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Antón Castro

PILAR LORENGAR: VIDA, OBRA Y LEYENDA EN EL PABLO SERRANO

PILAR LORENGAR: VIDA, OBRA Y LEYENDA EN EL PABLO SERRANO

Ayer se inauguraba la exposición ‘Pilar Lorengar. Una aragonesa en Berlín’, en el espacio 0 del Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos (IAACC) Pablo Serrano, una de esas muestras que nos recuerdan que sabíamos menos de los pensábamos de esta gran soprano, que habíamos visto pocas cosas de ellas, que tenía un mundo fascinante, que había posado para Nicolás Müller, Gyenes, y tantos y tantos otros, y que fue muy reconocida en el Madrid de los 50, antes de empezar su exitosa carrera en Berlín y alrededor del mundo. La muestra está organizada por el Gobierno de Aragón y la Asociación de Amigos de la Ópera ‘Miguel Fleta’.

Sergio Castillo y Alejandro Martínez han montado una estupenda, y nada fácil, casi abrumadora en ocasiones, exposición temática: un ejercicio de justicia poética, una reivindicación y un redescubrimiento de una voz, de una personalidad, de una trayectoria. Lorenza Pilar García Seta (Zaragoza, 1928-Berlín, 1996), que en su día fue Loren Garcy y niña de ‘Ondas infantiles’, estudió en Madrid, se enamoró de un militar de aviación que le costeó sus estudios, vivió un tiempo con el director de cine Antonio Román, fue actriz en dos películas, cantó zarzuela bajo la dirección de Ataúlfo Argenta –de quien se enamoró, según cuentan Castillo y Martínez- y poco a poco, desde Berlín, desde Nueva York, a lo largo y ancho del mundo, realizó una carrera que le permitió ser una especialista en Mozart, pero también cantar ‘La Traviata’ de Verdi o ‘Madame Butterfly’ de Puccini, entre otras muchas óperas.

En la muestra hay diez puntos de audición, un mosaico con sus discos, fotos, programas de mano, carteles de sus películas, cartas (suyas y dirigidas a ellas, por ejemplo una del pianista Miguel Zanetti), objetos personales (broche de perlas, collares, joyeros), elementos de sus constantes vínculos con Zaragoza –sus medallas, diplomas, algunos trajes…- y se proyectan dos secuencias de fotos: una de su vida y otra de sus actuaciones, con más de 40 piezas cada una. Hay muchísimo que ver, que oír, que sentir. Es una exposición temática, detallista, íntima: por ejemplo, en los 50, se le ve con Stravinsky y con Ataúlfo Argenta en Madrid. O, entre 1955 y 1958, fue objeto de un meticuloso reportaje de Juan Gyenes.

La muestra también rinde homenaje a sus actuaciones en Zaragoza –en el Teatro Principal, en el Seminario de San Carlos, en el Pilar, en un acto íntimo, donde cantó el ‘Ave María’ de Gounod, a modo de despedida- y a la lírica en Aragón. En contra de lo que podría parecer, hubo mucha ópera en Zaragoza y los comisarios Sergio Castillo y Alejandro Martínez lo prueban con prolija documentación. Además, como importante novedad, han escrito la primera biografía de la cantante, que ha publicado Prensas Universitarias de Zaragoza.

 

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