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Antón Castro

OLIFANTE: 25 AÑOS CON EL ALMA DE LA POESÍA

OLIFANTE: 25 AÑOS CON EL ALMA DE LA POESÍA Ayer celebró Olifante sus primeros 25 años de existencia. La editorial nació en 1979 de la mano de Trinidad Ruiz Marcellán, musa entonces con el cabello rojizo entrevista en la plaza de España, con pelo undoso de la textura del ámbar, con un libro que leí como una revelación: las cartas cruzadas entre Eugénio de Andrade, residente en Oporto, y Luis Cernuda, desterrado en México. Éste, cito de memoria, decía que el castellano era demasiado duro para la poesía y el italiano demasiado blando, y que la lengua ideal –épica y lírica a la vez, cabalgada por la justa melodía del sentir- era el portugués. Y tal vez el gallego. Me formé con esa colección: me entusiasmaba la elección de autores y poemas, los tipos en bodoni, la edición en bilingüe, la exquisitez sin afectación. Allí conocí a muchos autores: al loco Fijman, a Dino Campana, a Charles Cross, Vielé-Griffin, contemporáneo de mi amado Stephane Mallarmé, que representaba al poeta imposible que yo quise ser de joven. Admiraba a Trinidad, y a Ángel Guinda, aquel hombre de negro que se bebía la vida ávida en cada esquina, que imprimía en vaginas y no en páginas (eso decía en uno de sus versos), y que pedía a las muchachas de instituto que no se masturbasen por Dios ni de Dios. Y decía, en algunos poemas que volaban en los labios de Luis Felipe Alegre, mi camarada de noches de bohemia, que cuando pasasen los aviones seguiría amando a una mujer bonita, serena, que a lo mejor tenía un gato de ira escondido entre los senos.

No pude asistir a la charla del doctor Túa Blesa, gran teórico de la poesía, experto en Ignacio Prat, Leopoldo María Panero o Jaime Gil de Biedma, cuya biografía publicada por Miguel Dalmau en Circe me ha parecido magnífica, aunque el personaje –el gran poeta está fuera de toda duda- tenga algunas aristas abominables. Tuve la fortuna de dirigir esa editorial durante seis años(uno de los títulos y libros más bellos que edité fue "Los ojos del domador" de Fernando Sanmartín, al que vemos ahí en fotografía de Patricio Julve), en un tiempo en que Trinidad descubrió el amor y el campo junto a Marcelo Reyes, se hizo madre, construyó un paraíso en Litago y meditaba en volver a su casa encantada de palabras con ecos de vendaval. Volvió felizmente para todos.Además, ahí, en esa morada esencial de belleza y verdad, publiqué las cartas de Julio Antonio Gómez, “Los pasajeros del estío”, y dos traducciones: la de Jose Agostinho Baptista (el hombre que teme las tormentas y conoce la topografía de México sin haber estado jamás en el país) y Xosé María Álvarez Cáccamo, elúltimo eslabón de una estirpe de poetas del mar. Me es imposible entender mi pasión por las letras al margen de Olifante. No estuve ayer en la Biblioteca de Aragón, pero la editorial del cuerno de Roldán me convoca y al oír su lamento o su grito entiendo que solicita mi presencia de vasallo ideal. Ensillo el caballo que me ha regalado Yorgos y acudo con un escalofrío.

Enhorabuena a Trinidad, la dama de la poesía, la madrina radiante de los vates que ha retornado con un brillo de lumbre en la frente; felicidad a Marcelo Reyes por los siglos de los siglos junto a ella, junto a sus niños, ahí en Litago, que mira el gigante Moncayo, ese lugar, ese camino donde la poesía se alza entre la nieve y esculpe en el aire glacial un nuevo poema cada amanecer.

4 comentarios

Justino Valverde -

¡¡¡Qué pelotilleros sois!!!
Trinidad es, ha sido y será un mal bicho, una egoísta y manipuladora. Para ella todo es un puro tejemaneje cultureta, simplemente para darse un brillo que jamás ha tenido ni tendrá como escritora. Y eso lo sabemos muchos, todos los que no publicamos en su mediocre editorial.

Justino Valverde -

¡¡¡Qué pelotilleros sois!!!
Trinidad es, ha sido y será un mal bicho, una egoísta y manipuladora. Para ella todo es un puro tejemaneje cultureta, simplemente para darse un brillo que jamás ha tenido ni tendrá como escritora. Y eso lo sabemos muchos, todos los que no puiblicamos en su mediocre editorial.

Antonio Pérez Morte -

¿Qué sería de nosotros sin ella? ¿Sin valedores suyos,
como Trinidad, Antón o Fernando?
Olifante, La Expedición...
páginas inolvidables de una historia siempre difícil y apasionante.
Abrazos, amigos!

Cide -

¡Qué falta hace la poesía en estos tiempos tan veloces, tan plásticos, tan tecnológicos, tan inhumanos!.