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Antón Castro

ELOGIO DE BORJA

Elogio de Borja

 

Borja, Bursau en la antigüedad, es y ha sido una de esas localidades llenas de atracción, de carácter, de personajes. Era ese lugar especial que antecedía a Veruela, a Maleján y Bulbuente. Veruela es el reino del Moncayo, de Bécquer y de la brujería. En Maleján residía Emilio Alfaro, médico que escribía guiones, hacía películas, se carteaba con Buñuel y tenía el corazón inflamado de sueños y política. En Bulbuente veraneaba Julio Alejandro, con su hermana Matilde, que acaba de morir; cuando disminuía la ferocidad del sol se iba hacia el monasterio porque allí “percibía el olor del mar tumultuoso”. Manuel Gracia Rivas es un sabio de diccionario y buen conocedor de la aventura de Pedro Porter y Casanate, el zaragozano que delimitó las costas de California. Borja es el lugar donde nació Juan José Nogués, el único portero aragonés que ha sido internacional absoluto: sus hermanos conservaban sus fotos de “cancerbero de goma” y los recuerdos de un choque heroico ante Mussolini, cuando reemplazó a Zamora. Borja era la tierra de los viñedos, del arte y el patrimonio, del canto coral y del jazz: cada verano la villa se convertía en un apéndice de Nueva Orleáns o Chicago. Y es el lugar donde nació Romualdo Nogués, cuyas memorias aluden a su condición de viejo soldado de Borja, y donde fallecieron y reposan el gran Braulio Foz, Valentina Ventura, aquella niña ideal que fue la primera enamorada de Ramón J. Sender, y Ana María Navales, que culminó allí una vida literaria que discurrió entre Zaragoza, la ficción y las regiones de Bloomsbury. Por ser, Borja es también la tierra de Luis María Garriga, exalcalde y atleta olímpico que saltó justo antes de que lo hiciera el legendario Dick Fosbury.

 

*De 'Cuentos de domingo' en HERALDO DE ARAGÓN. En la ilustración de Cano, la joven Valentina Ventura y su enamorado Pepe Garcés (Ramón J. Sender, de niño).

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