EL TEATRO Y LA ARQUITECTURA EN ZARAGOZA
RELECTURAS / APUNTES DE CINE Y TEATRO (XII)
Amparo Martínez Herranz (Zaragoza, 1966) empleó una década de su vida en redactar una atractiva tesis doctoral, dirigida por María Isabel Álvaro, sobre La arquitectura teatral en Zaragoza. Esa investigación ha dado lugar a múltiples artículos y a tres libros: Los cines en Zaragoza, 1896-1936 (Ay. de Zaragoza / IFC, 1997), la monografía breve pero enjundiosa El Teatro Principal (Ay. de Zaragoza, 1999) y ahora, propiamente, La Arquitectura teatral en Zaragoza: de la Restauración borbónica a la Guerra Civil (1875-1939) (Institución Fernando el Católico), un proyecto repartido en dos tomos: el primero es una historia del teatro, los locales y los usos teatrales en Zaragoza desde los orígenes de la ciudad, pero sobre todo desde el siglo XV, hasta la Guerra Civil, y el segundo recoge la historia de los teatros desde 1875 hasta 1939.
He intentado hacer un recorrido por la historia de los edificios sin perder el contexto social en que nacieron ni la sociedad que los acogía. Y aquí se habla de actores, empresarios, arquitectos o escenógrafos, dice Amparo. El libro aborda la evolución de las tipologías arquitectónicas, las formas artísticas que van desde el Barroco y el clasicismo hasta el modernismo y el eclecticismo, o los materiales de construcción, pero también se habla del desarrollo de las formas estéticas: desde el corral de comedias al modelo de teatro a la italiana, desde la posterior irrupción de los salones y circos hasta los cafés-teatros y la influencia recíproca del teatro y el cine.
El trabajo de Amparo Martínez, como es frecuente en sus libros, está lleno de erudición, de curiosidades, de historias menudas. Por ejemplo, en el primer volumen, recuerda cómo La Seo era escenario de funciones litúrgico-teatrales en el siglo XV, uno de los hechos más importantes era la procesión del Corpus Christi; otro escenario básico era la Puerta Cineja, donde se representó en 1533 una función sobre Santa Engracia de Fernando Basurto ante la emperatriz Isabel, esposa de Carlos V. El tercer espacio fundamental, que ya se remontaba al siglo XIII, era la plaza del Mercado, donde se efectuaban juegos, torneos, ajusticiamientos y montajes dramáticos.
Ya en el siglo XVI, Zaragoza contó con tres Casas de Comedias: el Corral de Farsas de la calle Alcober, de efímera vida, se fundó en 1584, apenas se mantuvo un lustro abierto y recuperó su actividad en 1787; el Corral de Comedias del ayuntamiento, que estaba en activo antes de 1584, a pesar de su ubicación idónea sus condiciones materiales eran bastantes malas (...) Se trataba de la habilitación de un viejo corral como espacio teatral. El tercer espacio fundamental era la Casa de Comedias del Comedias del Hospital de Nuestra Señora de Gracia, que se quemó en 1878, y daría lugar indirectamente al Teatro Principal, levantado en 1799. La nueva Casa de Comedias iba a ser provisional, por eso se le encarga a un tramoyista como Vicente Martínez, que había trabajado en Barcelona y diseñó el espacio del escenario y de la tramoya, subraya la autora. Fue Amparo Martínez quien descubrió un error: durante años se había pensado que el Teatro Principal que pasó a llamarse así al convertirse en el principal de una ciudad que contó hasta con 17 teatros- era del arquitecto Agustín Sanz, pero ese proyecto, pagado y todo, lo bloqueó Godoy, el príncipe de la paz, en Madrid, en un tiempo en que prohibían los espectáculos, ser actor tenía algo de castigo divino y el teatro era casi una actividad inmoral.
Felizmente, los ilustrados rompieron con eso, con el Conde de Aranda a la cabeza. Entre 1878 y 1799, en la Lonja se ofreció teatro y lo que se recaudaba iba destinado a la financiación del futuro Teatro Principal. Eso sí, lo de teatro provisional era una manera de saltarse los trámites burocráticos y la oposición de la Academia de San Luis y la explícita prohibición del rey. Desde muy pronto se convirtió en el espacio teatral. En 1928, el propio Fernando VII acudió a una de sus restauraciones que presentaba un estuco nuevo y una lámpara. En el Principal no sólo se ofreció teatro, sino zarzuela, el teatro de magia, ópera italiana (gustaba mucho Giuseppe Verdi). Y por él pasaron muchas celebridades hasta hoy: desde Sara Bernhardt o Diaghilev, desde Arthur Rubinstein a Maurice Ravel. Y, tal como explica con minuciosidad Amparo Martínez, fue objeto de varias restauraciones de José de Yarza, Ricardo Magdalena, Miguel Ángel Navarro, Borobio y José Manuel Pérez Latorre. El Teatro Principal creció como un ente biológico y puede decirse que lo terminó del todo José Manuel Pérez Latorre en 1987.
*La Arquitectura teatral en Zaragoza: de la Restauración borbónica a la Guerra Civil (1875-1939). Amparo Martínez. Institución Fernando el Católico. La autora trabaja ahora en un proyecto de investigación sobre los guiones de Luis Buñuel con Agustín Sánchez Vidal, y ultima una ambiciosa monografía sobre los cines de la empresa Parra de Zaragoza.
