PILAR BAYONA AL PIANO EN EL CENTRO MERCANTIL
Pilar Bayona (Zaragoza, 1897-1979) ha sido una de las grandes pianistas españolas del siglo XX. Fue bautizada como la intérprete ideal. Joaquín Rodrigo dijo de ella que no es sólo una pianista de técnica completa, sino una finísima artista; Joaquín Turina la definió como pianista estupenda, maestra en el decir, de sonoridades exquisitas.
Prácticamente autodidacta, realizó su primer concierto a los cinco años en el Teatro Principal. A partir de entonces, empezó a desarrollar una carrera que la llevó a actuar en toda España y en el extranjero, y a suscitar una admiración indisimulada de creadores como Usandizaga, Bretón, Guridi, Federico Mompou, Esplá, Luis Buñuel o José Camón Aznar. Se convirtió de inmediato en una referencia necesaria de la música en España, con su centro de operación y de estudio en su amada Zaragoza, donde estudiaba y preparaba sus variados programas. Frecuentó la Residencia de Estudiantes, donde solía tocar, con Gerardo Diego y Federico García Lorca, y figura en la célebre foto de 1936, la del homenaje a Hernando Viñes.
Tras la Guerra Civil española comenzó a ofrecer conciertos en Radio Zaragoza, asistió durante 34 años ininterrumpidos a los cursos de verano de Jaca e ingresó como profesora en el Conservatorio de Pamplona. Recibió multitud de homenajes de su ciudad y formó parte de ese trío de virtuosos imprescindibles del piano de Aragón con Eduardo del Pueyo y Luis Galve.
Desarrolló un repertorio extenso que abarcaba desde el siglo XVII hasta nuestros días. Tocaba a Ravel, a Debussy, Bela Bartok, y fue una de las grandes difusoras de la música española. Aunque convirtió a Zaragoza en su ciudad del paraíso, tenía una clara vocación universal, como se percibe en la elección de sus programas, en la apuesta constante por creadores de vanguardia y en su vasta curiosidad. Fue una artista excepcional, dotada de hondura, talento, gracia, intuición y una sensibilidad incomparable. Todo ello, así como su belleza, despertó los sentimientos de José Camón Aznar, Luis Buñuel, Luis García-Abrines, Manuel Casanova y, según Eduardo Laborda, también el amor del ilustrador y caricaturista Manuel Bayo Marín.
La he recordado de nuevo al ver su presencia en los ciclos de conciertos del Centro Mercantil, Industrial y Agrícola de Zaragoza, antes y después de la Guerra Civil, tal como recuerda el libro: Una joya en el centro: un símbolo de la modernidad (Cajalón, 2005), de Manuel García Guatas, en el que colabora también el poeta, narrador y estudioso de iconografía floral Javier Delgado. El volumen, bellamente editado, contiene una historia cultural y social de Aragón y de Zaragoza y está repleto de notas sobre pintores, escultores, forjadores, ebanistas, vidrieros, escritores, músicos
Prácticamente autodidacta, realizó su primer concierto a los cinco años en el Teatro Principal. A partir de entonces, empezó a desarrollar una carrera que la llevó a actuar en toda España y en el extranjero, y a suscitar una admiración indisimulada de creadores como Usandizaga, Bretón, Guridi, Federico Mompou, Esplá, Luis Buñuel o José Camón Aznar. Se convirtió de inmediato en una referencia necesaria de la música en España, con su centro de operación y de estudio en su amada Zaragoza, donde estudiaba y preparaba sus variados programas. Frecuentó la Residencia de Estudiantes, donde solía tocar, con Gerardo Diego y Federico García Lorca, y figura en la célebre foto de 1936, la del homenaje a Hernando Viñes.
Tras la Guerra Civil española comenzó a ofrecer conciertos en Radio Zaragoza, asistió durante 34 años ininterrumpidos a los cursos de verano de Jaca e ingresó como profesora en el Conservatorio de Pamplona. Recibió multitud de homenajes de su ciudad y formó parte de ese trío de virtuosos imprescindibles del piano de Aragón con Eduardo del Pueyo y Luis Galve.
Desarrolló un repertorio extenso que abarcaba desde el siglo XVII hasta nuestros días. Tocaba a Ravel, a Debussy, Bela Bartok, y fue una de las grandes difusoras de la música española. Aunque convirtió a Zaragoza en su ciudad del paraíso, tenía una clara vocación universal, como se percibe en la elección de sus programas, en la apuesta constante por creadores de vanguardia y en su vasta curiosidad. Fue una artista excepcional, dotada de hondura, talento, gracia, intuición y una sensibilidad incomparable. Todo ello, así como su belleza, despertó los sentimientos de José Camón Aznar, Luis Buñuel, Luis García-Abrines, Manuel Casanova y, según Eduardo Laborda, también el amor del ilustrador y caricaturista Manuel Bayo Marín.
La he recordado de nuevo al ver su presencia en los ciclos de conciertos del Centro Mercantil, Industrial y Agrícola de Zaragoza, antes y después de la Guerra Civil, tal como recuerda el libro: Una joya en el centro: un símbolo de la modernidad (Cajalón, 2005), de Manuel García Guatas, en el que colabora también el poeta, narrador y estudioso de iconografía floral Javier Delgado. El volumen, bellamente editado, contiene una historia cultural y social de Aragón y de Zaragoza y está repleto de notas sobre pintores, escultores, forjadores, ebanistas, vidrieros, escritores, músicos
4 comentarios
Mª Jesús -
daniel -
A. C. -
Estuve en la CAI en el último concierto que dio Pilar Bayona en noviembre de 1979. 82 años ya y dio un concierto asombroso.
Eduardo Laborda sospecha que otro enamorado de Pilar, del que no sabíamos demasiado hasta que él le dedicó una exposición (él y varias personas de la Universidad) y una espléndida película documental, no sabíamos demasiado de esa pasión. Ahora tampoco, aunque él cree que Bayo Marín sí estuvo enamorado de Pilar Bayona, cosa como tú bien sabes muy frecuente. Un abrazo. AC.
Cide -
Maravilloso también Javier Delgado. Una de esas personas sin cuyo esfuerzo el mundo sería más feo.