BEKELE, EL CORCEL DE ETIOPÍA, Y CONCHITA
Recordamos nombres míticos de corredores de fondo como Paavo Nurmi, Emil Zatopek, Lasse Viren (aquel finlandés volador que era policía), Said Aouita. Han sido grandes campeones: músculo ardido, velocidad de crucero increíble, zarpazo final, deslizamiento de corzo o ciervo sobre el tartán. Ímpetu de fiera confundida con la inteligencia del estratega ancestral. Hemos visto carreras extraordinarias, míticas, triunfos agónicos. Pero esta noche, en Atenas, Kenenisa Bekele no se dejó sorprender: realizó en los diez mil metros- una última vuelta increíble, centelleante, tan rápida que pareció poseído por la velocidad de la luz. Gebrselassie, que hasta anteayer fue un campeón invencible, salió a correr un tanto lesionado. Se vio lejos de los puestos del oro, de la plata o el bronce. Con un soberano esfuerzo, con profesionalidad, muriéndose en cada metro, con el pundonor ofendido, terminó la carrera y vio, satisfecho desde la impotencia, cómo su pupilo, su amigo joven, reventaba la noche con unos 400 metros lisos prodigiosos, de campeón de mediofondo. 53 segundos para la eternidad. De velocista improvisado que se atreve a desafiar al propio viento
Bekele tuvo un gesto inolvidable: cuando, a falta de varias vueltas, vio quedarse a su ídolo "Gebre" mitigó el ritmo y le invitó a volver entrar en los puestos de pelea. El viejo campeón se enganchó al último tren, pero no pudo resistir la gran avalancha de velocidad. En medio del dolor mantuvo su bello gesto de siempre: derrotado, que no humillado, no perdió la sonrisa.
Antes, Conchita Martínez y Vivi Ruano nos daban otra alegría sentimental. Conchita ha sido, es, una campeona a la que no le sobran los triunfos, a pesar de haber ganado en Wimbledon (ante otra mujer que era ya leyenda: Martina Navratilova), varias veces la Copa Federación o sus dos medallas anteriores. Esta mujer alicaída y a la vez firme, de demoledor drive, montisonense y universal, se ha merecido mucho más. Se merece el oro, el brillo olímpico, el sitial de los campeones para siempre, la felicidad de ser la mejor en el día elegido y de golpe atrapar la senda de la inmortalidad.
Bekele tuvo un gesto inolvidable: cuando, a falta de varias vueltas, vio quedarse a su ídolo "Gebre" mitigó el ritmo y le invitó a volver entrar en los puestos de pelea. El viejo campeón se enganchó al último tren, pero no pudo resistir la gran avalancha de velocidad. En medio del dolor mantuvo su bello gesto de siempre: derrotado, que no humillado, no perdió la sonrisa.
Antes, Conchita Martínez y Vivi Ruano nos daban otra alegría sentimental. Conchita ha sido, es, una campeona a la que no le sobran los triunfos, a pesar de haber ganado en Wimbledon (ante otra mujer que era ya leyenda: Martina Navratilova), varias veces la Copa Federación o sus dos medallas anteriores. Esta mujer alicaída y a la vez firme, de demoledor drive, montisonense y universal, se ha merecido mucho más. Se merece el oro, el brillo olímpico, el sitial de los campeones para siempre, la felicidad de ser la mejor en el día elegido y de golpe atrapar la senda de la inmortalidad.
4 comentarios
Antón -
Cide -
Muchas gracias por el préstamo, ya me dijo Javier que, conociéndote, no sería ningún problema.
Saludos
anton -
Cide -
En fin, dejé mi opinión en el foro en el que habitualmente me expreso:
http://boards2.melodysoft.com/app?ID=lectores&msg=40751
En el que por cierto tambien colgué el artículo de la ínsula barataria con un link al mismo. Espero Antón que no te importe demasiado ese pequeño "robo" intelectual.