Amparo Martínez Herranz (Zaragoza, 1966) empleó una década de su vida en redactar una atractiva tesis doctoral, dirigida por María Isabel Álvaro, sobre La arquitectura teatral en Zaragoza. Esa investigación ha dado lugar a múltiples artículos y a tres libros: Los cines en Zaragoza, 1896-1936 (Ay. de Zaragoza / IFC, 1997), la monografía breve pero enjundiosa El Teatro Principal (Ay. de Zaragoza, 1999) y ahora, propiamente, La Arquitectura teatral en Zaragoza: de la Restauración borbónica a la Guerra Civil (1875-1939) (Institución Fernando el Católico), un proyecto repartido en dos tomos: el primero es una historia del teatro, los locales y los usos teatrales en Zaragoza desde los orígenes de la ciudad, pero sobre todo desde el siglo XV, hasta la Guerra Civil, y el segundo recoge la historia de los teatros desde 1875 hasta 1939.
He intentado hacer un recorrido por la historia de los edificios sin perder el contexto social en que nacieron ni la sociedad que los acogía. Y aquí se habla de actores, empresarios, arquitectos o escenógrafos, dice Amparo. El libro aborda la evolución de las tipologías arquitectónicas, las formas artísticas que van desde el Barroco y el clasicismo hasta el modernismo y el eclecticismo, o los materiales de construcción, pero también se habla del desarrollo de las formas estéticas: desde el corral de comedias al modelo de teatro a la italiana, desde la posterior irrupción de los salones y circos hasta los cafés-teatros y la influencia recíproca del teatro y el cine.
El trabajo de Amparo Martínez, como es frecuente en sus libros, está lleno de erudición, de curiosidades, de historias menudas. Por ejemplo, en el primer volumen, recuerda cómo La Seo era escenario de funciones litúrgico-teatrales en el siglo XV, uno de los hechos más importantes era la procesión del Corpus Christi; otro escenario básico era la Puerta Cineja, donde se representó en 1533 una función sobre Santa Engracia de Fernando Basurto ante la emperatriz Isabel, esposa de Carlos V. El tercer espacio fundamental, que ya se remontaba al siglo XIII, era la plaza del Mercado, donde se efectuaban juegos, torneos, ajusticiamientos y montajes dramáticos.
Ya en el siglo XVI, Zaragoza contó con tres Casas de Comedias: el Corral de Farsas de la calle Alcober, de efímera vida, se fundó en 1584, apenas se mantuvo un lustro abierto y recuperó su actividad en 1787; el Corral de Comedias del ayuntamiento, que estaba en activo antes de 1584, a pesar de su ubicación idónea sus condiciones materiales eran bastantes malas (...) Se trataba de la habilitación de un viejo corral como espacio teatral. El tercer espacio fundamental era la Casa de Comedias del Comedias del Hospital de Nuestra Señora de Gracia, que se quemó en 1878, y daría lugar indirectamente al Teatro Principal, levantado en 1799. La nueva Casa de Comedias iba a ser provisional, por eso se le encarga a un tramoyista como Vicente Martínez, que había trabajado en Barcelona y diseñó el espacio del escenario y de la tramoya, subraya la autora. Fue Amparo Martínez quien descubrió un error: durante años se había pensado que el Teatro Principal que pasó a llamarse así al convertirse en el principal de una ciudad que contó hasta con 17 teatros- era del arquitecto Agustín Sanz, pero ese proyecto, pagado y todo, lo bloqueó Godoy, el príncipe de la paz, en Madrid, en un tiempo en que prohibían los espectáculos, ser actor tenía algo de castigo divino y el teatro era casi una actividad inmoral.
Felizmente, los ilustrados rompieron con eso, con el Conde de Aranda a la cabeza. Entre 1878 y 1799, en la Lonja se ofreció teatro y lo que se recaudaba iba destinado a la financiación del futuro Teatro Principal. Eso sí, lo de teatro provisional era una manera de saltarse los trámites burocráticos y la oposición de la Academia de San Luis y la explícita prohibición del rey. Desde muy pronto se convirtió en el espacio teatral. En 1928, el propio Fernando VII acudió a una de sus restauraciones que presentaba un estuco nuevo y una lámpara. En el Principal no sólo se ofreció teatro, sino zarzuela, el teatro de magia, ópera italiana (gustaba mucho Giuseppe Verdi). Y por él pasaron muchas celebridades hasta hoy: desde Sara Bernhardt o Diaghilev, desde Arthur Rubinstein a Maurice Ravel. Y, tal como explica con minuciosidad Amparo Martínez, fue objeto de varias restauraciones de José de Yarza, Ricardo Magdalena, Miguel Ángel Navarro, Borobio y José Manuel Pérez Latorre. El Teatro Principal creció como un ente biológico y puede decirse que lo terminó del todo José Manuel Pérez Latorre en 1987.
*La Arquitectura teatral en Zaragoza: de la Restauración borbónica a la Guerra Civil (1875-1939). Amparo Martínez. Institución Fernando el Católico. La autora trabaja ahora en un proyecto de investigación sobre los guiones de Luis Buñuel con Agustín Sánchez Vidal, y ultima una ambiciosa monografía sobre los cines de la empresa Parra de Zaragoza.
3 comentarios
gissela -
Ben Arthur Pynn -
arturo gutierrez castillo -