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Antón Castro

LA VIDA CRUEL CONTRA JOAN GARRIGA

LA VIDA CRUEL CONTRA JOAN GARRIGA

LA VIDA CRUEL DE JOAN GARRIGA. CAMPEÓN DE MOTOCICLISMO

Me dan miedo las motos y me atraen lo justo, sobre todo las motos de carreras, aunque en alguna ocasión he imaginado a esa gente que sale de fin de semana, a la aventura, sobre dos ruedas, cortando el viento, arañando la luz del sol. Esa idea del viaje parece excitante: la rapidez, el ritmo, el placer de dominar el asfalto, el horizonte que se conquista y se engulle a una considerable velocidad. Creo que el penúltimo motociclista que admiré, y no sé por qué, fue Víctor Palomo, que suplantó en los héroes de mi infancia: a Giacomo Agostini, tan seductor siempre, y al esforzado Ángel Nieto, astuto y supersticioso. Palomo fue un corredor fugaz que ganó un título del mundo no homologado: el de 300 cc. Cosas atrabiliarias de la mitomanía.
Luego vinieron otros: Freddie Spencer, Kenny Roberts, Eddie Lawson, Doohan, Rainey, etc., y entre los españoles había dos que impresionaban: el ojiazulado Sito Pons y el rubio Joan Garriga, un motero salvaje. Garriga tenía alma de campeón: pilotaba al límite y convertía cada carrera en un tratado de lo inverosímil. Con él en pista el resultado era más bien impredecible: él andaba por ahí, entre hosco y concentrado, dispuesto a poner la pista boca arriba. Vivió una temporada maravillosa (Y rindió bien en otras): la de 1988, en la que estuvo a punto de ganar a Sito Pons. Pelearon hasta el límite de sus fuerzas y pudo suceder cualquier cosa; al final ganó Sito, que tenía un pilotaje más académico y era más sereno; conquistó el título de ese año y el del siguiente.
Garriga, amado por los aficionados, siguió un tiempo bregando: ascendió a la máxima categoría y se volvió una promesa interrumpida. Y, en cierto modo, trágica. Tras cuatro temporadas sin brillo, lo despidieron. Probó suerte en superbikes, pero no había manera. Estaba gafado. El destino le ponía ante los ojos adversidades y a él le faltaba la calma y la lucidez necesarias para sortear las emboscadas. Descubrió las drogas (él mismo dijo que un día de estrés y desesperanza probó: probó y se encadenó), su propia violencia interior, esos gestos de indolencia y pereza que conducen a la debacle.
Perdió todos los carnés y casi toda la credibilidad, aunque en algún momento el mundo del motociclismo se movilizó para echarle una mano. Había llegado a ese estado preparanoico de pensar que todo lo malo que le pasaba era culpa de los otros y en una entrevista anticipó su final, como aquel aviador de William Butler Yeats. El pasado jueves fallecía en un accidente de moto. Da la sensación de que ya hacía algún tiempo que había tenido una terrible certeza: hay instantes en que se encadenan la angustia, el desespero y el vacío, y gritan en los oídos aquello de “la vida no vale nada”. El destino fue cruel con Joan Garriga hasta en su adiós.

*El sábado escribí este artículo. Iba a ser mi texto de 'Cuentos del domingo'; luego se me cruzó el Festival de Poesía de Veruela y el adiós a Marcelo, y no se publicó. Lo dejo aquí por si a alguien le interesase el perfil de este hombre de éxito que acabó en una desdichada existencia y en un trágico final. Las fotos son de 'As' y de 'Todomoto'.

1 comentario

manuel -

Hola, creo recordar que Victor Palomo fue campeón del mundo de Fórmula 750.
También lo fue muchos años de Ski náutico y murió joven.
Excelente blog, te sigo hace mucho.