II. DE POESÍA. DAVID MAYOR
David Mayor, poeta, editor y crítico literario, responde al cuestionario sobre el estado actual de la poesía en Zaragoza y Aragón.
¿Está ocurriendo algo especial con la poesía? Vuelve a leerse, se organizan recitales, ciclos poéticas, se programa en los bares, se intercala con la música?
Más que algo especial, lo que ocurre es una normalización de la poesía, pues lo normal en la vida cultural de una ciudad es que ocurra lo que ocurre ahora, incluso más diría yo, sobre todo en una ciudad como Zaragoza, donde por su población debería haber gente para todo. También es cierto que ha llegado una nueva generación de poetas con un ímpetu muy notable que ha sabido trasmitir su vitalidad como en las décadas anteriores no se había hecho. Estos nuevos poetas han resituado la poesía dentro del marco de la cultura popular zaragozana sin abandonar, más o menos según el escritor, el perfil literario que, a mi entender, siempre debe tener el género.
¿Hay o ha habido algún fenómeno específico que permite ser optimista sobre el lugar de la poesía?
Al margen de la vida pública de la poesía y de los poetas, el lugar de la poesía sigue siendo el mismo de siempre: el de las palabras. Habrá que ser optimistas siempre que las palabras con todas sus vertientes, vericuetos y sentidos contaminen la curiosidad de cualquiera, que alguien ajeno al microcosmos de los iniciados en lo literario reconozca en las palabras algo que excede la mera comunicación. Y dicho esto, es cierto que en Zaragoza en el último lustro se han consolidado varios fenómenos que alimentan el optimismo de la poesía en la ciudad. De un lado, la editorial Eclipsados, con Nacho Escuín al frente, siempre abierta a la búsqueda de nuevas voces; y de otro, el fenómeno del Spoken que acerca la poesía a públicos supuestamente ajenos a la literatura y que en Zaragoza tiene un firme valedor en Octavio Gómez Milián.
¿Podría decirse que hay una revitalización, una resurrección, que la poesía es una forma nueva / antigua de transgresión y rebeldía?
-No sé, Antón, esto de la transgresión y la rebeldía… puede entenderse de distintos modos. Forma parte de la iconografía juvenil de muchos nuevos escritores pero también hay otros que lo celebran como una perpetua impostura. Para unos, una asumida ingenuidad; para otros, un modelo de artificio. Con los dos se puede hacer literatura, hasta buena literatura. No obstante, nunca debería olvidarse que hay otros modelos poéticos de transgresión y rebeldía. Y me refiero exclusivamente a lo literario. Pienso en poetas como René Char o Paul Celan por ejemplo. ¿Este tipo de poesía se está revitalizando? En general no, pero esto de la poesía es particular y en particular me acuerdo de Pablo Lópiz.
En la foto, retrato de Paul Celan.
¿Qué líneas de trabajo, qué estéticas son las dominantes?
No creo que haya estéticas dominantes. Poco tiene que ver el acercamiento a la realidad que tiene la poesía de Nacho Escuín con la carga simbólica de Ángel Gracia o la atención casi juanramoniana de Juan Marqués con el subrayado pop de Octavio Gómez. Sin embargo, conviven. Lo que caracteriza nuestro momento es la convivencia de estéticas muy distanciadas.
¿Cómo es el lenguaje?
Posiblemente parte del éxito de la poesía última se debe a que el lenguaje, sin abandonar la búsqueda formal, se ha alejado del hermetismo que caracteriza a parte de nuestra tradición poética y ha buscado referentes inmediatos en la realidad fácilmente reconocibles por un lector anónimo.
¿Han sido, están siendo importantes los premios?
Los premios siempre son importantes para el que los recibe. Además garantizan la publicación de un libro. Un poeta con una voz personalísima como Dolan Mor lo leemos gracias a los premios. En Zaragoza, los premios sí que han generado expectativas entre los nuevos lectores y escritores de poesía. Luego esos libros deberían estar bien distribuidos y no sólo en el ámbito local. Pero ese ya es otro asunto… Personalmente, me cuesta entender la literatura en el marco de una competición, sin embargo muchas veces las circunstancias mandan.
Una poética personal…
No te preguntes para qué ni cómo escribes sino por qué.
Autores, libros de referencia, maestros.
Mi maestro es José Luis Rodríguez García, una persona con tanta generosidad como cultura.
José Luis Rodríguez García, autor de 'Las voces del desierto'. Interpretación al retrato de Pascual Berniz, realizada con motivo de unas jornadas poéticas que se desarrollaron en Teruel durante varias temporadas coordinadas por Antonio Losantos.
¿Los cinco o diez autores del momento, si puede ser menores de 40 años?
Citaría a Pablo Lópiz. A Juan Marqués. A los que podrían llamarse entorno original Eclipse: Ignacio Escuín, Almudena Vidorreta, Raúl García, Jesús Soria. Al grupo del 22: Ángel Gracia, Jesús Jiménez, Ortiz Albero, Miguel Serrano, Brenda Ascoz, Ana Muñoz, Nacho Tajahuerce y Octavio Gómez Milián. A Carmen Ruiz. A Puritani, Daniel Rabaneque y Julio Donoso. A Raúl Herrero y sus Libros del Innombrable. A Clara Santafé y David Liquen. A Dolan Mor y Eduardo Fariña. A Julio José Ordovás. Todos con libro publicado y creo que menores de cuarenta años.
¿Cuáles han sido los dos o tres libros importantes del último lustro?
Destacaría Fundido en negro de Jesús Jiménez, Un tiempo libre de Juan Marqués, Habrá una vez un hombre libre de Ignacio Escuín, Cuaderno de sublevaciones de Pablo Lópiz y Libro de los ibones de Ángel Gracia. Son cinco, lo siento. Cada uno de estos libros es una señal hacia un marco de referencias distinto. Representan la diversidad y la riqueza de propuestas de la poesía aragonesa contemporánea con la misma solvencia que puede tener la poesía escrita en español en cualquier parte del mundo. Libros contemporáneos en el rigor de la palabra, que beben de muchas tradiciones, literarias o no, que podrían ser norteamericanos, japoneses o franceses pero que encuentran su autenticidad en la expresión de un castellano que va más allá de los significados y significantes para decantarse por el sentido. Y cada uno de ellos se decanta de distinto modo: recreando discursos culturales (Jiménez) o reflejando la realidad de un acontecer sinuoso (Escuín), atendiendo a la revelación que esconde lo inmediato (Marqués y Gracia) o construyendo un artefacto de sutil utilidad (Lópiz). Libros que rebasan los límites de la lírica y convocan un nuevo espacio para el poema que ya no es el del verso ni el de la prosa convencional.
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