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Antón Castro

ALFREDO CASTELLÓN: 'ESCOMBROS SELECTOS'

ALFREDO CASTELLÓN: 'ESCOMBROS SELECTOS'

Huerga & Fierro publica ‘Escombros selectos’,

los cuentos póstumos de Alfredo Castellón

 

El libro, marcado por la Guerra Civil, la fantasía, el amor y el cine, se ha presentado en la Biblioteca de Aragón

 

 

Alfredo Castellón Molina (Zaragoza, 1930-Madrid, 2017) fue guionista y director de cine, fundador de TVE y creador de un sinfín de programas, dramaturgo y director teatral. Dio casi la vuelta al mundo a mediados de los años 60. Se sentía, quizá por encima de todo, escritor de cuentos y de microcuentos. Solía decir que salía a pasear y que aprovechaba para volver a casa con el poema o el cuento ya hecho. Antes de morir publicó dos de sus mejores libros: ‘El ruido de la memoria’ (STI, 2012), una colección de relatos de carácter autobiográfico en buena parte, y ‘Apólogos’ (STI, 2016), una mezcla pensamientos, aforismos y microcuentos. Poco antes de su adiós, el pasado diciembre, Alfredo había puesto punto y final a su libro de cuentos ‘Escombros selectos’ (Huerga & Fierro), que lleva un prólogo de Mariano Gistaín.

En este volumen hay un poco de todo: algunos recuerdos de la Guerra Civil y de sus días en el entorno de un naranjal de Burriana, y varios relatos sobre su madre, entre ellos una carta. Al período doloroso de la contienda pertenece el cuento más extenso, más doloroso, ‘La mano’, en el que una madre le revela a su hija la historia de la ejecución de su padre; la obra tiene mucho que con los recuerdos del director de ‘Platero y yo’ y ‘Las gallinas de Cervantes’ vinculados con sus familiares de Morés, donde él pasó varias temporadas. Una de las piezas más turbadoras se titula ‘Obsesión’ y es el relato de una mujer y el hombre que la violó, resuelto con un final espeluznante. La obsesión, las historias de amor y la relación de parejas, en particular en el seno del matrimonio, protagonizan diversos cuentos, en los que casi siempre hay una salida para el humor, aunque sea negro, el sarcasmo y la ironía.

Destaca en el conjunto el cosmopolitismo: hay piezas que suceden en la India, en Alemania, en Polonia, en Francia, en Austria, pero también en Marraquech o en Nueva York, donde vivió entre 1929 y 1930 el poeta Federico García Lorca, a quien recuerda y cita. Y por supuesto, suceden en Zaragoza, adonde volvía siempre.

Castellón se maneja en varios registros: compone algunos cuentos fantásticos como ‘El amante volador’, que parte de un verso de Miguel Hernández, “solo quien ama vuela”. Se siente muy cómodo en los textos dialogados; rinde tributos al teatro y al cine, especialmente a Marlene Dietrich, vestida de cíngara; también ofrece varias narraciones de atmósfera religiosa, o más bien bíblica, y hay al menos dos piezas que transcurren en manicomios. La locura siempre anda por ahí con sus fantasmas.

‘Escombros selectos’ también es un libro de homenajes, entre ellos al escritor Félix Romeo Pescador, al bailarín Antonio Canales o a Enrique Gómez Padrós, ‘Harry’, “que con tanto cariño pellizcaba la yugular del amigo”, que fue uno de los grandes impulsores de la literatura y del cine en Barbastro. Uno de los textos más bellos es ‘Amores obstinados’, dedicado a las pasiones y a la terquedad de su amiga Pilar Miró. Ella, como confiesa otro personaje, podría haber dicho: “Tengo que confesar que desde niña me gustaron los hombres guapos”.

 

*La foto es de Guillermo Mestre, de Heraldo.

 

 

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