Blogia
Antón Castro

MARIANO ANÓS: UN POEMA

MARIANO ANÓS: UN POEMA

[Mariano Anós es actor, poeta, director de escena, dramaturgo. Acaba de aparecer un nuevo poemario suyo en los Libros del señor James. Con su gentileza habitual me envía un fragmento de un poema que nació de la visita al Museo Chillida Leku.]

CELEBRACIÓN: CHILLIDA-LEKU
(fragmento)

Invierno. Qué esplendores.
Se da un aire estrellado en pleno día.
Ramas mondas proclaman la alegría.
Entrevistos verdores, 
murmullos de inquietud bajo la nieve,
esponjan la pradera.
Aterido y feliz, desde el pie breve
a la mirada entera,
el viajero respira
un quieto vendaval espeso y leve
que aun antes de llegar ya se retira
para anunciar el reino del vacío.
Acogedor, el frío
afila y pulimenta la mirada, 
esmerada discípula del fuego,
volando de escultura en escultura. 
Hierro, ya de la fragua sombra helada,
candencia ya en sosiego,
dibuja el aire, retador, y apura, 
ciego guía de ciego, 
los nombres olvidados de la nada.
Óxidos memoriosos de sudores
comparten su secreto
con cualquiera que escuche los rumores 
del límite que burla su alfabeto.
Materia fieramente acariciada,
cada pliegue metálico da cuenta 
del fuego que alimenta
el flujo del deseo
ávido de temblores
bajo la adusta faz de Prometeo.
Se dirían benévolos colosos:
hay hombros, hay rodillas, hay axilas,
hay miembros suavemente musculosos.
Piezas de un cuerpo hurtado al tiempo, sueño 
de un ojo sin pupilas 
velando trizas de un perdido empeño: 
inventarse completo 
sin músculo, sin piel, sin esqueleto. 
Pero no hay cuerpo. No hay naturaleza. 
Fantasma de quietud muda y serena,
el hierro, atrincherado en su pobreza,
manifiesta su clave:
cuanto más se vacía, más se llena. 
Cuanto más acumula, menos sabe. 
Quien más quiere ser él, más se enajena.
Lo grande es lo pequeño.
El peso deja oír la ligereza.
La gravedad no es grave.
Lo profundo es el aire. Nada empieza.
El hierro no está aquí. Sólo señala 
una curva del cielo, 
una equivocación del horizonte 
sorprendido en su vuelo, 
un ave o una nube que resbala, 
una cima olvidada de su monte,
un aire bien peinado 
pastoreando el sol, la luz, el prado.

 

*La foto pertenece al Museo Chillida-Leku.

 

0 comentarios