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Antón Castro

RETRATO DE JAVIER SIERRA, EN TERUEL

RETRATO DE JAVIER SIERRA, EN TERUEL

He vuelto a Teruel en el coche de Rafael Bardají y por Belchite, Lécera, Muniesa y Alfambra. Son algunos de los paisajes que modulan una parte de mi vida: chopos y vaguadas, neblinas y montañas, altitudes como San Just y esos celajes que se cargan de nubes, que extienden su papel pintado de nieve y mar. Rafael es un gran compañero de viaje: hablamos sin cesar de esto y de aquello, de los secretos de familia, del paisaje mismo, tan entregado. Cuando llegamos empezaba a anochecer; la ciudad se ensimismaba con una baba de lluvia. Salimos al Óvalo, que se ha convertido en algo así como una resurrección en el siglo XXI de Pablo Monguió con el nombre de David Chipperfield. Nos esperaba Javier Sierra (Teruel, 1971), el hombre que está conmocionando Estados Unidos con la aparición, en inglés, para el próximo mes de marzo de su novela “La cena secreta”, una historia casi esotérica del cuadro “La última cena” de Leonardo Da Vinci que intenta descrifar fray Agustín Leyre, un personaje de ficción.

Javier, que es un tipo arrollador y sencillo, estaba encantado de regresar a Teruel, donde muy pronto expresó lo que quería hacer, lo que quería ser: periodista. Con seis o siete años ya, en los veranos de Castralvo, reunía a un grupo de amigos y hacían diariamente un ejemplar único del “Diario de Castralvo”. Iban de  casa en casa, lo leían o lo dejaban leer, y regresaban a casa con algunas perras en el bolsillo. Javier hizo por entonces su primera entrevista a una vecina ya madura, y al parecer ya llevaba un diario y escribía notas de casi todo: de animales, de vecinos, de fincas, de las flores, de los veraneantes que llegaban, de paisanos más o menos pintorescos.

Con muy pocos años, catorce o quince,  se inició en Radio Heraldo, y fue una modesta conmoción ya en Teruel. Era asiduo de la biblioteca, era un lector empedernido con una gran cosecha de amigos y con un prurito profesional increíble: trabajaba en Radio Heraldo, como digo, pero sufría porque otro rival de la noche tenía más medios que él y se llevaba  el gato al agua. Lo contaba Javier con una sonrisa en los labios. José Luis Velázquez, el gran corresponsal turolense de RNE, recordó que lo había conocido de niño casi, y que ya era capaz de animar cualquier noche con sus historias fabulosas. Velázquez conversó con él antes de que Javier Sierra pronunciase su conferencia acompañado de power point en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Teruel, dentro del Ciclo de Artes y Letras de los 110 años de "Heraldo". Fue todo un espectáculo: bella exposición, sentido de la intriga, pedagogía, embrujo y la modulación perfecta, sin perder nunca el hilo, de un contador de cuentos, de un intérprete de historias que parecen verdaderas. El éxito fue rotundo: alrededor de 150 personas, muchas de ellas querían que siguiese firmando libros, tal como había hecho esa tarde en Librería Perruca.

En el Óvalo, Javier siguió contando historias. Recordó, tras haberse trasladado a Vinaroz, que un día leyó una entrevista con otra figura local del panorama musical, Agustín Prades, y éste decía que le gustaría hacer un programa de misterio. Unas horas o unos días después recibía la llamada de un joven imberbe: “¿Le gustaría hacer un programa de ovnis conmigo?”. Prades dijo que sí y durante algún tiempo las noches de Castellón y alrededores estaban amenizadas con la bella voz timbrada del maestro y con la de un jovencito que exhibía toda una gama aguda de gallos. La madre de Javier Sierra, Amparo, nacida en Morella, recordaba cómo Javier los metía constantemente en todo tipo de líos. “Líos llevaderos”, claro. Siempre estaba lleno de proyectos, que tenían algo de locura: era capaz de ir toda una noche a lo alto de una montaña a intentar atrapar psicofonías o a atisbar el paso de una nave espacial. Con el paso de los años, Javier se haría asiduo de programas de estos temas, en radio y televisión, lo vimos durante mucho tiempo en “Crónicas marcianas”. Y de ahí, de manera natural, dio el salto a la novela, con bastante éxito. "La dama azul", "Las puertas templarias", "El secreto egipcio de Napoleón", son algunas de sus ficciones; "En busca del Siglo de Oro" es un libro de divulgación de variados misterios y enigmas.

