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Antón Castro

HA FALLECIDO VICENTE PASCUAL RODRIGO

HA FALLECIDO  VICENTE PASCUAL RODRIGO

 

 

 [Ayer estuve en Teruel, en el Museo, en esa cita de escritores españoles y latinoamericanos que ha organizado Nacho Escuín y el Instituto de Estudios Turolenses, con la gran Montserrat Martínez en la dirección. Por allá andaba cuando a las ocho recibía una llamada de Javier Delgado. Me anunció algo que todos esperábamos hace algunos días: hacia las cinco durante el sueño falleció el pintor y poeta Vicente Pascual. Estuve con él, antes de que se complicase más, mucho más, su dolencia, en su casa con Ana Marquina, su musa y compañera, en una tarde inolvidable. Reímos mucho los tres, contamos historias sin parar y recuerdo como cosa curiosa que Vicente, que había recorrido medio mundo, nunca aprendió a nadar. Lo dijo Ana, lo reconoció él y se reía. Descubrí que Vicente, con quien he pasado momentos estupendos (incluso en el fútbol), poseía un gran sentido del humor, una pasión absoluta por la vida.  Desde aquí un abrazo infinito para Ana y su para hija y para sus familiares. Copio uno de los textos que redacté tras una visita.]

 

Vicente Pascual Rodrigo, el pintor místico, ha recorrido medio mundo y ha vivido en el otro medio: Japón, la India, Turquía, Washington. E incluso se ha asentado en Tarazona, donde recibía los aires del Moncayo y los mudos aromas del mudéjar. Desde hace unos meses, se ha trasladado a Utebo, cerca de la esbelta torre con pasadizos y estancias secretas. Desde el balcón de su casa, atisba una cordillera de montañas que le hacen pensar en El Cairo: son como colinas menudas de cuarzo, acaso de páramo lunar, vueltas hacia la luz cambiante del día. Vicente las mira y sueña. Vicente las mira e imagina poemas. Vicente no es un pintor del natural: interioriza sensaciones, pensamientos, ráfagas de luminosidad, y luego los traslada a su obra, severa, espiritual, reconcentrada. Suele pintar en una nave que le ha dejado el ayuntamiento de Utebo o en un pequeño estudio, donde reposan sus apuntes, sus recuerdos y su portátil Dell. Ha ido ordenando las carpetas de su ordenador con una paciencia infinita: aquí están las fotos de los pueblos donde ha vivido; allá, sus cuadros de todas las épocas; allá, sus notas, sus entrevistas, sus fotos de familia, sus proyectos. Quizá lo que más impresione de él sea su lentitud poblada, su emotividad poética: ha escrito poemas, aforismos, y en casi todos habla de la belleza, del sueño, de la trascendencia, del amor y de la amada, y de la muerte, que le ronda en forma de una enfermedad terrible. Conversar con él es un regalo de otoño, un dulce don de los dioses: camina poseído por la serenidad de los que esperan sin ansiedad y sin fatalismo un nuevo milagro de la vida.

  Vicente había escrito este pequeño texto:

Y cuando venga la muerte
me dirá: ya está.
Le diré: ¿ya está?
Y me dirá: ya está.

4 comentarios

Walter Espada -

DESPEDIDA A VICENTE PASCUAL
- UN GRAN AMIGO -

Vicente Pascual Rodrigo (Zaragoza, 1955-Utebo, 2008) formó con Angel Pascual la "Hermandad Pictórica" en 1972, que estuvo activa hasta 1989. Tras una larga estancia en Oriente, en 1975 cambió su estilo tendiendo hacia un platonismo trascendental. En 1992, tras más de una década trabajando en Campanet (Mallorca), trasladó su estudio a los Estados Unidos, instalándose primeramente en Bloomington (Indiana), y Washington D.C.: allí avanzó hacia una abstracción geometrías fundamentales y a una coloración más austera.

A mediados de 2003 regresó a España instalando su estudio primero en Tarazona y luego en Utebo, donde presentó en el Centro Cultural Mariano Mesonada la exposición “No hay vino si no hay agua” entre el 18 de junio y el 3 de agosto de 2008.

Poeta, artista, artista o poeta Vicente Pascual nos cautivó desde el primer instante en que tuvimos la suerte de conocerlo. Poco podría imaginar hace unos años de lo que una persona como Vicente podía aportar a este espacio desde el que medito. Silencioso pero a la vez trasgresor, Vicente Pascual supo tocar con esa delicadeza que le caracteriza cuantos estilos ha querido y fruto de ello es el grado de perfeccionamiento adquirido sobre su actuales y móviles formas geométricas inmersas en un mundo imaginario.

