Blogia
Antón Castro

LAS MUJERES DEL CICLISMO, LAS HEROÍNAS DEL TOUR

LAS MUJERES DEL CICLISMO, LAS HEROÍNAS DEL TOUR El Tour ha sido una de las pasiones de mi vida. Y creo que tengo la cabeza llena de recuerdos inventados de la carrera: nombres como Louison Bobet, Gino Bartali, Fausto Coppi, Charly Gaul, Roger Walkowiak, Raymond Poulidor, Geminiani o Jacques Anquetil parecen acompañarme casi desde antes de nacer porque lo que se dice nacer nacer, yo nací en el año de Federico Martin Bahamontes, aquel 1959 en que se atrevió a humillar a todos los franceses y a huir, monte arriba, con aquel diminuto Gaul, “el ángel de la lluvia”, que había ganado el año anterior. Creo recordar vagamente los triunfos de Felice Gimondi, año 1965, no sé bien por qué, y el de Jan Janssen, en 1968. El ciclismo empezó a gustarme de veras con Eddy Merckx, aquel “caníbal” que todo lo ganaba y que todo quería ganarlo, hasta que Luis Ocaña le reveló que era humano en 1971.

Ver correr a Merckx era emocionante. Se batía en todos los terrenos con Van Springel, con Poulidor, con Cyrille Guimard, con Gimondi, con Ocaña y Fuente, Lucien Van Impe, Joop Zootemelk o con Bernard Thevenet, que interrumpiría de raíz su río de victorias en 1975. Merckx era prodigioso: tenía una codiciosa y enfermiza sed de victorias, pero luego era un caballero. Cuando se cayó en 1971 Ocaña iba como líder destacado, el belga se negó a ponerse el maillot amarillo y dijo en la meta: “No, no me pertenece. He perdido este Tour, no tengo nada que hacer, me vuelvo a casa”. Lo convenció el patrón Albani y siguió y ganó, pero antes había dicho algo muy gráfico, admitiendo la superioridad del español: “Hoy Luis nos ha dominado a todos como El Cordobés domina a los toros en la plaza”. Un periodista había resumido así el descalabro del corredor de Molteni en el Puy-de-Dôme: “El emperador fusilado. Jornada de ejecución. Jornada de consagración. Cuatro horas de drama y grandeza”.

Pero en realidad, no quería escribir del Tour, de donde lo veía, de cómo imitaba a los corredores en una bici prestada. Yo era mi propio cronista. Hacía las etapas en línea y en montaña, fingía vivir en un sprint colectivo, imaginaba las escapadas, y todo ello lo radiaba. Si alguien me hubiera conocido entonces, habría dicho: “Ese niño está loco. O alunado”. Cuando jugaba con los balones de trapo en el pasillo de mi casa y hacía al Real Zaragoza o al Racing de Ferrol –siempre he sido mitómano, y en el Ferrol jugaba uno de mis primeros ídolos de la infancia: Aurre; el único partido del Deportivo que vi fue contra el Ferrol de Crespo, Aurre, Bastida, Santiago Castro, Pedro Amado- campeón de Europa, también radiaba los partidos. Siempre vivía mi Tour en la práctica en la bicicleta de los gemelos Dubra, uno gordo y otro flaco; poseían una bicicleta azul y otra roja, una hermana que les hacía pan mojado con vino y azúcar y que era como un monumento sexual de la niñez antes de que supiéramos colocar el epíteto “sexual”.

Creo que ya he entrado algo más en materia. He abierto el ordenador porque quería contar algo de los amoríos de los ciclistas. Quizá la historia más bonita es la de Fausto Coppi, que se enamoró locamente de una mujer casada, Giulia Occhini, madre de dos hijos, que apareció un día con un jersey blanco y pasó a ser conocida como “La Dama Blanca”. Es sabido que era insultada por los seguidores de Coppi, doble campeón del Tour (igual que Gino Bartali), que le reprochaban no sólo que hubiese abandonado a su marido y a sus hijos, sino que debilitase la formidable condición atlética del esbelto ciclista. Jamás escondieron su amor, y “La Dama Blanca”, creo recordar, fue acusada de haber envenenado al campeón tras una gira por África. En cualquier caso, la pasión era absolutamente recíproca: la exhibían sin tapujos e incluso Giulia y Fausto subían al Izoard para animar al gran Louison Bobet.

Coppi ya era un seductor, como lo sería poco después el gran Jacques Anquetil, que perdió la cabeza por Janine, la mujer de un médico de deportistas. La foto de arribas es de ambos. Anquetil, anguloso y bien parecido, era incorregible. Se vieron y se produjo el flechazo, y Jacques incluso tuvo que raptarla de la casa de su marido –tal como recordaba anoche en un espléndido artículo en “La Vanguardia” Xavier G. Luque- disfrazado de fontanero. Se amaron, y Anquetil quiso tener hijos; Janine, que ya era algo mayor, no accedió, pero el rubio Jacques logró convencer y seducir a la hija de su mujer, Annie, que tenía poco más de 18 años y estaba enamorada del campeón, y engendraron a la joven Sohie. Esa historia apareció hace un año o así en la prensa. Al recordar este episodio no pude dejar de pensar en el sátiro Georges Simenon, de quien se dijo que había perturbado a una de sus hijas.

A Ocaña lo acompañaba Josiane, que llegó a falsificar la documentación para estar cerca de él en la competición (en el libro “Locos por el Tour” de Arribas, López-Egea y Pernau se registra esta anécdota: “Antes de pegarse un tiro, Luis Ocaña llamó a su amigo Juan Hortelano. ‘Juan, he tenido una bronca de espanto con Josiane y me voy a pegar un tiro”. Se lo pegó de veras a los 48 años); a Bahamontes lo acompañaba su inseparabe Fermina, todo un personaje, algo así como la María Galiana de “Cuéntame”. A Induráin, Marisa López de Goicoechea, a la que responsabilizaron de la desmotivación final del corredor de Villava. Hace unos años, a Lance Armstrong lo acompañaba su primera esposa, la rubia Linda. Y ahora lo hace Sheryl Crow, que lo besa en la boca como si nada. Con avaricia de triunfo y con esa complicidad de quien ha dormido en el suelo con el héroe y le ha cantado al oído aquello de “All I wanna do”.

7 comentarios

Anastasio aguirre -

Es verdad que Bahamontes se casó con la hermana de Anquetil?
Y Fermina.
Tuvo hijos Bahamontes?

DIANA MEZA -

hola soy nuevamente escribamne a mi correo ps´´pink_1948@hotmail.com

DIANA MEZA -

hola soy dian bueno yo tbm soy ciclista y quisiera ser una d elas mejores ciclista no me parece chevere todo

A.C. -

Joanne Somarriba y Maribel Moreno son extraordinarias.
Las vi correr hace un año o así en Independencia. Magníficas las dos.

Anónimo -

gustavo -

pero a ningun ciclista le dedicaron unha cancion como a Alvaro Pino. A alvaro pino compraronlle una vespino

Rafa -

En mi trabajo a nadie le gusta el tour, ni los deportes en general. Y yo, como loco de que llegue la etapa de hoy. Me he alegrado de que el tema tuviera relación con la bici. Por cierto, yo todavía me invento etapas. ¿Estoy loco o disfruto como un niño? La próxima una de mujeres ciclistas que las Moreno y Somarriba se lo curran pero bien.