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Antón Castro

LOS MAPAS DE FÚTBOL DE VÍCTOR MUÑOZ

Me encuentro con el realizador y fotógrafo Alberto Gámez, el hombre que pone imágenes a “El Paseo” (Si alguno puede y quiere que no se pierda esta noche a Manuel Silva hablando de ciencia, técnica e ingeniería en el Renacimiento: es un humanista integral que hace historia de la ciencia a alcance de todas las molleras), y a otros muchos programas. Comemos juntos y hablamos de televisión, de futuros programas, de la televisión autonómica, de los compañeros de RTVA con los que tanto nos gusta trabajar: David Ferrer, un laborioso y discreto infógrafo y montador, de los cámaras (Peñas, Santi, Javier Vallespín, Carracedo…), hablamos desde el puro cariño y entusiasmo, de colegas en la modestia, el entusiasmo y la intensidad. Está muy tranquilo. Hablamos de París –le sorprendo con un libro “París, mon amour”, en recuerdo a un foto que me regaló hace algún tiempo tomada desde lo alto de la Torre Eiffel-, de nuevos proyectos, de nuevas ideas.

Muy cerca, están Mario Ornat y Pedro Luis Ferrer, hablando del Real Zaragoza y de sus nuevos tiempos en “As”. Con ellos departe y come Víctor Muñoz, levemente preocupado, pero con un afán: no descender ni pasar peligro y ganar la UEFA, antes de prepararse para el primer asalto al título de Liga, que debiera llegar en 2007 ó 2008. Víctor acaba de pintar un campo de fútbol con unos muñecotes y explica una jugada. “Seguro que la entiendas”. No digo nada. Ya no entiendo nada de fútbol (ha sido una de mis mayores pasiones literarias: incluso he soñado con escribir un libro sobre el Real Zaragoza para Xordica, y llegué a recoger mis artículos, entrevistas y reportajes. Ahora, cuando Pepe Melero se reponga, me conformo con trabajar en un libro coral sobre el gol del Nayim), pero no me atreví a decírselo. ¿Para qué iba a reconocer que soy un ignorante del pelotón? A Víctor, ya digo, lo vi tranquilo, cálido, cariñoso. Siempre he deseado y deseo que tenga un gran éxito, otro más, para que Luis Alegre publique por fin ese libro del que ya tiene más de 200 páginas. Un libro espléndido. Lo digo porque lo he leído y porque tengo, en un cajón, un puñado de folios redactados en los casi legendarios McIntosh.

Hace unos días, hurgando en los archivos de Antonio Calvo Pedrós, el testigo amable de medio siglo de vida y deporte en Zaragoza, encontré una foto de Víctor, casi imberbe, casi adolescente, vestido con la camisola de la selección nacional.

1 comentario

Javier -

Una auténtica maravilla tu entrevista a Manuel Silva. No he visto nunca hablar de la ciencia de una manera tan cercana, entretenida, didáctica, lógica y sabia. Un diez.