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Antón Castro

SAM LEVINGER EN ARAGÓN

SAM LEVINGER EN ARAGÓN

[Hoy miércoles, a las 20 horas, en la Biblioteca de Aragón se rendirá homenaje a San Levinger, un brigadista norteamericano que combatió con la II República y que pereció en La Puebla de Híjar. Viaja a Zaragoza su hermana Laurie. Aquí se cuenta su historia: este texto apareció en las páginas centrales de 'Artes & Letras' hace algunos meses.] 

Un idealista poeta de Ohio

 

SAM LEVINGER

 

 Antón Castro

 El idealismo es uno de los instrumentos más revolucionarios: puede ser la llama, el camino, la tentativa o la espiral inicial para transformar el mundo. Algo así le ocurrió a Sam Levinger , un joven de Ohio, hijo de un rabino y de una escritora. La historia de su breve vida tiene mucho que ver con el arranque de la historia de 'Tierra y libertad' (1995), la película que Ken Loach rodó en las tierras del Maestrazgo, entre Mirambel y Morella. Un día, el padre de la escritora Laurie E. Levinger, hermano de Sam (1917-1937), le habló de una caja que yacía en el sótano y que contenía «cartas de mi hermano, Sam, cuando estaba en España, me parece. No les he prestado mucha atención. Creo que hay una novela, o puede que dos, que mi madre escribió sobre la vida de Sam».

 

Esas novelas, por razones políticas tal vez, no se publicaron. La anécdota ocurría en la primavera de 2001. Pasaron muchas cosas en la vida de Laurie, se jubiló, publicó su primer libro, y de repente descubrió que «me encontraba a la deriva», sin inspiración. Y se acordó del cajón. «Leyendo su contenido descubrí la historia (muchas historias, en realidad) de un joven lleno de fervor idealista que abandonó su hogar para unirse a un ejército voluntario y luchar contra el fascismo en un país extranjero». En esa narración será determinante Elma, la madre de Sam , que se lamentaba de que abandonase sus estudios universitarios y que interrumpiese una prometedora carrera como periodista y poeta, que abandonase a la familia y a su novia Clara. Elma será su interlocutora desde la distancia.

 

Además, Elma le dedicó dos libros a su hijo, que se encontraban con las cartas, los poemas y las crónicas de Sam en el interior de la caja. Laurie E. Levinger publicaría algunos años más tarde la historia de una obsesión, de una pesquisa, de una sombra: 'Amor y saludos revolucionarios. Un chico de Ohio en la guerra civil española' (Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales, AABI, 2013. Traducción de Agustín Lozano de la Cruz).

 

Sam, se dice, «era un observador cuidadoso y astuto, también era un poco manipulador, cambiaba su relato en función de su la audiencia que tenía en su hogar». En los primeros capítulos, se narra cómo era Sam antes de volverse un «revolucionario». Hiperactivo, podía irse detrás de un organillero ambulante, se interesó mucho por la I Guerra Mundial, luego por el paficismo, le encantaba desviarse por el camino más largo del bosque y oír historias. Un médico reveló a sus padres: «El chico necesita aventura, en cantidad». Y no tardaría en tenerla. Por ejemplo, en 1931, su madre ganó un premio de mil dólares con su libro 'Grapes of Canaam' y la familia decidió hacer un viaje por Egipto, Siria, Palestina y varios países de Europa.

 

Recuerda su madre que «en Múnich, Samuel se puso un uniforme de 'boy scout' y fue a la Brown House, donde pidió ver a Hitler, pero no se lo permitieron». Con 17 años sería arrestado y casi a la vez le confesaría a su madre que deseaba ser escritor. No tardaría en colaborar en 'The Columbus Citizen' con una crónica, incorporada al libro.

 

«A finales de diciembre de 1936, un pequeño grupo de voluntarios norteamericanos partieron hacia Francia, planeaban infiltrarse en España para unirse a las Brigadas Internacionales. Muchos de los voluntarios eran miembros del Partido Comunista americano. Sam no lo era, pertenecía a la Liga Socialista Juvenil y tenía su carnet de miembro, aunque estaba en minoría. Otros se unirían pronto a estos voluntarios. Más adelante llegarían a ser dos mil ochocientos. Se autodenominaron la Brigada Abraham Lincoln», cuenta Laurie. Se explica cómo Sam se trasladó a Francia -se embarcó el 16 de enero de 1937 en el 'SS Paris'- y finalmente llegó a España.

