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Antón Castro

PARENTESCOS OSCENSES DEL QUIJOTE

PARENTESCOS OSCENSES DEL QUIJOTE Huesca no ha sido ajena al fabuloso anecdotario de la historia del Caballero de la Triste Figura y su escudero, como recuerda Manuel Serrano Vélez en su divertido “Locos por el Quijote” (BArC, 2005) o el propio José-Carlos Mainer en el libro-disco “Música en la Ínsula Barataria”. Manuel Serrano, en el apéndice documental de su libro de infinitas curiosidades, recoge dos obras del pintor, arqueólogo e historiador del arte Valentín Carderera (Huesca, 1896-Madrid, 1880): el óleo “Alcalá de Ebro”, con un aroma entre fantástico y simbolista, y la acuarela “El palacio de los duques de Villahermosa en Pedrola”, que son los lugares donde transcurre un tercio de la segunda parte del Quijote. Aunque Cervantes nunca los cita explícitamente, habla de que esas aventuras transcurren a dos días de camino de Zaragoza y hay bastantes coincidencias para que esos espacios de ficción enigmáticos sean los que pintó Carderera. Ahí transcurren las burlas del caballo volador “Clavileño”, de los crueles duques, la historia Maese Pedro y su retablo de las maravillas, el episodio de amor de la joven criada que se finge enamorada de don Quijote y todo el capítulo de Sancho como juicioso y elocuente gobernador de la Ínsula.

Del Quijote escribió a lo largo y a lo ancho Ramón José Sender, que tiene un cuento titulado “Las gallinas de Cervantes”, donde alude a la vida plácida del escritor en Esquivias, recién casado con Catalina de Salazar, que se ve interrumpida de golpe por un sesgo surrealista: su joven esposa se convierte en gallina, o adquiere síntomas gallináceos. Un cineasta aragonés, Alfredo Castellón Molina, llevó esa narración al cine en 1987 con Sender en el interior de una iglesia presentando a sus criaturas. Gracián es posterior a Cervantes, pero su escritura no le pasó inadvertida, y de alguna manera –y perdonen la osadía: lo ha dicho muy bellamente Aurora Egido- en el germen de la novela alegórica “El Criticón” están el Quijote y “Los trabajos de Persiles y Segismunda”.

Tampoco sabemos con certeza si el poeta Alfonso Lombardo era de Huesca. Marcelino Menéndez Pelayo le atribuyó la personalidad del enmascarado Alonso Fernández de Avellaneda. Fue como un arrebato de un día, que se quedó con el tiempo en agua de borrajas. Quien sí tuvo vinculación con Cervantes, y en particular con el Quijote, fue Lupercio Leonardo de Argensola, próximo a la corte del conde de Lemos en Nápoles e instigador, según algunos, desde la Academia de los Ociosos de la escritura del Quijote apócrifo, que modificaría los planes de Cervantes de la segunda parte de su aventura. Si los héroes se habían despedido en 1605 a las puertas de Zaragoza, habida cuenta de que Avellaneda sí los trajo en 1614 y les hizo ver las famosas justas, luego se irían a Barcelona.

Y otra referencia fundamental oscense del Quijote es la ilustración que hizo del volumen el finado pintor oscense Antonio Saura, que continúa a su modo los trabajos de Daumier, Doré o Dalí. Su trabajo para la lujosa edición de Círculo de Lectores, que preparó Martín de Riquer, es de gran energía expresiva. Dijo Saura: “Como en Doré, pero en sentido contrario, fueron anotados aquellos pasajes del texto que mejor se corresponden con las zonas, claras u oscuras, de la persona fantasmagoría, prefiriéndose marcar el acento no en la exaltación del héroe y de su paisaje, sino en aquel terreno en donde la gravedad de pensamiento, o el ingenio de la reflexión, así como la ineludible situación que la memoria retuvo, se correspondieran, bien mediante su natural identificación, bien mediante su forzamiento gráfico, a una forma de proceder en donde lo fulgurante es aceptado como fuente de revelación capaz de provocar por sí mismo un fenómeno plástico”.

5 comentarios

Antoni Llagostera Fernández -

En tu comentario dices: "Cervantes nunca los cita explícitamente, habla de que esas aventuras transcurren a dos días de camino de Zaragoza y hay bastantes coincidencias para que esos espacios de ficción enigmáticos sean los que pintó Carderera".
Me interesa Carderera. ¿Sabes de paisajes que pintara Carderera?

ana a. -

Hay otra referencia oscense, aunque reconozco que hay que rizar mucho el rizo: en la cueva de Montesinos, Don Quijote ve al caballero Durandarte. Durandarte era el nombre de la espada de Rolando. Los poemas populares lo convirtieron en caballero, pero era la espada que según la leyenda, Rolando, moribundo en el paso de Roncesvalles, rompió para que nadie más la pudiera utilizar, y al romperla la montaña se partió en dos y se formó en los Pirineos la "Brecha de Rolando", o de Roland, o de Roldán.

Cide -

muchas gracias Lastanosa por el apunte. Conocía este hecho. Supongo que Gracián es tan oscense como Antón zaragozano. La vida de Baltasar Gracián es interesantísima. Las persecuciones que sufrió por parte de sus propios compañeros, la prohibición de escribir...

Al poder nunca le ha sentado bien que la gente piense por sí misma, y para Gracián el progreso consistía precisamente en eso, en enseñar a pensar.

lastanosa -

PARA CIDE: "Trasladado a Huesca (1636) acontece un hecho decisivo en la vida de Baltasar Gracián: conoce a don Vincencio Juan de Lastanosa, prócer de gran fortuna y refinada cultura, que en su palacio, habia reunido una gran biblioteca y numerosas obras de arte. Allí acudía un nutrido grupo de intelectuales y artistas, a los que se sumó el jesuita. Fue entrañable su amistad con Lastanosa, que estimuló su vocación de escritor y que costeó la publicación de todas sus obras"

Cide -

Me ha llamado la atención el comentario sobre Gracián, que nació en un pueblo zaragozano. De todos modos, no es lo importante.

Digo que ha llamado mi atención porque nombras a Aurora Egido que tiene una facilidad maravillosa para generar atención cuando habla. Estuve el año pasado en un ciclo de conferencias sobre el Quijote en la Plaza Paraíso y quedé muy impresionado por la personalidad de esta discreta e inteligentísima mujer.