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Antón Castro

SANTIAGO ARRANZ EN LA LONJA

 

El pintor y escultor se enfrenta a su exposición más importante: ‘Una y otra realidad’, en la Lonja, compuesta por 99 piezas que exploran el lenguaje de la alegoría y los signos.

 

 

Llegar a la Lonja tiene algo de culminación. O de confirmación de un baremo de calidad, de proyección, de maestría. Recordamos ahora algunos artistas que lo hicieron en el último cuarto de siglo: Natalio Bayo, José Orús, Pascual Blanco, Juan Sotomayor, José Luis Lasala, Jorge Gay, José Luis Cano, Broto o Pepe Cerdá, por citar algunos creadores que siguen aquilatando su obra. Y ahora le ha tocado el turno a Santiago Arranz (Sabiñánigo, 1959) con ‘Una y otra realidad, que consta de 99 obras.


Arranz es un artista que ha desarrollado una travesía estética muy peculiar: ha vivido en París, en Zaragoza, ahora lo hace en Castejón de Sos porque quería recuperar el contacto con la naturaleza. En el fondo, siempre se ha sentido un artista nómada, no solo por sus mudanzas de residencia y de ciudad, sino incluso en la disciplina artística: empezó como pintor, con inclinación expresionista, y luego ha realizado murales, relieves, ha colaborado con arquitectos, ha dado un paso hacia los juguetes y la escultura, sin perder jamás de cerca la pulsión de la pintura. Santiago Arranz es un creador obsesionado por la materia, que funde trabajo e inventiva, y que se siente muy cómodo con la espátula.

La obra 'Niña de agua', 2010.


Todo ello, esa evolución u obra en marcha, se percibe en su exposición en la Lonja. Ahí están sus distintos caminos: su búsqueda, las diversas series, los ecos literarios, la correspondencia entre realidad e imaginación pictórica, la memoria y el olvido, el interés por los símbolos y los signos, que es su nueva porfía. Santiago Arranz siempre ha sido un pintor refinado y sutil, de pequeños gestos, cada vez más sobrio en el asunto, en el uso de color, en la estructura de la obra: se ha ido depurando y ahora en sus cuadros tiende a la estilización o el esquematismo. A una emoción controlada.

Exponer en la Lonja no es fácil. La Lonja exige una idea, una propuesta, una concepción unitaria, un ritmo. Y Arranz se lo da: presenta sus relieves, su pintura mural, presenta esos ‘planetas’ que tienen mucho que ver con su colaboración con los arquitectos en el Centro de Historias, Casa de los Morlanes, en Capuchinas o en el edificio de Almacenes Gay, que desarrolló en torno a la llave en una amplia superficie de cristal. Presenta esos caballos de hierro, sus esculturas de línea neta. Luego incorpora sus alfabetos de letras e imágenes, con su homenaje a Kafka incluido, repasa sus ‘Las Ciudades invisibles’, basadas en el libro de Ítalo Calvino, donde realiza una pintura que conversa con la arqueología y con las antiguas civilizaciones, con los bestiarios y acaso con la desnuda estética del fósil.


La muestra se cierra en varias salas o dependencias con la pintura de Arranz: las obras de los dos o tres últimos años. Una pintura simbólica y alegórica que está presentada, cuadro a cuadro, casi como un relato o como un retablo. El pintor juega con el soporte, usa el relieve, y resume su percepción del mundo. El cuadro se abre a distintos personajes e historias, y hay como un cuadro-árbol: aquí está la figura central, que no siempre es un hombre o un animal, puede ser un corazón arrebatado, un árbol, una barca. A veces, Arranz parece próximo a Torres-García, a los autores de la vanguardia rusa, pero en realidad siempre está buscando su camino. El camino del silencio, de la precisión, de la delicadeza, del equilibrio y del ciclo de la vida, el sendero de su propia memoria y de su inclinación al sueño y sus industrias.


No es esta una exposición de batalla. Ni siquiera fácil. Ni efectista. Debe verse con calma: llegar a la Lonja no significa haber acabado la travesía. Es un puerto seguro para volver al mar de la creación y recomenzar. Y Arranz acaba de rebasar el medio siglo.

 

*Las dos fotos de Santiago Arranz las realizó Vicente Almazán.

1 comentario

Pablo J. Rico -

Cuánto me alegro de la exposición de Santiago Arranz en la Lonja zaragozana. Sabía de ella. Santiago me envío por e-mail su catálogo en PDF... Estoy seguro que luce espléndida, así me lo aseguran amigos comunes que estuvieron en la inauguración...

