DOS POEMAS DE JUAN MANUEL MACÍAS
Hace unos días, recibí dedicado el nuevo poemario de Juan Manuel Macías, ‘Tránsito’ (DVD), un libro muy elaborado, intenso y hermoso, un territorio libre y sugerente donde la lírica se derrama a su antojo, con libertad, ritmo y hondura de pensamiento. Nacido en Cartagena, en 1970, Juan Manuel Macías es filólogo, helenista, traductor y tipógrafo. Ha publicado la traducción y edición de las poesías de Safo (DVD Ediciones, 2007) y los poemarios ‘Azul de enero’ (2003) y ‘Tránsito’ (DVD Ediciones, 2011). He leído que es fumador en pipa, o que al menos lo era, y que adora los gatos. Ante sus ojos, esos felinos misteriosos son como poemas que caminan. Le pido un par de poemas y me envía estos dos de ‘Tránsito’. El mundo poético de Juan Manuel Macías puede verse en su blog:
http://diosas-nubes.blogspot.com/
DOS POEMAS DE JUAN MANUEL MACÍAS
Retrato de Maurice Ravel mientras componía.
PAVANA
(Ravel)
Todo se queda atrás y acaba
con un tacto en la boca de oro impuro, amargo
sabor a distancia y abandono.
Y se derrama el final de la luz, sus fatigadas heces,
lo inútil, el miedo, la espera,
esa última miel que el sueño finge sobre la mano fría de pronto
cuando ya no puede, no sabe, no quiere sostener la danza,
trabada en otra mano
para engañar al aire,
y todo ya es silencio.
Y todo es frío
cuando las rodillas se abren en remordimientos
y se cierran los dedos que la noche va trenzando
sobre el turbio espesor del corazón,
que sólo busca sus confines para caer a solas.
La noche va poblando la nuca de ceniza y ansia,
y todo es vértigo
cuando la pavana, por un instante, duda.
Cuando la pavana duda de todo y de sí misma
y ya no encuentra el paso que la salve y que nos salve;
cuando los ojos se buscan en la mutua incertidumbre
y los pies ya no saben cómo recuperar la tierra
y los labios se acometen con oscuridad y rabia y todo
se queda atrás, irremediablemente, en un fondo de rosas que se apagan
sobre la piel legendaria de una infanta.
Pero es un instante.
Tan solo un parpadeo, y la pavana vuelve
primero a tientas, aprendiendo el vacío,
hasta encontrar, segura ya, su nuevo paso.
Y vuelve más nítida o más simple, desprendida
del ornamento que los días han ido acumulando,
del lastre innecesario de los cuerpos.
La gentil pavana,
adelgazada ya en su solo armazón de tiempo,
se despoja y nos despoja y sigue
sin nosotros.
Uno de los obras de Katarzyna Rzeszowska: acaso una sirena.
SIRENA
Sigue tu voz labrando piel y tarde,
erizada de lluvia, laboriosa,
tejiendo el rojo tango de la cólera,
bebiéndose la vida en mis cristales,
arrojando a mis ojos viejos mapas
donde agonizan todos los veranos,
todo el amor, gritando por sus calles.
Tu voz oscura, madrigal de sueño,
¿con qué cuerda sutil o enajenado órgano
arrastra el mundo, barre, vientos, almas
y los ata a tu vientre desbordado?
Oscura cera hirviendo en el invierno,
sigue tu voz inventando mi nombre,
sigue llamándome desde tus brumas,
de tu llano horizonte impredecible.
Tu voz es lejanía, sal y tiempo.
Y tu canción tan simple, tan perfecta
como una uña nítida arañando la tarde,
como una niña de hielo licuada en el invierno,
como un sombrío escorzo por mi espalda
escribiendo postales sin firmar,
fatigadas de años,
enmohecidas de azar,
amarillas de puro pensamiento.
Y tu canción exige, quiere fondo,
y desfondarme el corazón, volverme
mi propio vértigo, mi fiel naufragio,
y ahogar tan dulcemente
los hombres que no he sido,
los perdidos ausentes convocados
con las últimas naves de la tarde.
Sigue y sigue tu voz, conmigo a solas,
dando vueltas al frío de la fuga,
tan razonablemente
parecida al silencio, tan igual
a la tenaz razón del oleaje,
a la ley que establece sus fronteras,
a un extraño país anochecido.
Otra foto de Katarzyna Rzeszowska.
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Antonio -