoco… Y me puse a dar clases de dibujo a niños. ¡Me lo pasé en grande! Desde entonces no lo he dejado y ahora esos años de experiencia me sirven para los talleres que hago con Susana Villacampa en Los Imaginantes. ¡Es genial!

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