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Antón Castro

CARMEN SANTOS, UN DIÁLOGO

CARMEN SANTOS, UN DIÁLOGO

[Carmen Santos, Valencia 1958, aunque afincada en Aragón desde hace muchos años, acaba de publicar en Grijalbo su novela más extensa y ambiciosa, 'El sueño de las Antillas', que narra la historia de Valentina que emigra a La Habana y allí debe enfrentarse al amor, al desamor, a la prostitución y a la revueltas de un país que sueña con la libertad y la independencia.]

 

-¿Qué te ha llevado a La Habana de 1859 y de los años siguientes? ¿Cómo nació esta novela?

Documentándome para otro trabajo encontré mucha información sobre los años centrales del siglo XIX en Cuba. Datos interesantísimos sobre el esplendor de la producción de azúcar en esa época, que proporcionaba a la isla una gran riqueza, concentrada, como suele ocurrir, en manos de la clase dominante: en este caso la aristocracia del azúcar, la llamada sacarocracia. También descubrí que desde el punto de vista político, Cuba era un verdadero polvorín a punto de estallar, en el que se mezclaban los movimientos políticos por la abolición de la esclavitud con varias corrientes por separarse de España. Los criollos llevaban décadas descontentos con la metrópoli, a la que consideraban un parásito que se llevaba la riqueza de la isla y acaparaba todos los puestos de poder, a los que no podían acceder los blancos nacidos en Cuba, por muy ricos que fueran. Esas tensiones independentistas repuntaron durante los años cincuenta y sesenta del siglo, subdivididas en varias corrientes: los más radicales que buscaban la independencia a toda costa, aunque fuera por las armas; los que conspiraban para que Cuba fuera anexionada por los Estados Unidos, pretensión que quedó truncada cuando Abraham Lincoln llegó al poder, y los reformistas, en su mayoría hacendados ricos que tenían mucho que perder si estallaba una rebelión armada y durante un tiempo pretendieron negociar con el gobierno español. Si a todo esto sumamos los fuertes contrastes sociales que había en la isla por entonces y mi fascinación de toda la vida por Cuba, tenemos el marco ideal en el que situar una novela de corte decimonónico con grandes pasiones, traiciones, poder, venganza...

-Hasta ahora te habías movido en un género casi más policíaco. ¿Por qué una novela histórica, con atmósfera sentimental de folletón a la manera de Dumas?

No me gusta encasillarme en un determinado género y creo que tanto en la vida como en la literatura hay que plantearse de vez en cuando nuevos retos. El mío en este caso fue escribir una historia a la manera de los novelistas del siglo XIX (a los que admiro profundamente y considero los maestros de la novela) y situarla en una época histórica tan fascinante como fueron los años centrales del siglo XIX en Cuba.

-¿Qué querías contar: la historia de una mujer como Valentina, la crónica de una época, la aventura de la independencia de la isla?

Las tres cosas. Quería contar la historia de una joven que enviuda en un bergantín con rumbo a Cuba y se ve en la isla sola, sin dinero y sin trabajo, pero lejos de hundirse, se convierte con el tiempo y todo lo que le va ocurriendo en una mujer de armas tomar. Pero también quería reflejar los hechos históricos y las condiciones sociales de la época, ya que el ambiente político y social influye en el carácter y el modo de actuar de los personajes, del mismo modo en que la crisis económica que vivimos ahora condiciona nuestra forma de vivir y de ver las cosas.   

Vayamos con Valentina. ¿Cómo surge esa mujer, cómo querías que fuera?

Aunque esta novela sea más coral que mis libros anteriores, quería que el personaje central fuera una mujer fuerte y luchadora. Una joven del siglo XIX, educada para someterse al marido, darle muchos hijos y criarlos, que a causa de las vicisitudes que le toca vivir, va descubriendo su propia fuerza e inteligencia y acaba siendo una mujer, como ya he dicho, de armas tomar y muy adelantada a su época.

¿Cómo es ese proceso en que Valentina pasa a ser Calypso y luego Galatea?

Ay, para responder a esta pregunta igual tendría que desvelar demasiadas cosas. Diré que Calipso es el nombre que le pone a Valentina la madame del burdel habanero en el que se ve obligada a ganarse la vida, ya que encontrar un trabajo honrado en la colonia era muy difícil para una mujer sola. Cómo se convierte Calipso en Galatea… eso quizá preferirán descubrirlo los lectores entre las páginas de EL SUEÑO DE LAS ANTILLAS.

Hay otro personaje importantísimo como Madame Selene, apasionada de la mitología clásica, que fue “bella y luminosa como un rayo de luna” en su juventud...

