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Antón Castro

LUIS ALEGRE EXPLICA LAS CLAVES DE SU TESIS DOCTORAL

 

LUIS ALEGRE: "EL PÚBLICO DE CINE

ES ESPECIALMENTE MISTERIOSO"


Hace unos días, el profesor, cinéfilo, escritor y periodista cultural Luis Alegre (Lechago, Teruel, 1962) leía su tesis doctoral en la Universidad de Zaragoza. Aquí intentamos desvelar algunas claves de su trabajo extenso, en el que ha invertido alrededor de diez años o quizá, en realidad, casi toda una vida de cine.

Acaba de defender su tesis doctoral, titulada ’Evolución de la posición relativa del cine español en las preferencias del público en España’. Usted señala que uno de los estímulos de la tesis fue una anécdota de Fernando Fernán-Gómez.       

Sí, esa anécdota está en el origen remoto de la investigación. Un taxista iraní le preguntó: “¿Cómo es posible que España, un país con una cultura tan rica, tenga un cine tan pobre?”. Fernán-Gómez, le respondió: “Eso mismo nos preguntamos nosotros”. De algún modo, la tesis, entre otras cosas, es un intento no de responder a esa pregunta sino de explicar qué hay detrás de ella, por qué ese taxista se la hizo.

 

Pero, ¿está de acuerdo con lo que esa pregunta insinúa?

No. Pero entiendo que la imagen que transmita el cine español sea débil. Lo que ocurre es que esa imagen procede de comparaciones que, aunque sean inevitables, están fuera de lugar. No tiene sentido comparar el cine con la pintura o la literatura porque los contextos alrededor de esas manifestaciones culturales son radicalmente distintos. Un escritor o un pintor pueden crear su obra de forma individual y con un coste mínimo, exactamente al contrario que un cineasta y eso lo condiciona todo. Por otro lado, tampoco tiene sentido comparar el cine español con el cine de Hollywood, como si ambos jugaran en la misma división. Es como si, para valorar el fútbol del Huesca, tuviéramos en la cabeza el fútbol que practica el Barça. Sin embargo, de forma más o menos consciente, la imagen del cine español entre la mayoría está condicionada por una comparación sistemática con el cine más poderoso del mundo o con las películas más sobresalientes de cada país. Hay gente que sostiene que el cine alemán es mejor que el español pero la única película alemana que ha visto en los últimos diez años es “La vida de los otros”. A menudo, cuando se juzga el cine español, sobra dureza y falta un poco de información, un poco de perspectiva y un poco de cariño.

 

El objeto de su investigación son las películas preferidas por el público en España a lo largo de toda la historia

Sí. Una buena manera de conocer a alguien es reparar en cuáles son sus películas favoritas. La tesis arranca de la convicción de que, de un modo similar, las películas más atractivas para el público de un país en un momento determinado también encierran una información muy valiosa sobre ese público, ese país y ese tiempo.

 

Pero, ¿qué entiende por películas más atractivas?

El atractivo de una película puede residir en su capacidad para atraer al público a las salas, en la valoración que de ella realiza un público especializado (estudiosos y profesionales) o en la huella que esa película deja en la memoria colectiva. Hay películas que son muy atractivas según alguno de esos tres criterios y otras que lo son según varios de ellos a la vez. Mi intención ha sido identificar las películas, extranjeras y españolas, que, en cada periodo, han resultado más atractivas según cada uno de esos criterios y, luego, valorar la posición relativa del cine español, como una manera de contextualizar las películas españolas más atractivas y de adquirir perspectiva sobre ellas. Cuando “Amanece que no es poco” se estrenó en 1989 no fue una película especialmente atractiva: su carrera comercial fue muy discreta y no contó con el aprecio de los estudiosos ni de los profesionales. Sin embargo, hoy esa película disfruta de un protagonismo muy superior al de buena parte de las películas coetáneas que, cuando se estrenaron, tuvieron una repercusión mucho mayor. Medir la influencia del paso del tiempo en el atractivo de las películas era otro de los desafíos de la tesis.

 

Usted reivindica la utilización de la expresión “películas más atractivas” en lugar de “mejores películas” y rechaza el uso de “buena” o “mala” aplicado a una película.

