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Antón Castro

'XL SEMANAL' PUBLICA 'Y TE IRÁS DE AQUÍ' DE LORENZO SILVA

'XL SEMANAL' PUBLICA 'Y TE IRÁS DE AQUÍ' DE LORENZO SILVA
https://www.xlsemanal.com/conocer/cultura/20200331/gratis-novela-lorenzo-silva-te-iras-de-aqui-pdf-mobi-descarga.html

FRAGMENTODE 'Y TE IRÁS DE AQUÍ'
Ha sido Milena, era de esperar, quien me ha llamado a mí. No ha querido aguardar a que yo me decidiese, a que mi deseo se impusiera a la frágil barrera
que podían oponerle mi edad y mis conveniencias.
Ella es joven y le conviene todo: quizá ha creído,
no sin cierta generosidad, que era su obligación. Me
ha exigido más que propuesto una cita a solas en la
que podamos continuar, camino del abismo, que es
nuestra única meta concebible, lo que empezó la otra
noche entre nosotras. No tenía preparada una manera de desengañarla, y no por no haber intentado dar
con una, sino porque todas las que ensayé fui yo misma quien las echó abajo a hachazos antes de que ella
marcara mi número. Así las cosas, me he limitado a
discutir sobre la hora y el lugar. Ella, comprensiva, o
acaso velando también por su propia comodidad, que
le aconseja alguna discreción, me ha dejado elegir en
función de mis limitaciones. He preferido un día la-
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borable, a media mañana, porque por suerte no estoy
uncida a una mesa de oficina: mi trabajo me permite
entrar y salir sin que las explicaciones sean pormenorizadas. Le he propuesto un lugar recóndito, poco
conocido incluso para los madrileños: el jardín del
Príncipe de Anglona, en La Latina, que a esas horas
estará vacío, salvo por algún jubilado. Todo le ha venido bien, como si quisiera hacerme sentir que nada
va a privarme de mi regalo, este regalo extraño y tan
bien envuelto que la vida me pone en las manos para
descomponerme. Antes de colgar ha creído necesario
tener un detalle más. Con esa voz aterciopelada y serena que gasta me ha asegurado, toda zalamera:
—No puedo esperar a tenerte otra vez delante.
En ese momento, o quizá un minuto después,
mirando su número en la memoria de mi teléfono,
he pensado que debía desconfiar de ella y de lo que
me invita a hacer; no porque ella pueda ser una embaucadora a sueldo con el encargo de destruir mi reputación o algo por el estilo, ni porque tenga alguna
voluntad oscura de estafarme o servirse de mí, sino
porque nuestra conversación se parecía demasiado a
las que suelen tener las personas que en coyunturas
diversas, a conciencia o sin ella, se conciertan para
embaucarse, estafarse y destruirse a sí mismas.

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