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Antón Castro

PINA BAUSCH: RECUERDO Y HOMENAJE DE PACO ORTEGA

PINA BAUSCH: RECUERDO Y HOMENAJE DE PACO ORTEGA

En memoria de Pina Bausch

 

Por Paco ORTEGA

Nunca he sentido una emoción tan intensa como espectador teatral que aquella tarde noche del verano de 1983 en el Teatro Municipal de Avignon viendo “Kontakthof”, de Pina Bausch. Era el primero que veía de ella como coreógrafa y de su compañía afincada en Wüpertal. En realidad la sorpresa fue doble: no sabía con exactitud lo que iba a ver, y, en segundo lugar, porque lo que apareció ante mis ojos no era un gran espectáculo, sino algo diferente a todo lo que yo había visto hasta ese momento.

 

En la vida de un espectador de teatro hay siempre un antes y un después. Ese momento significó para mí esa intersección.

 

Lo fue para mí y lo fue para muchas más personas. Compartíamos un palquito Sergi Belbell y Manolo Llanes. Salimos con la mirada perdida en un horizonte interior que nos hacía reflexionar seguramente en direcciones diversas. Manolo se la quería llevar a su Festival de Granada. A Sergi le había abierto un rumbo nuevo en su incipiente carrera de escritor. A mí me cambió la vida.

 

No exagero. Me cambió la percepción del teatro, que ha sido mi vida. Me trastocó mi pobre idea de los géneros estancos: teatro por aquí, danza por allá, pintura por arriba, cine por debajo… Pina proponía algo que todo lo integraba. Sus actores no hablaban, pero no paraban de decir cosas. Transmitían la idea de un inmenso dramatismo existencial, de una soledad indescifrable, cuestionaban la vida en pareja, la sociedad en su conjunto.

 

Era un nuevo sentido del humor, en donde el absurdo y la crueldad se daban la mano. Aquello era sádico y hermoso, de una belleza intensa y desolada. Nada sería igual desde entonces, y, efectivamente, nada lo fue después de ella.

 

Hablé con ella unos minutos en Madrid hace dos años. Le propuse que viniera a la Expo rescatando una antigua coreografía en donde el agua era el tema protagonista. Su calendario era otro. Me saludó con unos hermosos ojos tristes y con las palmas juntas, ritualmente. Y se perdió por las calles, como en una de sus coreografías.

 

*Paco Ortega me envió este tras la muerte de Pina Bausch. Estaba fuera de Zaragoza y no pude abrir el correo. Lo cuelgo en mi blog: es un texto emocionante y sentido de alguien, con conocimiento, que admiraba a la bailarina y coreógrafa con auténtica sinceridad.

1 comentario

Paco -

Gracias, amigo. Un gran abrazo.