Estilo, perfección pero sobre todo continuidad y culminación es lo que se podía apreciar en su trabajo perfectamente pensado y genialmente distribuido de tal forma que nada quedaba al azar y todo estaba en su lugar, perfectamente estudiado.

Da igual que hablemos de pequeña obra en papel o de sus composiciones de lienzos capaces de confundir al visitante con una puerta a otro mundo. Todas ellas coincidían en un paralelismo de ideas y en un lenguaje común.

Fiel a sus inicios, amante de la naturaleza y conocedor de otras culturas, plasmó la esencia de todas ellas en su obra con una calidad y un acabado exquisito, confiriéndole a su creación un estilo propio que le ha dado su lugar en el arte.

A lo largo del camino, muchas veces duro, de nuestra vida, ésta nos regala la presencia de un ser irrepetible como Vicente. Una persona que su sola presencia irradiaba tanta paz, que todo aquel que estaba a su lado se sentía dichoso.

Cada palabra que pronunció, quedará sellada en mi memoria.

Cada gesto que hizo, quedará grabado en mi retina.

Cada colaboración que nos brindó, quedará para siempre en mi recuerdo.

Pero sobre todo CADA SILENCIO QUE COMPARTIMOS NOS UNIÓ PARA SIEMPRE CONTIGO.

Walter Espada Plumed
Técnico de Cultura, Ayuntamiento de Utebo

Cipriano Briceño -

Conocí a Vicente hace unos cuarenta y cinco años en el colegio de los Maristas en la calle San Vicente de Paúl. Allí fuimos compañeros y amigos hasta los catorce años, compartimos juegos, clases, excursiones... De aquellos tiempos conservo el recuerdo de un chico activo, inteligente, inquieto, con el que pasé muy buenos ratos.
Hace unos quince años, en una de sus exposiciones, nos reencontramos, supe de sus viajes, su estancia en Mallorca y el comienzo de su experiencia americana en Indiana. Fue un feliz reencuentro y de allí nació una nueva amistad, la de dos personas que, en la madurez, compartían gratas vivencias de la infancia. En los siguientes años nos volvimos a ver cada vez que hacía alguna exposición en Zaragoza. Recuerdo especialmente la de Veruela en 1999. Me convertí en un admirador de su obra, y desde que volvió a España y se instaló en Tarazona nos vimos con mayor frecuencia, lo que me permitió disfrutar de su compañía y conocerlo mejor. .
Desde que le diagnosticaron una grave enfermedad, luchó por su salud sin miedo, tratando de aprovechar el tiempo que le quedaba y contagiando su energía a su familia y amigos. En los siguientes años, realiza y participa en más exposiciones que en los años anteriores y escribe tres libros que recogen sus poemas y pinturas. Los que le conocemos, descubrimos en su pintura y sus poemas el resultado del firme y cariñoso apoyo de Ana y de toda su familia, de su diálogo con la muerte y de su permanente búsqueda de la esencia del hombre y de su espiritualidad milenaria.
Con esta intensa actividad llena la prórroga que su vitalidad y los médicos le conceden, conservando una fuerza interior que iluminaba su rostro en las conversaciones, en las que incluso reía abiertamente con frecuencia, como destaca Antón en su excelente escrito. Al recordar el rato que en febrero pasamos juntos (Vicente, Antón y yo), viendo jugar a nuestros hijos (el de Antón y el mío) al fútbol, esbozo una sonrisa viendo a Vicente comentando lo bien que jugaban los dos e interesándose por todos los detalles y reglas de un juego que apenas conocía. Por no hablar de su divertido asombro ante la exhibición de control de balón que nos hizo Antón en el descanso. Creo que esta anécdota explica bien cuál era la actitud de Vicente durante su enfermedad.
Bien, quizás este escrito resulta demasiado personal para un blog dedicado al arte y a los artistas, pero creo que puede aportar algo para entender y apreciar mejor la obra de Vicente, ampliando alguno de los comentarios de Antón.
En fin, creo que ha quedado claro que Vicente fue un gran regalo para todos los que lo conocimos, pero su pérdida no debe entristecernos, en su obra y en la memoria nos queda su mensaje y su alegría.

Jesús -

Un abrazo para sus amigos y familiares

Y -

...Buena gente...Descanse en paz...