Blogia
Antón Castro

GOLPES DE MAR EN INNISFREE, POR CHESÚS YUSTE

GOLPES DE MAR EN INNISFREE,  POR CHESÚS YUSTE

 

 

[Uno de los blogs que más me envidia me daba era del Chesús Yuste, innisfree1916.wordpress.com, por su gran conocimiento de Irlanda y su pasión por ese territorio de sueños. Durante muchos años, he coleccionado todo tipo de literatura y música irlandesa, especialmente en los años en que trabajaba en el bingo. Escribí un libro de narraciones fantásticas que transcurrían entre Galicia e Irlanda, que se ha ido quedando por ahí entre numerosos borradores que no se han publicado nunca. Me hace especial ilusión que Chesús Yuste haya reparado en la  condición irlandesa de “Golpes de mar” (Destino, 2006), el libro de mi vida, igual que lo es, de otro modo, “El testamento de amor de Patricio Julve”, y traiga a su espléndida y romántica bitácora un fragmento de mis historias favoritas, “El jardín tras la lluvia”, dedicada a José Luis Melero, y en concreto esta historia del entierro de Karen O’Leary. Mil gracias. Ya digo aquí que mi película favorita es "El hombre  tranquilo" de John Ford.]

[Dicen que los lazos entre Irlanda y Galicia vienen de lejos. Dos países celtas hermanados desde tiempos legendarios. Dicen que desde cuando uno de los hijos de Breogán partió hacia la isla verde al norte de Artabria. Quizá por eso a los gallegos les tire tanto Irlanda. Me cuentan que Álvaro Cunqueiro escribió mucho sobre ese hermoso país sin haberlo visitado nunca.


Estos días estoy disfrutando con la lectura de ‘Golpes de mar’ (Destino, 2006), la última obra de Antón Castro, escritor gallego (de Arteixo) afincado en Aragón (y bloggero también, por cierto, entre otras muchas cosas). Es un libro sobre el arte de contar historias y el arte de oír historias. Y descubro con agrado que, en esta colección de relatos, entre barcos fantasmas, pescadores de ballenas e islas imaginadas, hay historias que me llevan volando a Irlanda. Historias irlandesas soñadas por un gallego o tal vez historias gallegas vestidas de irlandés. Para abrir el apetito, me quedo con ‘El jardín después de la lluvia’, precioso relato de un Portada de 'Golpes de mar'regreso a casa, un retorno desde Galway a Baladouro, convertido en historia de amor prohibido, jugando como telón de fondo con una historia tradicional irlandesa, como un relato dentro del relato.

Creo no destripar la trama de ‘El jardín…’ si reproduzco aquí la historia irlandesa, presentada como tradicional que ha traducido el protagonista Alexandre, aunque la autoría sea del propio Antón Castro.

[Más información en el blog de ‘Golpes de mar’].

EL ENTIERRO DE KAREN O’LEARY

La familia O’Leary era muy famosa en Irlanda. Poseía tierras con vegas y pastos, además de varias residencias palaciegas y castillos con servidumbre. El propio patriarca O’Leary, enjuto, bebedor y bastante mujeriego -seguía ejerciendo el derecho de pernada después de los ochenta años-, pasaba gran parte de su tiempo en el enorme pazo a la orilla del mar. Allí contaba con hermosos jardines, un bosque cerrado para la caza de corzos y jabalíes, huertas de fruta en abundancia. Cerca de la rompiente, había un enorme panteón a modo de cementerio marino, todo de mármol, donde habían sido enterrados todos los antepasados y los demás miembros de la familia hasta que el oleaje enfurecido de galerna lo sumergió por entero, ganando el océano así aquella porción de la costa. Algunos marineros sostenían que cuando el mar estaba en calma, se veían las torres, las estatuas y los nichos del panteón bajo las aguas.

Cuando falleció su nieta Karen, tras una corta enfermedad de signo equívoco, el dolor sacudió el pazo. El anciano maldijo con rabia en repetidas veces la muerte. No en vano, su nieta, que había sido educada en Londres y dominaba a la perfección varias disciplinas artísticas, era pretendida por príncipes e importantes señores. O’Leary, que quería con locura a la joven, se sintió lastimado en su corazón. Decidió ocultar durante algún tiempo su fallecimiento y enterrarla al atardecer en la pequeña capilla. En un acto de generosidad impropio de su carácter, un tanto desabrido, le mandó aviso al príncipe de Gales, que quería hacer princesa a la difunta, por si quería compartir con los O’Leary sus últimas horas en este mundo.

