"VIRUTAS" O LA CASA DE LA VIDA CON LIBROS
El pasado domingo, tras la victoria del Real Zaragoza y el gol de Savio (uno de mis jugadores favoritos desde hace años), me encuentro en medio del campo con Víctor Juan Borroy. La noche ya está en casa, emborronada de estrellas. La brisa es glacial y se han cerrado los caminos. Por eso él ha tenido que dejar su paraíso, atajar sendas y calzadas, sortear acequias. Hablamos de los entusiastas lectores de su novela de amor su hermano Víctor Pardo Lancina; qué bonita es la nueva acepción de hermano: Luis Alegre, por ejemplo, que ayer cumplió 42 añitos de seda y duende, no sólo me llama huraño, sino también hermano; o su maestro venerado Pepe Melero, especialista en casi todo pero también en libros de la guerra civil y maravilloso crítico literario: considera con razón que Martínez de Pisón, el antidivo afable y atrevido, es el mejor de todos nosotros- e insiste en una fabulación sobre la pluma de Paco Ponzán, esa estilográfica que le está dando mucho juego. Víctor Juan Borroy, que tiene un candor ideal y exacerbado, estaba como extático: el sábado había comido en casa de los Melero Polo y quedó hechizado: Ahora ya puedo morirme tranquilo. He estado en esa casa con libros donde todos los rincones son vividos con intensidad. Citó los nombres de sus moradores: Yolanda, Iguácel, Jorge Melero, poseedor de un especial sentido del humor y de una ternura casi paternal que deslumbró a Guillermo y Blanca Borroy. Agregó algo semejante a esto: la casa de los Melero -con sus fichas llenas de notas en pulcra caligrafía de ademán barroco, sus libros ordenadísimos, los cuadros, las fotos, todos los recuerdos del tiempo, la memoria agolpada en una perfecta poética de los objetos- es la casa de la vida hecha libro y arte, es una casa habitada por la cultura de las cosas íntimas y verdaderas. Y en esa casa, ha entrado el manuscrito completo de una peripecia de la Guerra Civil, entre Palmira Pla y Paco Ponzán, de la que yo ya he leído Virutas.
Acabamos de ganar un novelista. Sólo tendremos que esperar unos meses.
Acabamos de ganar un novelista. Sólo tendremos que esperar unos meses.
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