VIAJE A ATALANTA CON JACOBO SIRUELA E INKA MARTÍ
Ahora se ha retirado en el Ampurdán, en Gerona, con su mujer Inka Martí. Los dos han creado una nueva editorial: Atalanta, que se presentó ayer jueves en la librería Cálamo con sus tres primeros títulos: “El copartícipe secreto” de Joseph Conrad; “Sin mañana” de Vivant Denon y “La historia de Genji” de Murasaki Shikibu. Jacobo e Inka compartieron mesa en La Bodega de Chema con sus anfitriones Paco Goyanes y Ana Cañellas (una gran aficionada al cine oriental; se sabe todas las películas y directores, y compartimos ambos la pasión por Zhang Yimou, que a mí siempre me gusta; también es partidaria de Tim Burton y de Jim Jarmusch), libreros de Cálamo, con el jefe de Cultura de “El Periódico de Aragón” Juan Carlos Garza, con el escritor y crítico Félix Romeo, y conmigo. Durante la comida se habló de todo: del momento editorial, de la búsqueda en que se habían embarcado de impresores y encuadernadores, de multitud de historias de la vida (desde como intuyen los niños el sexo hasta de los vinos de Aragón; Jacobo elogió un Enate), de la política y de la literatura, más que de literatura de libros. Félix recordó un tomo de conversaciones sobre los dictadores, que ha aparecido en Turner, y otro de “Clérigos homicidas”, que ha publicado Abelardo Linares; Félix reparó en la historia de dos monjes de Veruela que se pelearon por una barragana. Y viajamos mentalmente por Aragón y Galicia para recordar que antes muchos sacerdotes tenían hijos con la criada y no pasaba nada.
Yo siempre había tenido al editor Jacobo Siruela como un ídolo inaccesible (hace algunos años, a través de una simpática jefa de prensa de origen irlandés, le pedí dos entrevistas imposibles; luego volví a hacerlo, sin fruto, a través de Rocío Isasa), como alguien lejano, y fue todo lo contrario: afectuoso, inclinado a escuchar, natural, alguien que se había currado mucho lo que había hecho, más allá de su cuna, y eso se vio cuando explicó cómo se había preparado el monográfico de “El paseante” de Brasil. Igual que Inka Martí, a la que habíamos visto en la tele tantas veces con su preciosa sonrisa, con su elegancia y con un misterio difícil de descifrar: el de una mujer espontánea y hermosa, cautivadora, que ofrece un mohín risueño de añoranza o de fuga inadvertida.
Jacobo Siruela quiso explicar su proyecto: “En cierto modo, es como empezar de cero. Me siento un joven con el pelo blanco, y creo que fundar Atalanta es un ejercicio de humildad excelente. Seguiré como siempre, como en Siruela: este proyecto es más personal aún, incorporaré cosas nuevas y cosas que ya había hecho y que moldean mi personalidad. Eso no lo veo contradictorio. Seguiremos apostando por el cuidado de las ediciones porque esa es una forma de respeto absoluto hacia los autores, hacia lo que publicamos, y hacia los lectores. Soy muy detallista y muy maniático, y ya he aprendido que la belleza es lo más difícil y lo más democrático. Todo el mundo la entiende: el niño, el ignorante, el hombre preparado”.
Atalanta ha creado tres colecciones para iniciar su travesía con tres palabras claves: imaginación, memoria y brevedad. Y con tres colecciones específicas: Ars Brevis, que parece responde a una máxima de Shakespeare: “La brevedad es el alma del ingenio”. En esta serie “aparecerán obras breves con prólogos más o menos largos. En la brevedad está la intensidad, y en pocas páginas puede llegar a condensar lo esencial de una escritor y de una época”, decía Jacobo Siruela. Y eso ha ocurrido con el relato “Sin mañana”, el único texto de ficción del fundador del Museo del Louvre Vivant Denon, “Sin mañana”, que apenas alcanza las 30 páginas, aunque lleva un magnífico retrato literario de Denon escrito por Anatole France y fragmentos de un “Viaje al bajo y alto Egipto durante las campañas de Napoleón”, traducido todo ello por mi querida Anne-Hélène Suárez Girard, hija de Gonzalo Suárez y una gran especialista en literatura china. Y con “El copartícipe secreto”, de Joseph Conrad, un texto escrito en 1911, cuando el escritor estaba enfermo de paludismo y ocupado en la redacción simultánea de varios libros.
La segunda serie es “Memoria mundi”, que responde a otra obsesión de los editores: “Me interesa la memoria. Se empieza a perder y queremos editar pequeñas y grandes joyas de la memoria, no reliquias, que sean ‘contemporáneas’. De ahí la apuesta por ‘La historia de Genji’ de Murasaki Shikibu, un libro del siglo XI redactora por la escritora japonesa y traducido por Jordi Fibla, excelente profesional, casado con una japonesa y conocedor de la lengua. Siempre he querido publicar este libro, insólito por su complejidad y por estar escrito por una mujer, y ahora he tenido la oportunidad”. El libro, de más de 900 páginas, está siendo un importante éxito; ya se han distribuido más de 4.500 ejemplares, y coincide en el mercado con otro de Destino. En esta colección también aparecerá el “I Ching”, un libro que ha ido escribiéndose a lo largo de 18 siglos, “y que hasta Mao llegó a leer”, dijo Jacobo, mientras los demás nos reíamos como si dijésemos “Vaya mérito”.
La tercera serie es Imaginatio Vera (Imaginación verdadera), enfocada al estudio y publicación de “las raíces de la imaginación. Queremos abordar cómo se ve el mundo desde la imaginación y desde los mitos, que siempre tienen un punto de verdad y de revelación. En esa colección aparecerá en breve ‘El fuego secreto de los filósofos’ de Patrick Harper”, un libro que intenta ser una historia completa de la imaginación. “Tenemos que hacer lo que nos dé la gana, queremos ser libres”. Se habló también de la felicidad de publicar libros: ellos, Inka y Jacobo, publicará entre diez o doce al año, “más diez que doce”, dijo Jacobo. Pero pronto, pronto, publicará más y abrirá más colecciones. Seguro.
Me fui hacia “Heraldo” con Juan Carlos Garza Aguerri, con quien tanto quiero. Es un tipo encantador e íntegro, de una dedicación a su oficio conmovedora y honesta. Está realizando cambios en la sección de Cultura de “El Periódico de Aragón” y uno, que le ha visto trabajar y que sabe es puntilloso y con olfato, con inmenso olfato e incluso aguerrido en la búsqueda de la primicia, intuye que lo va a hacer espléndidamente, que lo seguirá haciendo espléndidamente bien. Pero, en realidad, lo que me gusta de Juan Carlos es su fuerza constante y una bondad que en él es siempre limpieza de sangre, lealtad, sentido de la amistad y compromiso.
*Retrato de Joseph Conrad de 1911, el año en que, enfermo de paludismo, publicó "El copartícipe secreto". Mansell Collection/Time Inc.
5 comentarios
Marisol -
albert de la cruz -
Carlos de Jaen -
Guillermo Pascual -
¿Sería osado organizar un ENCUENTRO con este personaje alrededor de un café o mesa. Piénsalo. Te lo agradeceríamos.
fromTE -