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Antón Castro

JOAQUÍN PARDINILLA: UN DIÁLOGO

JOAQUÍN PARDINILLA: UN DIÁLOGO

 

[Joaquín Pardinilla es músico y compositor, ha actuado con María José Hernández, Labordeta, Bunbury o Amaral, entre otros muchos. Acaba de publicar, con su nuevo Sexteto, el álbum 'La hora roja', con portada de Jorge Gay]

-¿Qué quiere ser Joaquín Pardinilla Sexteto como formación? ¿Nace para tocar en directo, para experimentar, para realizar grabaciones o giras?

Somos ante todo un grupo de directo, ese es el momento culminante para cualquier músico. Ahí todo es real, la emoción, lo inesperado, la interacción entre músicos y público. Pero antes hay un proceso de reflexión: composición, ensayos, grabaciones...el Sexteto tiene, en cualquier caso, la intención de ofrecer un sonido diferenciado, identificable. Esto se consigue por la personalidad de los músicos que lo integran, y por las composiciones e influencias musicales que nos inspiran. 

¿Cuál serían las músicas en las que os movéis: la música popular, la fusión de estilos, una manera de mirar hacia el rock sinfónico o hacia la música sefardita o el sonido klezmer?

En realidad, nuestra música sólo es un reflejo de lo que somos. La fusión está en nosotros. Admiramos y asumimos la música del imperio, es decir, el rock y el jazz, pero ver Ainsa, Alquézar, Toledo o Granada evidencian que aquí hay un poso cultural tremendo sobre el que queremos trabajar. Si el ejemplo de la arquitectura se traslada  a la poesía y la música, se entiende perfectamente lo que queremos decir. Esas referencias son la que diferencian nuestra música en este mundo global. Sería un grupo neomudéjar: el rock y el jazz como forma de organizarnos, componer e interactuar, pero también el folklore, Gaspar Sanz o Ibn-Bayya.

¿Cuál sería el vínculo con las melodías aragonesas de diversa tradición?

La tradición aragonesa incorpora muchas fuentes y es muy rica, con manifestaciones impactantes como los dances, de una gran fuerza rítmica y melódica. También la música culta está impregnada del espíritu de la música popular: dances de espadas, villanos, matachines, zambras, folías, etc. Pero además, si uno lee con atención, advierte en los cancioneros lo sefardí, lo morisco...finalmente, la música hecha aquí tiene un paisaje tan complejo como Aragón mismo, pero diferenciado y rotundo.

¿Cabría decir que aquí hay una reivindicación de la música tradicional? Hay al menos tres o cuatro piezas que son tradicionales y revisadas...

La música tradicional ha pasado por muchos alambiques y filtros para que perviva. Guarda elementos de una gran modernidad, melodías bellísimas, ritmos sorprendentes y poderosos. Humildemente tomamos esos temas como punto de partida e inspiración para desarrollar nuestra música, de la misma forma que lo hacemos con un tema de Ornette Coleman.

¿Qué importancia tiene el jazz en el álbum?

Todos los componentes del Sexteto tenemos en común nuestro amor por la improvisación y por la interacción entre los músicos. Esa es la esencia del jazz. Además está la lectura rítmica y armónica de los temas. En ese sentido, músicas con una raíz tan marcada como la brasileña o el flamenco han trabajado y experimentado libremente, y en gran medida son nuestro ejemplo a seguir.

En algunas piezas parece haber un sustrato céltico, también. Por ejemplo en el corte siete...

Es curioso. Cuando compuse ese tema escuchaba mucha música armenia. Incluso Miguel Ángel Fraile toca un instrumento procedente de allí, el duduk.

¿En qué medida ‘La hora roja’ quiere ser la síntesis de muchos años de trabajo en distintos proyectos? Aquí hay temas tocados en directo en funciones con Berna...

El Sexteto trabaja en un formato predominantemente acústico y una de sus bases es la música de raíz. "La hora roja" recoge composiciones que se ciñen a ese concepto, que pertenecen de manera natural al universo del Sexteto. Muchos temas se han quedado fuera -en un principio se evaluó la posibilidad de hacer un disco doble-, pero "La hora roja" es un buen resumen de esto cinco últimos años, y creo que de alguna manera cierra una etapa iniciada en "Mascún", el primer disco en formación de quinteto. El encuentro con Berna era inevitable y se inició con "Amares" en 2007, obra por la que guardo un gran recuerdo, y que debería ser interpretada de nuevo.

