EL ALMA OSCURA, SEGÚN WOODY ALLEN

Jonathan Ryes Meyers encarna a un joven inteligente y audaz que escala lentamente una nueva posición social; Scarlett Johansson es una aspirante a actriz sin demasiado éxito, y novia del hermano de la amante del instructor de tenis. Los dos, que buscan situarse, que anhelan su golpe de fortuna y están a punto de cogerlo, viven una pasión torrencial, una atracción arrolladora que le sirve a Woody Allen para retratar la parte oscura del ser humano, las mentiras nada piadosas que llevan a encadenar pretextos en el aire. Y el protagonista se ve metido en un auténtico embrollo, del que saldrá de una manera inesperada, en un final espeluznante.
Woody Allen ha vuelto a realizar una extraordinaria película. Sobre los sentimientos y el egoísmo, sobre la felicidad, las apariencias y la importancia del azar. La película está muy bien montada, el guión es inapelable, hay mucho diseño y evocación, hay una escena erótica espléndida en un jardín bajo la lluvia, aunque también se sugieren otras. Se sugieren sólo porque pronto la cámara se desplaza lejos; el voyeurismo de Allen siempre es contenido. Y hay una Scarlett Johansson espléndida y sensual, que despide magnetismo, sex appeal, misterio y fatalidad. La doctora Carmen Gascón, con quien vi la película, con ella y con nuestro cuatro hijo Jorge, que siempre compara a Woody Allen con John Ford y vence Ford, claro, dijo que “el protagonista tiene unos labios muy bonitos, una boca muy atractiva, y una mirada intensa y perturbadora”. Para comérselo, ya se ve.
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A.C. -
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