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Antón Castro

EL 'DRÁCULA' DE FERNANDO VICENTE

EL 'DRÁCULA' DE FERNANDO VICENTE

QUÉ BELLO ES VIVIR*. ‘Drácula’, el vampiro seductor que no se refleja en los espejos y se alimenta de sangre, narra una historia invernal y legendaria que produce escalofríos. Reina de Cordelia la edita de nuevo

 

El monstruo fantástico e inmortal

 

Reino de Cordelia publica una impresionante edición de ‘Drácula’ de Stoker, ilustrada por Fernando Vicente y traducida por Juan Antonio Molina Foix

 

 

Abraham Stoker (Dublín, 1847-Londres, 1912) debía ser un tipo con un gran sentido del humor. Le dijo a su hijo Irving que su novela, ‘Drácula’, se la debía a una indigestión tras cenar un centollo. La realidad, como recuerda Luis Alberto de Cuenca en el prólogo a la edición de Reino de Cordelia, ilustrada por Fernando Vicente, con impecable traducción de Juan Antonio Molina Foix, resulta algo diferente: la idea del vampiro ya estaba en el ambiente. Se habían acercado a ella autores tan diferentes como Polidori, Nodier, Poe, Hoffman, Le Fanu o Gautier, por citar algunos. Y además, el sabio húngaro Arminius Vámbéry le habló de la existencia de Vlad Drácula, conocido también como ‘El empalador’, e incluso parece más que probable que también conociese la espeluznante historia de Erzsébet Bathory, ‘la condesa sangrienta’ de la que escribieron Valentine Penrose o Alejandra Pizarnik, que se alimentaba y se bañaba en sangre, casi siempre de doncellas, porque así, pensaba, mantenía su eterna juventud. 

Con todo este bagaje detrás, Bram Stoker anotó en 1890, en un hotel de Filadelfia, algunos detalles iniciales de la que sería su obra maestra: ‘Drácula’, novela de diarios, cartas y fragmentos de prensa que aparecería el 26 de mayo en 1897. Y consta que durante su redacción llevó un dietario minucioso de todos los detalles: escenarios, memoria de los personajes, vestuarios, avances científicos... Tardaría casi siglo hasta incorporarse a los clásicos Oxford: lo hizo en 1983 y para entonces ya había recibido elogios por doquier. Cuenca recuerda que Fidel Castro dijo en alguna ocasión que había sentido “un miedo espantoso, paralizante, leyendo ‘Drácula’”.

¿Es ‘Drácula’ una novela navideña? Es una novela invernal y a la vez intemporal que produce escalofrío y pánico. Un libro mestizo que participa del romanticismo gótico con sus mitos clásicos –enumera Cuenca: “ese castillo onírico del monstruo colgado entre riscos inaccesibles, el aullido de los lobos, el horror atávico de los lugares ante su diabólico señor feudal”- y que los mezcla con otros elementos en boga: la lucha de la mujer por la igualdad, la sexualidad y la belleza, los avances científicos del momento como la transfusión de sangre, los viajes y navegaciones, la inmortalidad y la muerte o la impronta del folclore. Bram Stoker fue todo un personaje: leyó, defendió y conoció al poeta Walt Whitman y fue un buen amigo de Mark Twain, “con quien intercambió ideas y bromas”.

La novela tuvo al principio otro título: ‘Un no-muerto’ (The Un-Dead). La narración es sobradamente conocida: retrata a un personaje espectral que se alimenta de sangre, la necesita para existir, y reside en una mansión impresionante con tres vampiresas. Arranca con un viaje del joven Jonathan Harker, prometido con la bella y dulce Mina, que se traslada al castillo de Drácula para cerrar unos negocios. Lo hace en calesa en una noche de nieve y de lobos. La patrona de la habitación donde pernocta, al saber su destino, le dice: “¿Tiene usted que ir allí realmente? (...) Es la víspera de San Jorge. ¿No sabe usted que esta noche, cuando den las doce, todos los seres malignos de este mundo se harán visibles y ejercerán todo su poder? ¿Sabe usted a dónde va, y a lo que va?”. Una veintena de páginas más adelante, Jonathan cena y mira a su anfitrión. Lo retrata así: “La boca, a jugar por lo que se podía ver bajo el grueso bigote, era firme y más bien cruel, y sus dientes, particularmente blancos y afilados, sobresalían de los labios, cuya notable rubicundez denotaba una vitalidad asombrosa para un hombre de su edad”. Luego, viene una acción trepidante y compleja donde se narra la vida de un monstruo del mal, homicida y seductor.

Este ‘Drácula’ es un soberbio regalo para estos días. Fernando Vicente (Madrid, 1963), dibujante habitual de ‘Babelia’ y pintor, ha hecho un trabajo extraordinario: evocador, preciso (prescinde de las estacas) e imaginativo, como sucede con ese lobo en movimiento a doble página, construido con la calesa y el tren. Es una edición primorosa de “la novela fantástica más importante de la literatura”, según Oscar Wilde. Una novela que sigue alimentando el cine.

 

*Este texto apareció en Heraldo de Aragón en los días de Navidad.

 

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