Madame Selene - eso sí lo puedo revelar - es la dueña del burdel de lujo donde se ve obligada a trabajar Valentina. Una aristócrata de Prusia que, por circunstancias de la vida, ha acabado regentando un burdel en el Caribe, pero quiere imprimir a su establecimiento algo de la vida elegante que conoció en su juventud para no envilecerse del todo. Para mí ha sido uno de esos personajes con los que una se acaba encariñando conforme escribe.

Hablemos de los personajes masculinos: el médico Tomás Mendoza, el aristócrata Leopoldo Bazán... Distintos y a la vez parecidos: son víctimas de sus pasiones...

Digamos que Leopoldo Bazán es un hombre con tendencia natural a ser cruel, que además ha sido educado para hacer lo que se le antoje y perseguir sus deseos a costa de quien sea. A Tomás Mendoza podría considerársele el antagonista de Leopoldo: un hombre sensible, idealista y buena persona que, sin embargo, también tiene sus sombras y acaba “metiendo la pata” a pesar de sus buenas intenciones. Sí, los dos hombres son víctimas de sus pasiones y actúan de forma reprobable momentos clave de la novela, aunque por diferentes razones.

Valentina desoye una advertencia: no debe enamorarse. ¿Cómo le va a condicionar eso?

Madame Selene advierte a Valentina, cuando la instruye en el arte de complacer a los hombres, que jamás debe enamorarse de un cliente porque eso sería su perdición. Pero el amor asalta a Valentina a traición en el burdel y eso va a condicionar el resto de su vida… y también dará un giro a la novela.

Hay otro personaje clave en la historia de la novela y de Valentina: Sebastián, primo de Tomás...

Sebastián es otro personaje con el que acabé encariñándome. Si estuviéramos hablando de cine, podríamos decir que tanto Sebastián como Madame Selene son de esos secundarios de lujo que acaban robándoles planos a los protagonistas.

¿Crees que una historia así era probable, con tantas peripecias y con tantos golpes de suerte, con tantas vueltas de tuerca?

¿Por qué no? En la vida real hay personas que llevan una existencia muy rutinaria y ordenada, en la que nunca pasa nada extraordinario, pero también las hay que viven peripecias como las que se narran en EL SUEÑO DE LAS ANTILLAS.

¿Qué lugar ocupa la tensión política, la animadversión hacia España, la presencia de la esclavitud?

Podría decirse que esa parte histórica de la novela es un personaje más. En una historia que se desarrolla en la Cuba de mediados del siglo XIX, hay que hablar obligatoriamente de la tensión política, de la animadversión hacia España y de la esclavitud, en la que se basaba la economía de la isla entonces y que dio lugar a verdaderas tropelías y abusos terribles. Hay que tener en cuenta que los propietarios blancos no consideraban a los esclavos seres humanos sino animales que trabajaban en sus ingenios de azúcar y hacían los trabajos domésticos. Los esclavos no tenían más importancia para ellos que los bueyes o los caballos y, al ser de su propiedad, podían hacer con ellos lo que se les antojara: azotarlos, colocarles grillos en los pies e incluso matarlos a golpes. Cuando leí esas cosas mientras me documentaba, me resultó espantoso solo imaginármelo, pero había que hablar de ese tema en la novela porque formaba parte de la realidad de la isla.

Cuba es un país exuberante... Y la novela también lo es. De mucho erotismo. De burdel, de tálamo, de alcoba, de pasiones constantes. ¿Has querido establecer un parentesco explícito entre la sensualidad del país y la de la narración?

En todos mis libros hay sensualidad y erotismo. Ya sabes que no suelo retroceder ante estos temas. Pero tal vez la sensualidad de Cuba y la fascinación que siento por ese lugar le hayan inyectado a esta novela algo más de pasión de la que ya había en las anteriores.

¿Qué novelas tenías en la cabeza, qué tipo de narración querías escribir?

Pensaba en mis admirados novelistas del siglo XIX: Dickens, Stendhal, Tolstoi, Flaubert, Perez Galdós, Charlotte Brontë, Jane Austen… Quería escribir una de esas novelas llenas de pasiones, traiciones y venganzas que narran varias décadas en las vidas de los personajes.

¿Cuánto tiempo has invertido en su redacción?

Escribiendo todas las tardes sin parar, entre el primer borrador y las sucesivas revisiones tardé alrededor de dos años. Eso sin contar el tiempo que invertí en documentarme a fondo.

¿Cómo ha sido el proceso de documentación?

Fue muy laborioso, aunque a la vez fascinante porque descubrí cosas muy interesantes. Leí infinidad de libros de historia, diarios de viajeros que fueron a Cuba justo a mediados de siglo, libros sobre cómo eran las construcciones en la Cuba del siglo XIX, artículos de historiadores cubanos que encontré buscando en internet… Algunos libros los saqué de la biblioteca, otros muchos los compré…  y ahora tengo en casa una extensa colección de libros sobre Cuba.

 

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