Su novela “La cena secreta” (Plaza & Janés) ha vendido alrededor de 200.000 ejemplares. Cada vez me doy más cuenta de que escribo estas cifras con demasiado alegría. Los datos son suyos y de Plaza & Janés; he de decir que Javier no me parece un fantasma ni un engreído en absoluto. Todo le está viniendo tan maravillosamente que no necesita exagerar. La novela, a la que le dedicó tres años y varias estancias en Milán, Florencia y Roma, fue finalista del Premio Torrevieja; ganó Zoe Valdés. Pero el libro ha tenido una segunda vida con la aparición de “El código Da Vinci” de Dan Brown, porque Javier, al ser traducido en Italia, fue bautizado como “El antiDan Brown” por “Corriere della sera”. Ha vendido su libro a 28 países y la editorial norteamericana Schuster & Simon le ha comprado el volumen, y lo pondrá en la calle en inglés con una tirada inicial de 500.000 ejemplares. Estas cifras sí que me marean; casi tanto como el anticipo de derechos de autor: medio millón de euros. Lo ha traducido Alberto Manguel.

Javier Sierra nos contó –estábamos sus padres, el cartero Cándido y Amparo; Reyes, jefa de prensa de la alcaldesa Lucía Gómez, que no asistiría a los actos en su propio salón de actos, aunque acudiría a saludarlo al día siguiente; la librera Luisa Perruca; Rafael Bardají, coordinador de los actos del foro Heraldo 110; luego llegó Antonio Losantos, profesor y autor de una columna muy leída en "Diario de Teruel", "Metrópolis" (quieren expedientarlo por una nota sobre Rafael Lorenzo) y yo- cómo lo habían tratado en  Estados Unidos. Una lectora hispánica de Schuster & Simon leyó su novela y se quedó encantada. Se puso de inmediato en contacto con él y le pidió 50 ejemplares. Era muy gracioso ver a Javier imitando y recordando cómo preparaba el cajón con tantos libros, lleno de estupefacción. En cuanto llegaron los ejemplares, se repartieron entre los empleados hispánicos de la editorial. En poco tiempo la novela se convirtió en un obsesivo tema tema de conversación en los pasillos, en el bar, en las tertulias. Y la parte de norteamericanos de Schuster & Simon empezaron a mosquearse. Así se abrió paso la novela, tanto que hasta los porteros habían leído la versión de Alberto Manguel al inglés. Javier departió durante varias horas con la editora de Schuster & Simon en una cena privada, donde sólo se habló de su libro durante varias horas. Eso en España habría sido un tanto inaudito. Luego, empezaron a mandarle pruebas de corrección –está emocionado con la traducción de Manguel-, y la corrección fue tan minuciosa que uno de ellos le dijo: “¿Se ha dado usted cuenta de que la mayoría de sus nombres empiezan por B?”. Le hicieron entrevistas para suplementos y revistas, está preparada la publicidad, páginas completas, y además la localidad de Rockville le ha elegido escritor del año para un proyecto muy bonito: todos los ciudadanos de Rockville, todos los que quieran participar en el evento con conocimiento de causa, quise entender, leen el libro y le dedican dos días completos para hablar de él con el autor en distintos foros. Y además, le harán exposiciones, programas de televisión y de radio...

Javier está perplejo, como si no quisiera despertarse.

 

2 comentarios

Ramon -

Es una verguenza que le hayan quitado el premio al libro de este autor para dárselo a un bodrio como el de Zoé Valdés... pero ya sabemos que lo único bueno que tiene esta autora es su agente, que ha conseguido que le otorguen casi todos los premios de habla castellana. Vayan a este enlace en Internet para que vean el desastroso resultado de su novela "premiada". Hay más de 200 errores históricos, geográficos, gramaticales, y de todo tipo. No sé si van a divertirse o a llorar cuando lo lean. El artículo se llama "La eternidad del instante: un engendro de la subcultura"
http://www.red-literaria.com/articulo_instante_zoevaldes.html

Ramon -

Es una verguenza que le hayan quitado el premio al libro de este autor para dárselo a un bodrio como el de Zoé Valdés... pero ya sabemos que lo único bueno que tiene esta autora es su agente, que ha conseguido que le otorguen casi todos los premios de habla castellana. Vayan a este enlace en Internet para que vean el desastroso resultado de su novela "premiada". Hay más de 200 errores históricos, geográficos, gramaticales, y de todo tipo. No sé si van a divertirse o a llorar cuando lo lean.
http://www.red-literaria.com/articulo_instante_zoevaldes.html