Los carpinteros prepararon un féretro muy bonito, labrado en nogal y boj, y lo decoraron con figuras de oro y plata. El propio O’Leary le colocó el emblema de la familia, el nombre de la muerta y la fecha de su expiración, y bendijo el cadáver en medio de la capilla. El príncipe, arrodillado, declaró que jamás sabría amar a otra mujer y afirmó que su existencia ya no merecía la pena. El viejo O’Leary, por su parte, dijo que por primera vez se sentía huérfano y que acababa de perder a la compañera más amada, a la dulce prenda de su vejez que lo acompañaba por la costa y por el jardín.
Concluido el funeral, dos hombres fuertes subieron el féretro a un carro arrastrado por caballos y se sentaron a las riendas. El viejo O’Leary también subió y les pidió a todos que se retiraran a las diversas estancias a continuar un llanto que imaginaba prolongado, casi interminable. Enfilaron por un angosto sendero que se acababa en el mar; durante el trayecto, el patriarca recordó felices tardes en el jardín cuando Karen le confiaba secretos de su corazón enamorado, mientras caminaban entre setos y tilos.

Recordó su hermosura, sus largas manos, su voz de manteca dulce que le describía las calles de Londres, multitud de tardes ociosas en las lanchas del río y paseos a caballo por la campiña.
El mar se había serenado y una luna otoñal se desperezaba en las olas. Los dos hombres, por orden del anciano, dejaron el féretro al pie de la costa y tomaron el camino de vuelta a pie. O’Leary se acomodó sobre una piedra, alzó el embozo hasta los ojos y siguió el curso de la marea. Cabeceó varias veces ajeno al movimiento del mar: Cuando, ya de madrugada, miró el lugar de la costa donde habían dejado la caja de Karen, y no vio nada, se aupó en el acantilado y dijo:
-Ojalá llegues pronto al panteón de los O’Leary, amada Karen..

8 comentarios

supra footwear -

We must treasure each opportunity which sets out to the goal, sprinkling our industrious sweat on the path of victory.

florencia torres -

uuu ta de terrible de shanta la cution shaaa

camila ortis -

esta muy bueno estea info....ç

Innisfree -

Antón, me alegro de que tu relato haya tenido tan buena acogida entre los lectores de Innisfree. Amigos de Galicia, Sevilla y otros sin ubicar se han interesado por tu obra. Incluso una amiga que vive en Irlanda nos ha hecho llegar su blog de relatos de ambiente irlandés. Gracias, Antón. Creo que este intercambio cultural va viento en popa.
Moitas gracias.
Chesús

De Antón -

Querida Marta y alrededores, queridas Entrenómadas:
Muchas gracias por el afecto y dadle un beso infinito a vuestra mamá. Me encanta que haya secuestrado "Golpes de mar", pero si me dais su dirección yo le envío un ejemplar propio, dedicado para ella.

Un abrazo.

Y gracias a Fernando y a Luisa, de nuevo, que han sido como dos de los grandes padrinos del libro. Me encanta, además, compartir esas devociones secretas hacia un libro con "Pan de Oro", una bella novela de la creación y del arte en Zaraagoza.

Antón

Entrenomadas -

"Golpes de Mar" es un libro bellísimo y con este libro me ha pasado como con "otros" que han sido secuestrados por mi madre, que cuando pasa a casa a vigilar macetas y gatos siempre acaba llevándose un par de libros a la suya. Y ella, que es una crítica literaria ferocísima, ha dicho que lo va a volver a leer: eso significa que le ha gustado mucho.
Resumiendo, un libro precioso que hay que leer.


PD: El anterior libro secuestrado fue "Pan de Oro" de Luisa Miñana, Hay un par de libros más que siguen en secuestro bajo negociación. Ya veremos.

Fernando -

Debe ser que leíste en fuentes antiguas...pero lo verdaderamente importante es el resultado...pero de eso ya hemos hablado mucho...un libro lleno de caricias y ensoñaciones magnificas...no sigo con los adjetivos, pero aprendí palabras para usarlas en mis poemas...abrazos.

Luisa -

Lo leí ayer en el blog irlandés de Chesús Yuste. Un comentario muy acertado, es verdad, sobre el que no añado nada, porque no podría con solvencia. Pero tanto "El jardín..." como la subhistoria de "El entierro..." son muy hermosas, realmente.