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Antón Castro

SARA JOTABÉ: CÓMIC, HUMOR Y AMOR

SARA JOTABÉ: CÓMIC, HUMOR Y AMOR

"Desde pequeña he estado en contacto con el mundo del arte gracias a mi madre, gran apasionada de la historia y del arte. No he dejado de crear y dibujar desde que fui capaz de sostener un lápiz, y es por eso que pasé mi infancia en academias de dibujo y pintura para, posteriormente, hacer el Bachiller de Artes en la Escuela de Artes de Zaragoza, graduarme en Bellas Artes por la Universidad de Zaragoza y cursar un máster de Profesorado en Dibujo. Conocí a Maitena Burundarena y caí enamorada de su humor ácido y crítico". Así se retrata Sara Jornet Blasco (Zaragoza, 1993), Sara Jotabé, autora de ‘Pajas mentales’ (2016) y ‘Diario de una vida de mierda’ (2017).

-¿Qué fue determinante para que te dediques al cómic? Maestros, lecturas,

títulos, algunas sensaciones…

Desde que comenzara de niña a leer los viejos “Astérix el Galo” de mi padre,

siempre he sentido una atracción especial por el mundo del cómic y su particular

forma de contar historias. Continué leyendo absolutamente todo lo que caía en mis

manos; Marvel, DC, Mafalda, Mortadelo y Filemón, diversos manga… Hasta que

conocí a Maitena Burundarena y caí enamorada de su humor ácido y crítico. Creo

que ese fue el punto definitivo de partida para mí. Recuerdo dibujar mis primeros

cómics propios estando en secundaria. Sin embargo, con el paso del tiempo y la

búsqueda de mí misma durante los años como estudiante de Bellas Artes, realicé

obras en todas las disciplinas; dibujo, pintura, escultura, performance, fotografía…

dejando algo apartado el cómic. No obstante, siempre he sentido que el mundo del

arte tal y como está concebido es algo frío y hermético, y que no se acerca ni

adapta a las necesidades del ciudadano de a pie. Así pues, fue durante mi estancia

Erasmus en Loughborough University (Inglaterra) donde retomé la idea del cómic

como método de trabajo, ya que el cómic ha formado parte de la cultura popular

desde sus inicios, siendo cercano y accesible para todo el mundo, y no provocando

ese miedo o rechazo a lo “desconocido”. Creo además que el cómic es un manifiesto

de los hombres y mujeres de su tiempo y una herramienta de carácter artístico y

social con un enorme potencial por explotar, y considero que en los tiempos que

corren todos tenemos mucho por decir.

-¿En qué momento decides dedicarte a este oficio y por qué?

A la vuelta de mi estancia en Loughborough University, traigo conmigo un puñado

de experiencias nuevas e historias por contar acompañadas de un montón de

dibujos frescos e innovadores con los que había ido experimentando y jugando allí

como parte de la especialización en ilustración que estaba cursando. Sentía que

esos monigotes me hacían libre, pues se salían de lo academicista que tanto

aborrecía ya y me permitían expresar de forma sencilla, clara y divertida todo lo

que quisiera. Además, su carácter estético, tan sencillo y desenfadado, me

encantaba. En un principio se trataba de ilustraciones únicas de carácter cómico o

crítico, las cuales en ocasiones formaban series o tiras, pero la necesidad de contar

historias más largas, me llevó definitivamente de vuelta al cómic. Era una forma

increíble de conectar con la gente y hacer del mundo algo más sencillo. Y con todo

lo que me había brindado, ¿cómo no iba a centrarme en él?.

-¿Cómo nació ‘Pajas mentales’? ¿Qué querías hacer?

“Pajas Mentales” nació como la necesidad de experimentar con esa nueva vía

artística que había encontrado y con la que tan cómoda me sentía, y todo lo que esa

apertura traía consigo a nivel personal. Comenzó como un juego, algo que me

divertía enormemente, mostrar situaciones cómicas o gags que se me pasaban por

la cabeza a mí y a mis amigos, imágenes oníricas, o simplemente reflexiones

basadas en el “¿por qué?” o el “¿por qué no?”. Era un lenguaje divertido que me

permitía plantearme la realidad de otra forma, como si de una niña se tratara. Así

pues, surgió la idea de “Pajas Mentales” como una forma de contar un día

cualquiera de una forma diferente, basada en la divagación y la imaginación por

encima de lo formal.

-¿Qué te condiciona más: el humor y la ironía, el desencanto, o tu mirada

femenina, que también tiene algo que ver con la identidad o tu lugar en el

mundo?

Creo que el humor es la sal de la vida, hace del mundo un lugar mejor y mejora

prácticamente cualquier situación. Es como un tipo de plastilina que se puede

moldear y convertir a tu antojo, con el que experimentas, te diviertes y compartes

sensaciones con los demás. No entendería la vida sin humor, porque el humor

también es amor. Y es que pudiendo elegir cómo aderezar una situación, es mejor

hacerlo con risas. Es por ello que creo que el humor siempre está presente en mi

obra, porque forma parte de mi forma de entender el mundo. Quizás por esto la

ironía tenga un lugar a destacar también en mi trabajo, porque es el catalizador de

muchas de las emociones con el humor. Con respecto a mi mirada, cuando percibo

algo no lo paso por un filtro de género, sino que lo percibo y lo siento así, de forma

sencilla, de forma humana. Trato de trabajar en base a cinco pilares fundamentales

que sustentan mi obra (humor, desinhibición, imaginación, deseo y sinceridad) y

que tratan de borrar o atenuar prejuicios y buscar el “sentido común” aunque a

veces sea tan difícil de encontrar.

