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Antón Castro

PAULA FIGOLS ABRE UN BLOG

Paula Figols es una mujer muy especial: gran deportista, estupenda periodista, madre de tres niñas y uno de esos seres cargados de sueños, de inquietudes, es infatigable luchadora por un mundo mejor. La veo siempre en un rincón, colgada del teléfono, firmando reportajes, noticias, comentando cosas, casi siempre sin demasiado la voz. Es de esos compañeros que de tan silencioso parecen invisibles. Es laboriosa y dulce. Acaba de abrir un blog, donde parece rendir homenaje a Carmen Martín Gaite, que recogía sus notas bajo el epígrafe ‘Cuadernos de todo’. No recuerdo ahora si era un título suyo o si fue un título póstumo. En cualquier caso, el blog de Paula Figols se llama, también, ‘Cuadernos de todo’. Y dice que se ha convertido para ella en una experiencia apasionante.

Esta es su dirección:

http://cuadernosdetodo.wordpress.com/ 

Y ayer Paula firmaba este artículo, que tiene algo de despertar de semana.

PASEO LONGARES-PASEO INDEPENDENCIA

Por Paula FIGOLS

 

El recorrido empieza en la calle José Oto, con nombre de jotero, tranquila, residencial, con parques infantiles vacíos a primera hora de la mañana. En la parada del 21 esperan seis o siete personas con caras serias. Las mañanas son serias. Una mujer se arropa con la bufanda, el cierzo se cuela por las esquinas. Enfilo la avenida de Cataluña, mientras la cabeza repasa la agenda del día. Me esperan los leones del puente de Piedra. Casi diría que uno ruge a mi paso. El otro me guiña un ojo. Me detengo en uno de los balcones del puente. La vista es imponente: con el Moncayo nevado, al fondo, y el Ebro que viene crecido. Los ríos son el alma de las ciudades. Cruzar el puente cada día es una rutina y un ritual. Cierro los ojos, dejo que el cierzo me lave la cara y me enrede caprichoso el pelo. Siempre me gustó vivir al otro lado del río. Allí, el trabajo y las obligaciones, la ciudad dura. Aquí, la casa, la infancia, las niñas, el parque. Para los del Centro siempre seremos los del otro lado, los del Arrabal, los de extramuros. Dejo atrás el río y las ensoñaciones. La calle Don Jaime se prepara para un nuevo día. Las tiendas aún están cerradas, pero ya se respira el ajetreo de una calle muy transitada. Los bares con café y pincho están llenos. Me adelanta una bizi por la acera. Sonrío. Me gustan las bicis, también por la acera. A mano derecha quedan las callejuelas peatonales del Tubo. Invitan a pasear, a deambular, a tomar una horchata en una terraza de primavera o una caña en una barra. Pero es lunes, 9 de la mañana, y hay que ir a trabajar. La plaza de España recibe con bocinazos y atasco. Un bus se ha cruzado y varios conductores dejan claro su enfado. Hastío de tráfico. Me refugio en los porches de Independencia y aprieto el paso. Llego tarde. Mi abuela me contaba que paseaba por el bulevar central colgada del brazo de su novio, el abuelo. Ah, historias… Saco la tarjeta de fichar y abro la puerta del Heraldo.

Las fotos son de Miss Aniela, autorretratos.

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