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Antón Castro

ADIÓS A SALINGER, CON MAR DE FONDO

ADIÓS A SALINGER, CON MAR DE FONDO

Anna Portabella y Raquel Reguera me hacen llegar esta nota sobre la muerte de J. D. Salinger, un espléndido escritor que había dejado de publicar en 1965 y que ha logrado, como señala ‘El País’, un silencio inmortal. Anna y Raquel hacen un repaso solo a periódicos de tirada nacional.

 

ADIÓS A JEROME DAVID SALINGER

Muere a los 91 años el autor de El guardián entre el centeno; Franny y Zooey; Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción; y Nueve cuentos, todos publicados en la colección Edhasa Literaria

 

Os dejamos con algunos de los comentarios que se han publicado hoy en los medios de comunicación.

 

"Leer y releer a Salinger es uno de los mayores placeres y una de las cosas más tristes de la vida. Como el amor o como envejecer. O como casi todo lo que es importante, a menudo, a la vez alegre y melancólico."

Daniel Fernández, editor y director general de Edhasa, en La Vanguardia

 

"No ha habido generación nueva de lectores que no haya sido sacudida por la historia del joven Holden Caulfield. (...) El sueño de cualquier lector. El sueño de cualquier escritor."

José María Guelbenzu, El País

 

"De aquel libro [El guardián entre el centeno] se han vendido más de 60 millones de ejemplares en todo el mundo."

Barbara Celis, El País

 

"J.D. Salinger anticipa la realidad de un mundo de perpetuos adolescentes, indefensos ante la vida, que optan por la pasividad como denuncia y el sacrificio como subversión moral. También desde este punto de vista, su obra es hoy más vigente que nunca."

Julià Guillamon, La Vanguardia

 

"Detrás de la superficie limpia de cada historia de Salinger hay esa negrura que lleva a su héroe Seymour Glass al suicidio en un día de playa o al Holden Caulfield al psiquiátrico."

Antonio Muñoz Molina, El País

 

"Literatura no metafórica, ni abrumada por la voz, elegante y precisa, propia y sin ofensa, puede que perfecta. (...) Su influencia es enorme, su camino, imposible de seguir."

Ray Loriga, El País

 

"[El guardián entre el centeno], ese libro que hizo de Holden Caulfield mucho más que personaje literario, emblema de la deriva adolescente, refugio para muchos."

Idoya Noain, El Periódico

 

"Para no ser como Holden y sentir añoranza por todo y por todos, vamos a leerle de nuevo."

Josep Maria Fonalleras, El Periódico

 

"El guardián entre el centeno es una de las obras fundamentales de la historia literaria. (...) Era el autor actual más enigmático e influyente de las letras estadounidenses."

José Antonio Gurpegui, El Mundo

 

"Una voz que nos resulta de una sinceridad aplastante y de una ironía demoledora."

Jesús Ferrero, El Mundo

 

"La impresión es que consideraba la literatura y la vida dentro del mismo género: el misterio en sí."

Alejandro Gándara, El Mundo

 

"Un día perfecto para el pez plátano [incluido en Nueve cuentos] es una perturbadora obra maestra que va avanzando sin que parezca que sucede nada, hasta su final desgarrador." (...) "... milagrosa capacidad para observar pequeños detalles, para hacer que hablen con voz muy profunda las insignificancias más leves." (...) "En Franny y Zooey está la mejor prosa de Salinger, la más límpida, austera, potente prosa de un gran poeta."

Juan Bonilla, El Mundo

 

NOTA MÍA. Hace algunos años pasamos un verano en Sanxenxo, en una casa de campo, tapizada de parrales cuyo propietario tenía un nombre inolvidable: Idilio Roy. Una casa realmente preciosa, forrada en su interior toda de madera. Tenía vistas al mar y a las montañas. Entre los libros que llevábamos para aquellos días del Tour estaba ‘El guardián entre el centeno’ de J. D. Salinger. Carmen y Diego lo leían y lo perseguían: cuando no aparecía el libro, lo tenía el otro. Diego tomó la delantera, avanzaba, disfrutaba, se inquietaba y juraría yo que incluso lo releyó. Carmen se enfurecía cuando el otro lo tenía. Recuerdo que yo recorría todos los días un kilómetro y medio hasta el pueblo para adquirir la prensa. Compraba todos los días ‘O Público’, por ejemplo. Cuando vi la tirantez entre madre e hijo, cada vez más tensa, recorrí todos los kioscos a ver si tenían otro ejemplar. No lo encontré, claro. Tampoco sufrí: me di cuenta que esa tensión hacía aún más atractiva la novela. Aquel verano me pareció un maravilloso elogio del libro, de la prosa de Salinger, de su mundo nihilista y terrible que acaba como acaba. Dentro de un rato, en la comida, les preguntaré a madre e hijo cómo recuerdan la experiencia. Seguro que entonarán una queja por el huraño y genial Salinger.

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