Bien sabes Antón que me unen a Santiago Arranz lazos íntimos y entrañables. Tuve la grandísima fortuna de conocerle en sus primeros tiempos de artista "novel" y de participar en sus primeras exposiciones, hacerlas posibles, escribir en sus primeros catálogos. A lo largo de mi vida profesional he tenido otros encuentros "memorables" con otros artistas desconocidos entonces a los que apoyé entusiasta fascinado por sus respectivas "voluntades de arte", la calidad e interés de sus obras. Son los casos de Kcho, Xu Bing, Bernardi Roig y Monica Fuster en España, por ejemplo, y ahora Valerie Campos en México... Pero mi primer "descubrimiento" y absoluta fascinación y creencia en su arte, en sus inmensas posibilidades artísticas, fue Santiago Arranz. Bien lo sabes, Antón, que conociste sus primeras obras en mi casa en Zaragoza cuando vivía allí hace veinte años...

Santiago Arranz es un artista de pies a la cabeza y ha sabido crear una biografía artística verdaderamente excepcional, personalísima. Acaso no ha tenido el éxito internacional que muchos confiábamos y se merece. Pero qué más da... Santiago es grande y sus obras tarde o temprano estarán en las grandes colecciones internacionales que le esperan. Lo veremos tú y yo, sin duda...

Una última reflexión acerca de la exposición de Santiago Arranz en la Lonja, personal y reivindicativa. Me dolió no sabes cuánto que en el texto que firma Rafael Ordóñez en el catálogo, en el que intenta una especie de biografía comentada de Santiago Arranz, no me cita ni una sóla vez, es decir me ningunea por todo su morro y con intención desde luego. No me extraña, pero me duele. Al funcionario Rafael Ordóñez que tuve ocasión de tratarle durante casi diez años de relación profesional en el Ayuntamiento deben escocerle todavía mis actividades y proyectos en la ciudad durante la década de los ochenta. No me explico, en honor a la verdad y al rigor científico, cómo puede "olvidar" o simplemente negar mi participación en general en el arte organización aragonés en aquel tiempo, y en particular en la trayectoria artística de Santiago aquellos años; y no será porque tiene alergia a los nombres propios cuando en su texto aparecen numerosísimos nombres y referencias de todos aquellos que formaron parte de la biografía artística de Santiago Arranz (que sólo le falta nombrar al taxista que llevó una vez a Santiago a la estación de autobuses a Huesca oel camarero que le sirvió un bocadillo de calamares en una tasca en el Tubo). No hace falta ser muy listo para adivinar las intenciones de ningunearme en el texto dedicado a Santiago en su exposición en la Lonja.

Pues que se entere ese funcionario que firma el texto del catálogo y organiza la exposición de Santiago Arranz en la Lonja: que existo y he existido en el mundo del arte y que tengo entre mis mayores satisfacciones personales y profesionales haber creído y apoyado desde que lo conocí (junto a Sergio Abraín, en el Caligrama) a Santiago Arranz y haber participado lealmente en su desarrollo artístico. Lo hice con entusiasmo y con lealtad, que no es poco... Aunque no sé si el funcionario Ordóñez sabe de tales nociones. Tengo buena memoria y aún recuerdo la posición de "otros" con respecto al arte de aquellos tiempos y en concreto sus "dudas" hacia algunos artistas emergentes en aquellos tiempos. Menos mal que Rafael Ordóñez no tenía entonces responsabilidades significativas en las instituciones artísticas y culturales aragonesas, si no estoy seguro que Santiago no hubiera tenido ninguna oportunidad entonces para dar a conocer su obra y formar parte de algunas de las exposiciones de conjunto que alumbraron a toda una generación de jóvenes artistas emergentes en la década de los ochenta. Menos mal que siga siendo sólo un gris funcionario cultural del Ayuntamiento de Zaragoza y allí se vaya a jubilar...

Mientras tanto, qué vamos a hacerle si se dedica a dirigir exposiciones y firmar textos para los catálogos institucionales. No creo que le sirvan para mucho, es decir, para hacer currículo profesional. Tampoco creo que vayan a ser hitos literarios ni sean de interés para los coleccionistas de bibliografía artística... Acaso sirvan de ejemplo, uno más, de su falta de rigor, de su visión sesgada, de sus prejuicios, de su rencor incombustible, de la utilización de un catálogo, pagado con fondos públicos, para dar salida (a lo peor) a sus rencores y venganzas aplazadas...

Saludos entrañables, Antón, desde el otro lado... Y mi enhorabuena a Santiago, mi abrazo fraternal, largo y estrecho...

Pablo