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Antón Castro

PETER PAN CUMPLE UN SIGLO

James Matthew Barrie (Kiriemuir, Escocia, 1860-Londres, 1937) ha sido uno de los escritores más extraños de todos los tiempos. Quizá el secreto de una existencia tan anómala la resumió él mismo en una frase que ya casi es un tópico: “No pasa nada después de los doce años que importe mucho”. Y algo de cierto hay en ello, si nos detenemos en su infancia y primera juventud, antes de que se graduase en la Universidad de Edimburgo y mucho antes de que trabajase como periodista y como dramaturgo de éxito. Cuando el Reverendo Dogson, Lewis Carroll, publicó “Alicia en el país de las maravillas”, en 1865, John Matthew Barrie tenía cinco años; por entonces, ocurrió algo que iba a marcarle para siempre: murió su hermano David, con trece años, de un terrible accidente.

Su madre, responsable de una numerosa familia, se recluyó durante varios meses en su cuarto, casi a oscuras por completo. Estuvo sin salir, enferma de desesperación, ajena a lo que ocurría con sus vástagos. James decidió asumir la personalidad y la presencia de su hermano, si así puede decirse: usó sus ropas, que le venían muy grandes, silbaba y se movía como él, y ya entonces concibió la idea de convertirse en niño para siempre, de no crecer. Años después se escribió que el origen de Peter Pan se debía a una sugerencia de Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes, a J. M. Barrie. Anidó dentro de él ese afán como una auténtica obsesión, a la que agregaría niños, piratas, cocodrilo y un niño inmortal que conocería el secreto del País de Nunca Jamás. Veinte años más tarde, cuando J. M. Barrie iba a trasladarse a Londres, su madre aún dormía hablándole al hermano muerto, al cual James le enviaba cartas y pequeños cuentos que la mujer (retratada más tarde en la novela “Margaret Ogilvy”, en 1896, exactamente un año después de su muerte) metía bajo la almohada. El crítico Rigoberto Rodríguez afirma que “James Matthew Barrie vendría a ser la versión viviente del hijo que, muriendo, permanecería eternamente joven”.

J. M. Barrie se inició en la prensa, y los éxitos como escritor empezaron a llegarle a finales del siglo XIX con libros como “El primer ministro” (1891) y con otras obras de inspiración escocesa como “Ogilvy”, “Tommy, el sentimental” y “Tommy y Grizella”. Barrie, que físicamente no llegó a alcanzar ni el metro y medio de estatura, tenía un temperamento más bien fantástico, sentido del humor, inclinaciones románticas, y grandes dotes de observación. Dicen que no sonreía jamás y que acabó invalidándose un brazo como el Capitán Garfio. Fue en 1892, en el volumen “El pajarito blanco”, donde apuntó la historia de Peter Pan y el País de Nunca Jamás. La primera versión de la invención, trasladada al espacio natural de Barrie, que era la escena, se presentó un 27 de diciembre de 1904 en el Teatro Duke or York de Londres. Al principio la versión del cuento apenas tenía algo más de dos folios, apareció luego la versión dramática, y en 1911 Barrie publicó en forma de cuento largo para niños la historia tal como la conocemos ahora: “Peter Pan”.

Barrie siempre fue un gran amigo de los niños y se mostró poco entusiasmado con los mayores, en particular con su mujer, la actriz Mary Ansell. Los biógrafos, en particular Andrew Birkin, dicen que ese matrimonio no llegó a consumarse; ella era una mujer más bien fría y Barrie no tenía un gran interés en la sexualidad. Algunos han escrito que era impotente, otros que sencillamente asexuado, y el propio Birkin dismintió una sospecha (en eso Barrie también se parece un poco a Carroll): “Nunca hubo en él asomo de homosexualidad o de pedofilia”.

Para escribir su texto más famoso –que se mueve entre el cuento de hadas, el relato de aventuras, las historias de piratería y las consejas folclóricas- se inspiró en los niños Lewellyn Davies que jugaban a diario en los jardines de Kensington. Más tarde, conoció a sus padres que lo adoptaron como un hijo más. La madre de la familia, Sylvia, joven y bonita, se convirtió en su mejor amiga, su confidente y tal vez en su amor platónico. “Sylvia es la criatura más hermosa que he visto jamás”, diría Barrie. Hace unas semanas, se estrenaba en Sitges la película “Finding Neverland”, con Johnny Depp y Kat Winslet en los papeles de Barrie y Sylvia. Cuando se murió el matrimonio, J. M. Barrie adoptó a los niños: a Peter, identificado siempre con Peter Pan, que acabó arrojándose al tren en Sloane Square; a George, que murió combatiendo durante la I Guerra Mundial, y a Michael, que se ahogó junto a un amigo en lo que se supone un suicidio de homosexuales. Margaret, la niña que le inspiró a Wendy, a la que había conocido en los jardines de Kensington, murió a los seis años.

Este mismo año, el escritor argentino afincado en Barcelona, se inspiró en la figura de J. M. Barrie para escribir “Jardines de Kensington”.

2 comentarios

Nuria -

Es cierto! ¡Qué jóvenes se conservan!

Antonio PÉREZ MORTE -

Peter Pan cumple cien años.
Nacho Martínez de Pisón cuarenta y cuatro.
Ninguno de los dos los aparenta!