¿Hay piezas vinculadas a la poesía: a Kavafis y Omar Khayyam. ¿Cómo se concreta esa influencia o la huella de los dos poetas?

Después de Ibn-Bayya y de la memoria morisca, queda el amor por la música andalusí, por el mundo mediterráneo en general, por una cierta idealización de lo oriental. A pesar de su distancia en el tiempo, ambos poetas aman y reivindican la vida, el amor, la carne, lo inmediato, a la vez que mantienen una actitud ética y un pensamiento más vigentes que nunca. Pienso en el poema "Termópilas", de Kavafis. En esos temas hay una atmósfera sensual y contenida. Por otra parte, "En ese cielo oscuro" es el título del libro de poemas de la gran Sol Acín y nuestro pequeño homenaje a su obra. 

Otro asunto capital: ¿Cómo se define Jaoquín Pardinilla como compositor, qué le interesa, qué mensajes, qué tipo de emociones quiere transmitir?

Quisiera transmitir luz, intensidad, placer, sencillez y complejidad. Conseguir que mi música acompañase a la gente a través de los años, que los discos o determinados temas conservasen un hueco en la estantería. Transmitir las emociones que me transmiten a mi mis músicos queridos.

 

Goya está muy presente, en piezas como ‘Folía’ o en ‘Espiello’. ¿Qué relación tiene Goya con la música?

Goya es muchos pintores en uno, y la aproximación musical es muy compleja. Está el Goya amable, popular y cortesano, y el lúcido, solitario e inclemente, un mago del ritmo y de la tensión, de la intensidad, de la transparencia y de la densidad. Para aproximarse a Goya musicalmente hay que agotar el siglo XX y adentrarse en el XXI, tal es su modernidad y su genio.

Háblanos un poco de los músicos y del trabajo en equipo. ¿Cómo fue? Hay una pieza, ‘Cerrando el bar’, que tiene algo de homenaje a los músicos...

El Sexteto está formado por músicos excepcionales. Honra tocar con cualquiera de ellos, pero juntos impulsan la música más allá de lo imaginado. Partimos de las composiciones y arreglos iniciales para posteriormente trabajar en común y personalizar las distintas partes. Aquí están Alberto Artigas (laúd), Juan Luis Royo (Clarinete), José Luis Seguer "Fletes" (batería), Toto Sobieski (bajo), y Ernesto Cossío (guitarras). Pero "La hora roja" tiene además colaboraciones espectaculares: están Luis Delgado, Ángel Unzu y Antonio Toledo, y M. Ángel Fraile, Toño Bernal, Rafel Sánchez, María Cabezón y Daniel Francés, extraordinarios músicos de casa.

Me da la sensación de que es un disco para oírlo en calma. Un disco, incluso poco comercial, donde importa más la calidad, el rigor, que lo inmediato. ¿Es así? ¿En qué público estáis o habéis pensado?

Siempre pienso que el público es igual que nosotros, que tiene el mismo nivel de exigencia, y una percepción de nuestra obra superior por estar desprovista de prejuicios. La calidad exige rigor, autocrítica y trabajo, pero no está reñida con lo comercial, de hecho yo sólo intento comprar cosas buenas. El grupo no tiene ninguna vocación hermética, sino todo lo contario. Comunicarnos con el máximo número de personas es nuestro objetivo, y así ha sido siempre; el público sale siempre emocionado de  nuestros conciertos.

¿Cuál es tu percepción del actual momento de la música en Aragón?

Hay más músicos y mejor preparados que nunca. Gente creativa, trabajadora, con ilusión. Pero Aragón no escapa al cambio de modelo en la industria de la música ni al cambio de modelo en el consumo de música, tanto la grabada como la realizada en directo. La música como profesión desaparece poco a poco.

¿Cómo os afecta la crisis a los músicos y cómo se puede salvar esa dificultad?

Por un lado está la dificultad en la contratación, el IVA, la política cultural, etc, pero también falta un crítica seria sobre el uso de las nuevas tecnologías, sobre qué es la cultura y su materialización en objetos como discos o libros. Ahora es la música, pero después vienen los libros, condenados a ser almacenados por millares en un disco duro, donde su valor parece quedar reducido a cero. Pienso en la extraordinaria portada que Jorge Gay ha hecho para el disco y que le da un valor especial. El pensamiento libre y distinto solo puede existir si los pensadores y creadores sobreviven. Nosotros tenemos la obligación de hacer la mejor música posible, de no reblar. El público debe comprometerse con la calidad y, en la medida de lo posible, con la música en vivo, ya que sólo existe la taquilla para seguir adelante.

 

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