RECUPERACIÓN: DIÁLOGO CON JUAN FERNANDO MORENO GISTAÍN*
“¿Qué tipo de pianista quiero ser? Alguien que exprese con claridad las ideas del artista, con la suficiente personalidad para atraer al público, pero no tanta para dañar la obra del compositor”. Así sueña Juan Fernando Moreno Gistaín (Barbastro, 1974), que acaba de ganar el primer premio “Ciudad de Albacete” de piano, que ha compartido con el canario Inocencio Negrín. “No me ha molestado ese veredicto. Al contrario. He seguido su concurso y vi que era realmente bueno. Buenísimo. Además, hemos estudiado juntos, hemos compartido las comidas. Para mí fue una solución ideal”.
Al concurso se presentaron 28 intérpretes de todo el país. Pasaron la primera eliminatoria de 50 minutos sólo seis. Juan Fernando interpretó “Preludio y fuga” de Bach, el cuarto “scherzo” de Chopin, un estudio de Rachmaninoff y la pieza “La isla alegre” de Claude Debussy. Y se hizo acreedor al máximo galardón con una sonata de Haydn, “Variaciones serias” de Mendelshonn y la séptima “suite” de Prokofiev, una sonata de guerra. El jurado estaba compuesto por Julio García Casas, los pianistas Mariana Gurkova y Juan Martín, Agustín Peiró y Frank Reich. El premio, dotado con 3.500 euros, acarrea también una gira de conciertos por casi toda España, “por aquellas ciudades donde haya Juventudes Musicales, que son muchas”, la grabación de un cederrón y otra grabación monográfica para RNE clásica. “Esto es lo que más valoro: los proyectos a medio plazo. Quiero hacer cosas nuevas. No voy a tocar las grandes obras de repertorio, es demasiado pronto para intentar hacer una obra definitiva. Me centraré en un repertorio no habitual”.
Juan Fernando se reconoce en dos de sus maestros, Ramón Coll y Joseph Colom, y en Christian Zimmerman, “aunque no pretendo emularlos ni mucho menos. Por un lado, no es posible y, por otro, no me interesa. ¿La política musical en Aragón? Yo creo que estamos en un periodo de formación. Se percibe que interesa y que hay algunos planes que van poco a poco”. El pianista compagina sus horas de estudio y de interpretación con la docencia en el Conservartorio de Monzón: “Es una experiencia fantástica. La más importante, claro está, es tocar. Y yo suelo hacerlo en solitario o a cuatro manos con mi hermano José Enrique, algo que me emociona mucho. Pero la enseñanza me proporciona una reflexión constante. No sé si soy capaz de enseñar algo a los alumnos, pero ellos a mí muchísimo. Al enseñar tomo conciencia de muchas cosas que a veces no te planteas. En mi caso, ese trabajo es beneficioso”.
Tocar. Salir ante el público, sentarse ante el instrumento y oír el silencio ideal ante los ojos expectantes del espectador. Ese es el gran momento del virtuoso. “Era Claudio Arrau quien decía que cuando daba un concierto comenzaba una batalla para él, va a pasar algo importante. Te enfrentas a una lucha contigo mismo. Es una apuesta que haces contigo: el modo de enfocar el recital, el repertorio, tu estilo. Eres el único responsable y estás solo ante el peligro. Sólo tienes una oportunidad para hacerlo. Además, es imprescindible tocar en público para tener conciencia de artista. El público puede hacer que toques mejor; tras los aplausos, viene el silencio y ahí se mueve algo dentro de ti. Quieres demostrar lo mejor de ti mismo y corresponder al afecto y a la entrega del oyente”.
*En el año 2003, Juan Fernando Moreno Gistaín ganá el premio "Ciudad de Albacete". Recupero esta pequeña entrevista que mantuvimos. Creo que también esclarecerá la forma de trabajar de José Enrique. La foto es de Beatriz Gimeno, diseñadora y autora de un libro sobre "Félix de Azara".
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