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Antón Castro

24 HORAS CON UN HOMBRE QUE MIRA PARA VER

24 HORAS CON UN HOMBRE QUE MIRA PARA VER Estupendo e intenso día, estupenda estancia de Ferdinando Scianna en Zaragoza. Ayer por la mañana, habló durante dos horas largas en Ibercaja para 24 personas de su trabajo, de su concepción de la fotografía, de sus aventuras alrededor del mundo. Genoveva Crespo, Begoña Llorente y un puñado de amigos lo acogieron con enorme cariño. Se quedó fascinando con el Patio de la Infanta, cuya historia le contó de principio a final Genoveva, y en especial con el cuadro de Félix de Azara. Dijo, entre otras cosas, que “la fotografía no es verdad ni mentira, no tiene que demostrar nada, sino mostrar”, recordó su vieja aspiración a que una de sus fotos integre el álbum de familia de alguien, de una pequeña comunidad o del mundo. Y narró una y mil anécdotas de sus diez días en Nápoles junto a Borges, que detectaba los endecasílabos inadvertidos de los otros, y recitaba de memoria en alemán, en inglés, y decía, completamente ciego, ante cualquier cosa: “Mira, María”. Habló también de “Horas de España”(Tusquets, 1989), el volumen que firmó con Leonardo Sciascia, y que le trajo a Zaragoza y a Belchite. Mostró algunas de sus obsesiones en una suerte de rápida antológica de su trayectoria: mostró numerosos reportajes, el fascinante “Kami”, que realizó en los Andes bolivianos, sus series sobre la sombra, sobre el dormir y el sueño, “Dormir, puede ser  soñar”, sobre la modelo Marpessa Hennick o fotos de las series “Los sicilianos” o “La forma del caos”, libro que le prologaron Sciascia y Vázquez Montalbán. Scianna anunció que está preparando un libro, muy narrativo, sobre el comer y la comida.

 

 

Por la tarde-noche, en el Paraninfo, habló durante casi dos horas acerca de algunos temas específicos: cómo había hecho el libro, el proyecto de cine, la exposición de “Los de Bagheria”, un volumen de fotos de su juventud que reencontró muchos años después y decidió darles un nuevo sentido; luego presentó una amplia selección de sus retratos (Kundera, Maria Grazia Cuccinotta, la actriz de “El cartero de Pablo Neruda”, Berlusconi, Juan Pablo II, Josef Koudelka, Sartre, Barthes, Foucault, Monica Bellucci, Isabelle Huppert, Emmanuelle Beart, John Lennon, en un toma de 1965, Borges, claro…); más tarde, enseñó un trabajo completo de moda para Dolce & Gabanna, y se quedaron en el tintero muchas, muchas cosas, como sus últimos trabajos en color, o su estancia en Belchite. Íbamos a entrevistarlo Antonio Ansón y yo, pero ni fue necesario. Como su admirado poeta popular Ignazio Buttita, es un admirable e incansable narrador oral. Un romancero, que se dice en Aragón.

 

 

Una de las cosas que más me admiró fue la cantidad de gente que hubo, yo creo que alrededor de 200 personas, y al margen de un puñado de amigos próximos a “Heraldo” o “Artes & Letras”, de numerosos fotógrafos (quizá sea la vez que he visto más fotógrafos aragoneses juntos nunca en un acto público que nos les concierna directamente), había muchísima gente desconocida y muy joven, lo cual siempre es muy estimulante. Zaragoza tiene muchos públicos. Por la noche, durante la cena –con Mario de Ayguavives, Antonio Ansón, Julio Álvarez y yo- Scianna siguió contando historias de mucha gente: dijo que a Kundera siempre le gustaba salir con una mujer bonita al lado, si era la suya mejor que mejor; recordó la trayectoria de Sebastiao Salgado, su proyección universal (lo definió como el profesional que más  fotos ha vendido, que más éxito internacional ha tenido y que mejor prepara los proyectos) y el firme bastión que supone su mujer.

