OTROS LIBROS DE ANTONIO SÁEZ DELGADO, DESDE ÉVORA
Antonio Sáez Delgado, al cual conocí en un viaje cervantino a Mérida, me envía algunos de sus libros. La Editora Regional Extremeña, un proyecto absolutamente modélico que dirige ahora Álvaro Valverde y que cuenta con la asesoría y el diseño del gran Julián Rodríguez, me hace llegar su estupendo libro: Adriano del Valle y Fernando Pessoa (apuntes de una amistad) (lo coeditó en 2002 con Libros del Pexe) donde Antonio sitúa la amistad entre ambos. Recupera sus fotos, sus cartas, algunos poemas que se cruzaron y realiza una atractiva labor de contexto, donde figuran otros autores y pintores, como el propio Adriano del Valle, que era poeta, mal editado aún, y pintor.
Antonio me hace llegar una pequeña selección de sus Poemas, aparecidas en una plaquette en Trujillo; Corredores de fondo (Libros del Pexe, 2003) y Te me moriste de José Luis Peixoto, en versión de Antonio Sáez. Corredores de fondo es uno de esos libros abiertos y frondosos que tanto le gusta redactar a autores como José Carlos Llop, García Martín, Javier Rodríguez Marcos, Martín López-Vega, Fernando Sanmartín o Julio José Ordovás. Posee una cuidada unidad temática porque gira en torno a la literatura en la Península Ibérica a principios del siglo XX, y por él lo mismo desfilan Carmen de Burgos, Ramón Gómez de la Serna (que debió conocer a Pessoa sin saberlo, que luego lo citó en “Pombo”), Ernesto Giménez Caballero o Cansinos-Asséns que Almada Negreiros, Pessoa, Mario de Sá-Carneiro, Eça de Queirós, y tantos otros, menos conocidos, que Antonio Sáez ha analizado y estudiado con respeto y cariño y con una erudición deslumbrante, como Botto, José Régio, Joaquim Manso. Desempolva títulos esquinados, sólo conocidos por alguien como él que ama con intensidad la relaciones de España y Portugal, y los libros y autores que las han forjado. También ofrece apuntes sobre viajeros como Lord Byron por Sintra, a la que definió como “glorioso edén, trono de la primavera y octava maravilla del mundo”.
Te me moriste es la traducción de un libro de género difícil, entre la confidencia, la (auto)biografía, el réquiem y la lírica en prosa: Morreste-me, de José Luis Peixoto (1974), con cuya primera novela Nenhum Ollar ganó el Premio José Saramago. ¿Qué es exactamente este libro? Prosa amasada con la tensión lírica, con esa intensidad y precisión, con esa dolorosa exactitud. El libro es un homenaje al padre que acaba de despedirse del mundo. Podría seleccionar muchos párrafos, pero me ha gustado éste especialmente:
“Era por la mañana y he dejado nuestra casa. He cerrado las ventanas y las puertas, la oscuridad; he cerrado las sombras. He buscado en el bolsillo, ancho como los suyos, y con las llaves que eran tuyas y son tuyas y que nos dejaste, he cerrado la puerta del patio con dos vueltas. He cerrado el suelo lleno de hojas que han caído por ti; los melocotoneros, obligados por la primavera, también llenos de ojos; he cerrado las ramas brazos de las plantas, calladas y pegadas a las paredes; el gallineros, las conejeras, el palomar, ya sin crías, vacíos; he cerrado la caseta de la ropa y el cercado de los olivos y el limonero que ya no da limonadas para merendar. He cerrado la puerta del patio y, en la camioneta, he salido. Nadie en las calles se ha percatado de mi paso, sólo la cal y el sol y las casas han permanecido en el lugar donde las hemos conocido tantos días. Y he ido deprisa, huyendo de las calles y de las casas; deprisa, al contrario que la otra mañana sin dormir en que nos hicieron ir despacio, contigo por última vez, despacio sufriendo el camino lento y gente gente entre nosotros”.
El final del libro es emocionante y sencillo: “Descansa, padre. Ha quedado tu sonrisa en lo que no olvido, te has quedado entero en mí. Padre. Nunca te olvidaré”. Apenas son 50 páginas que ha traducido impecablemente Antonio Sáez Delgado, cacereño de alma aportuguesada que deambula dos o tres días por semana en Évora e imparte lecciones de literatura, de elegancia de espíritu y de sueños.
*La ilustración es el retrato de Fernando Pessoa que realizó José Almada Negreiros. La revista "Poesía" les dedicó un espléndido monográfico a cada uno de los dos.
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isabel maría -
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