Rafael Azcona decía que “mejor” sólo se puede utilizar cuando hay cronómetro. Y tenía toda la razón. “Mejor”, “buena” o “mala” son calificativos que utilizamos con mucha ligereza y arrogancia cuando se trata de valorar obras de arte. Si una película te gusta, para ti será buena, al margen de lo que establece el canon o de lo que puedan pensar de ella los demás. Nadie, ni siquiera el paso del tiempo, puede arrogarse la autoridad de certificar de modo absoluto el mayor o menor valor de una película. Hoy “El apartamento” es una de las películas más prestigiosas de la historia y a nadie con dos dedos de frente se le ocurriría cuestionarla. Pero, cuando se estrenó en España en 1963, recibió críticas muy tibias. Y vete a saber cuál será su prestigio dentro de 100 años.

 

También cuestiona la manera de reflejar la repercusión de las películas en los libros y medios de comunicación.

Cuando informamos sobre las películas de mayor impacto de la historia o nos basamos en la cuota de mercado para informar sobre la salud de nuestro cine, incurrimos en errores y arbitrariedades de todo tipo. En la tesis realizo propuestas que, dentro de las limitaciones que existen, añadan un cierto rigor.

 

Otro de sus objetivos es indagar en la naturaleza del público de cine

El público de cine es especialmente misterioso, imprevisible, desconcertante y escurridizo y por eso es tan interesante estudiarlo. Dentro del público, y de cada espectador, conviven diversas sensibilidades que trato de distinguir.

 

Usted subraya que resulta muy complicado anticipar la respuesta del público ante una película concreta.

Sí y la historia está llena de casos muy llamativos. Cuando se iba a estrenar “Ocho apellidos vascos”, sus propios responsables eran bastante pesimistas. Y, luego, unos nueve millones y medio de españoles, casi una cuarta parte de la población, se abalanzaron sobre las salas para verla. Una comedia española de presupuesto muy modesto había resultado mucho más seductora para el público que miles de películas norteamericanas infinitamente más poderosas. Menos mal que se dice que la gente le tiene manía al cine español. Ese fenómeno destruyó de un plumazo varios de los tópicos enquistados alrededor de nuestro cine.

 

En la tesis sostiene que los grandes fenómenos populares suelen capturar “el aire de los tiempos” o retratar un estado de ánimo colectivo.

Sí, y “Ocho apellidos vascos” es un claro ejemplo: en un momento de crisis brutal la gente estaba deseando reír más que nunca y, además, por primera vez en el cine español, se ironizaba alrededor de la mayor pesadilla colectiva de los últimos 40 años y eso tuvo un efecto catártico, liberador. Sin olvidar que la explotación cómica de los estereotipos regionales siempre ha hecho mucha gracia a los españoles. Otro caso muy llamativo es el de “Helga”, un documental alemán que en 1967 se estrenó en versión original en algunas pocas salas de arte y ensayo. Esa película fue una de las más vistas de su época por una sola razón: en ella se veía con todo detalle cómo una mujer daba a luz. Buñuel decía que España era el país más reprimido de Europa y ese éxito inaudito fue un reflejo insuperable de esa represión.

 

Pero los acontecimientos comerciales suelen ser despreciados por los críticos y muchas películas de prestigio pasan inadvertidas en los cines. En las informaciones sobre los recientes premios Goya, se ha destacado que las películas más nominadas habían tenido un público muy reducido y que las películas más comerciales apenas habían sido reconocidas.

Sí, pero otros años, cuando, por ejemplo, en los Goya triunfaron “Los otros” o “Mar adentro, se dio la coincidencia de que los profesionales de la Academia premiaron a películas que habían arrasado en los cines. En la tesis reflejo también esos infrecuentes casos en los que lo más visto es también lo más apreciado por los estudiosos o profesionales. En realidad, mi intención es arrojar algo de luz alrededor de varias tensiones clásicas: la tensión entre lo exquisito y lo popular, el arte y la industria, la cultura y el entretenimiento, la comercialidad y el prestigio, el éxito y el fracaso, la sencillez y el espectáculo, la minoría y la masa, lo fugaz y lo permanente, lo nacional y lo extranjero, lo castizo y lo internacional, lo que queda en la memoria colectiva y lo que no.

 

¿Sería capaz de señalar la gran conclusión de su tesis?

Me siento completamente incapaz. Es una investigación que abarca temas muy diversos, maneja materiales y conceptos muy ambiguos y de ella se desprenden conclusiones complicadas de resumir. Pero he confirmado algo que sospechaba: aun con todos los matices del mundo, el cine español, sobre todo el más atractivo, ha sido hijo de su tiempo y se nos parece. Ese cine es un espejo bastante preciso de lo que somos o, mejor dicho, de lo que creemos que somos.

 

*La foto de Luis Alegre pertenece a Heraldo de Aragón.

 

 

 

 

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