 

 

Y contó algo que merecía verse por un agujero: reunión en casa de Cartier-Bresson, con el fotógrafo y su mujer Martine Franck. El maestro revisaba sus “vintages” y algunos no pasaban la prueba. Lo iba rompiendo. Más tarde, medio en serio, medio en broma,  Scianna la diría a su mujer: “Paola, recoge esos pedazos, que los restauraremos impecablemente”. Claro está que no lo hicieron. Aún así, Cartier-Bresson le regaló 16 originales que conserva como oro en paño.

 

*Foto de Ferdinando Scianna de la serie de "Marpessa", casi una película sobre la moda vista de otra manera. La bella Marpessa, que no es siciliana, como tantas veces se ha dicho, es hija de una holandesa y de un hombre de Surinam. Reside actualmente en España, creo que en Ibiza, lejos de las pasarelas y es madre de dos hijos.

7 comentarios

Albendea -

No me debes nada

Rubén Lagunas -

de esa\"necesidad inconsciente de la vida\" que respira la mirada de Scianna. Todo un fanal de ilusión. La fuerza de su retina plasmada en papel es algo extraordinario
A Carlos; te debo una

Rubén Lagunas -

"Reconocimiento en la mirada"
"Despedida inconsciente"
"Construyendo mi manera de ver"
"eco visual"
... notas breves de un encuentro; diálogo entre aquéllos que comparten o al menos disfrutan con el lenguaje de la sencillez, elegancia,levedad,curiosidad

A. C. -

Gracias a Albendea. Para mí fue muy emocionante ver a tanta gente joven. Ya habrá más oportunidades de conversar con él. Mil gracias por tu visita.

Para José María: son de internet siempre. Por desgracia soy un inútil completo a la hora de manejar la cámara digital y vaciarla aquí; pronto me compraré la nueva Nikon que está a punto de salir. Un gran abrazo. AC.

José María Ariño -

Extraordinario el comentario sobre Ferdinando Scianna, como todos los tuyos. Me hubiera gustado asistir, pero tenía un cursillo en el Instituto. ¿De dónde sacas esas fotografías tan originales?

Albendea -

Yo estuve allí. Creo que pertenezco a ese público joven al que se ha referido Antón. Fui con un amigo, los dos somos estudiantes terminando nuestras carreras, totalmente foráneos profesionalmente hablando al mundo de la fotografía pero enamorados de este arte, aunque Scianna no crea que lo sea (tal vez tenga razón)...

No voy a ser pretencioso, ninguno de los dos lo conocíamos, fuimos a la conferencia solo porque nos gusta la forografía, pero resultó ser uno de esos regalos del destino que se te quedan grabados posiblemente para siempre. A mi amigo Rubén le encanta hacer fotografías de su pueblo, de las chimeneas de las casas de su peblo, porque dice que algún día desaparecerán y quiere que queden registradas en algún sitio...

Las palabras Ferdinando Scianna, como pueden suponer todos aquellos que las escucharan, conmovieron a mi amigo y a mí mismo. Cuando recordá que lo de antes no es lo de ahora, o la vertiginosidad de nuestra sociedad. Habló sobre muchas cosas además de la fotografía, habló de la vida, del tiempo, del pasado, de la memoria... solo el preciado tiempo impidió que pudieramos disfrutar más del momento.

Personalmente me habría gustado escuchar algunas palabras suyas haciendo referencia a la artesanía de la fotografía de los años 60, a lo que le rodeó en su infancia con relación a la fotografía, a posiblemente un cajón desastre lleno de imágenes, una vieja cámara, tal vez momentos de desengaño, a lo que opinaban sus padres sobre ese pequeño fotógrafo... pero todo esto quedará para una siguiente vez.

Gracias Ferdinando Scianna.

m ; ) -

Ah, qué bueno eres, y cuánto siento no haber podido ir. He perdido mi vida.