 

No tardaría en mandar cartas a casa, especialmente a su madre, con la firma de R.P., para despistar. Cuenta cómo era el saludo del Frente Popular, cruza los Pirineos en ferrocarril y luego en autobús. Más adelante anota diversas anécdotas, recuerda la muerte de Durruti y finalmente recorre Valencia, el frente de Albacete, más tarde pasará a El Jarama. Con el paso de los días, tras recibir sus primeras heridas, llegará a una batalla crucial: la de Belchite. Eso sí, antes de esa empresa terrible, en todos los sentidos, escribirá a su familia, a su amada Clara, firmará crónicas en 'The Nation' y hablará de sus compañeros, del miedo, de la desesperación y de un fusil llamado Mary que llevaba su camarada Jim. En uno de sus conmovedores relatos desde la trinchera, confiesa: «No había luna, solo un atisbo de la luz de las estrellas. Busqué entre las viñas, no encontré nada. Jim solía decir que yo era el mejor guardián del frente, porque siempre estaba muerto de miedo». De vez en cuenta miente: «Querido padre: todo va bien, de maravilla».

 

Lírica de la contienda, cartas

 

Tras ser herido en la batalla de Brunete escribió el poema 'La guerra es larga', que empieza así: «Camaradas, la batalla es cruenta, la guerra es larga, / Grises columnas adelante se escucha el grito de las armas; /Sobre nosotros planean aviones blancos preñados de dolor, / Mirad los tanques sombríos y salvajes, odian la carne; / Y escuchad: los fusiles muestran a los hombres el camino del olvido».

 

Entre el 24 de agosto y el 5 de septiembre participó en la batalla de Belchite. Un compañero brigadista describió así sus últimos instantes: «Rodeando la catedral por todos lados, los americanos, apoyados por batallón español, intentaron cruzar la plaza hacia el edificio, pero fueron rechazados por un fuego enemigo fulminante. Se reagruparon en edificios cercanos y entonces intentaron un segundo asalto que también fracasó. Eran maniobras gravosas, entre los hombres que cayeron muertos estaban Henry Eaton y Samuel Levinger ».

 

Sam fue alcanzado, pero no murió en Belchite: falleció el 5 de septiembre de 1937 en el hospital de campaña de La Puebla de Híjar (Zaragoza). Redactó una carta para sus padres que solo se les debía entregar si fallecía. Les decía: «Ciertamente, no me entusiasma la idea de morir (…) Si volviera a vivir creo que me uniría de nuevo a esta lucha (…) Escribí una vez un pésimo poema: 'Si lo que aguarda es oscuridad dormiré, si es luz despertaré'. Así que, si volvemos a encontrarnos, será genial; si no, hemos disfrutado de muchas alegrías juntos mientras duraron». A su novia le dijo: «Habría sido genial estar a tu lado. (…) Amor, salud, alegría».

 

Laurie E. Levinger llegó en 2010 a La Puebla de Híjar siguiendo el rastro de su tío, que fue objeto de transfusión de sangre y que oyó la melodiosa voz de Miss Silverstine antes del fin. Laurie recompuso la historia, visitó la fosa común del cementerio donde reposan sus restos y compuso este libro conmovedor.

 

Gracias a la iniciativa del escritor y periodista Luis Granell, de Susanna Anglés y Javier Díaz, activos y concienciados libreros en Mas de las Matas, más de una treintena de personas rindieron homenaje a Sam Levinger: leyeron sus poemas y sus cartas. El periodista y escritor Luis Granell describe así el acto para HERALDO: «El clima del acto fue íntimo; yo diría que íntimo, romántico y emocionante; así lo queríamos los amigos que lo pensamos. Asistieron algunos vecinos del pueblo, miembros de la Asamblea local de IU, que lo respetaron. Volví a conmoverme escuchando al fotógrafo Pedro Avellaned leer la carta que Sam había preparado para que la enviasen a su familia si moría. Cuando la leí en el libro lloré».

 

Hay una página web: www.levinger.net

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