-¿Qué pasó por tu cabeza antes de emprender ‘Diario de una vida de mierda’?

-Cuando comencé a trabajar en “Diario de una Vida de Mierda” estaba inmersa en

otro proyecto completamente distinto, también de carácter humorístico pero

bastante menos ácido y crítico. Sin embargo, viendo cómo se movía el mundo,

cómo todos mis amigos y compañeros -y también yo- crecíamos, nos movíamos,

intentábamos salir con mayor o menor suerte… Sentí la necesidad de hablar de ello

y mostrar esa crisis de los “veintintantos” de la que tan poco se habla pero tan

presente está, en la que te das cuenta de que el mayor cuento que te han contado

es el de tener una carrera e independizarte. Creo que es una fase importante de la

vida por la que todos pasamos y hacerla visible con humor y optimismo la hace

algo más llevadera.

-¿Qué quieres reivindicar o denunciar: que una estudia y no tiene donde

caerse muerta, que la sociedad no de para avanzar y desconfiar de los

jóvenes, que una no halla su lugar en el mundo...?

-Creo que “Diario de una Vida de Mierda” es un grito generacional. Un “para y

piensa” al mundo. A todos nos pilla por sorpresa el hacernos adultos precisamente

porque no es un momento, sino un proceso. No es algo que ocurra de un día para

otro y conlleva una adaptación que parece que la sociedad no está dispuesta a

permitir ni por tanto ni por tan poco. No somos una generación perdida, somos la

generación asfixiada entre la edad y la experiencia requerida para los puestos que

nos han vendido en nuestras carreras.

-¿No da la sensación de que Sara, tu ‘álter ego’, vive todo el tiempo en la

incertidumbre? El mundo es complejo, pero su cabeza también, podría

decirse.

-Realmente no creo que viva en la incertidumbre, no al menos de forma voluntaria,

sino que se dedica a plantearse y replantearse las cosas. El mundo gira muy

deprisa y a veces no te da ese tiempo de reacción que se necesita para alcanzarlo

todo, o al menos, comprenderlo. Supongo que todo forma parte de ese proceso de

adaptación.

-¿Para quién dibujas? ¿Cuál es tu ambición con tus cómics? ¿Qué querrías

lograr?

Siempre he pensado que dibujo para la gente, para el mundo, para cualquiera que

quiera pararse a mirar y leer. Me gusta pensar que puedo ayudar a alguien con mi

trabajo. Aunque bien es cierto que siempre hay una parte de uno mismo en todo lo

que hace, pues pasa por ti para llegar a los demás, así que supongo que cierta parte

de lo que dibujo es para mí misma también. Es divertido y liberador. No obstante,

suelo dejar reposar las obras una vez terminadas para poder disfrutarlas porque

nunca dejo de tener esa mirada crítica de autora. No puedo negarlo, soy bastante

ambiciosa. Me gustaría seguir creciendo como autora, conocer y leer más, y por

tanto poder llegar a más gente con unas obras cada vez más redondas. No tengo

una meta fija, pero sí me gustaría consagrarme como autora en algún momento de

mi vida.

-Explícanos cómo es tu dibujo, ¿qué importancia le das…, que línea estética

persigues?

-Considero que mi dibujo es fresco, divertido, enérgico, expresivo y podría decirse

que amable.. El dibujo en mi obra debe ser dinámico, mostrar movimiento,

vitalidad… incluso cuando una figura se encuentra estática trato de darle vida con

algún gesto o guiño. Es por ello que no persigo ninguna línea estética per sé, sino

más bien una emoción. Dejo que mi dibujo se desarrolle y cambie de forma natural

sin perder esa expresividad característica.

-¿A quiénes admiras? ¿Que nombres y profesionales te interesan? ¿Qué

cómics te han impactado en los últimos tiempos?

Siempre me han gustado Maitena Burundarena, Raquel Córcoles, Brian Lee

O´Malley, Sarah Andersen… tanto por la estética como por el discurso.

Últimamente ando muy enganchada a la grapa “Paper Girls”, la historia me tiene

intrigadísima y me encanta el uso que hace del color.

-¿Se ha vuelto a poner el cómic de moda? ¿Qué tiene el cómic que no tengan

otras disciplinas?

Creo que el cómic nunca ha caído en desuso, aunque bien es cierto que

últimamente ha habido un crecimiento en el consumo del mismo. Antes tenías que

ir a tiendas o puntos de venta especializados para encontrar cómic, pero ahora no

hay negocio que no cuente al menos con algunos títulos. Creo que esto se debe a la

oleada de nuevos nombres y su punto de vista de la sociedad y actualidad, más

cercano para todo el público, junto a la cercanía y lo directo que te ofrece el medio

del propio cómic.

-¿Pasa algo especial con el cómic en Aragón?

¡El cómic aragonés está en efervescencia total!. Y no hablamos solo de cantidad,

sino de calidad. Cada vez son y somos más los que nos incorporamos a un

panorama más que prometedor lleno de grandes dibujantes, guionistas,

divulgadores y gente con unas ideas increíbles y, sobre todo, muchísimas ganas de

llevarlas a cabo. Solo hace falta acercarse cada diciembre al Salón del Cómic de

Zaragoza para comprobar que cada año hay más presencia aragonesa. En mi

opinión, Aragón se está convirtiendo en sinónimo de cómic y eso es algo

maravilloso.

 

*La foto de Sara Jotabé es de Raquel Labodía y apareció en Heraldo en una versión más reducida de esta entrevista.

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